PRIMITIVISMO POLÍTICO por ERIC CALCAGNO


Parece que el establishment y los medios de comunicación hegemónicos han decidido que la agenda política debe inspirarse ahora en el primitivismo político. Esta tendencia ya se venía manifestando con los insultos proferidos contra los dirigentes políticos, en especial los del gobierno.
Primitivismo: miedo y cólera. Veamos en qué consiste esta regresión. Los instintos elementales del hombre primitivo eran la conservación y la apropiación; de ellos resultan dos emociones fundamentales: el miedo, que es defensivo, y la cólera, que es agresiva; ambos se corporizan en prejuicios y violencia. Es la estirpe del gorila. Ahora, una de las pugnas presentes en la política argentina es la que se plantea entre el primitivismo y la modernidad política. Desde el período neoliberal, para afianzar su poder, el establishment instaló el primitivismo para cometer crímenes de lesa humanidad y para aterrorizar. En paralelo, si las soluciones decididas por el gobierno contrariaban sus intereses, estallaban en cólera; los episodios del conflicto de las retenciones agropecuarias en 2008 fueron ilustrativos. El manejo del miedo y de la cólera obedece a varias causas. La primera y fundamental es que el establishment ya no ejerce más el gobierno; la segunda, que perdió una parte no despreciable del poder económico que detentaba; y tercero, que no hay perspectivas de golpes exitosos de Estado ni de mercado. Como resultado, padece una aguda sensación de impotencia. Caen entonces en el primitivismo.
Los políticos primitivos. El primitivismo ha generado un nuevo perfil de políticos que militan en esa corriente. Algunas de sus características son el desconocimiento de las relaciones de causalidad, la confusión entre lo fundamental y lo accesorio, y la ignorancia de la relación beneficio-costo. Pero no se trata de un bloque compacto: dentro de este conjunto, existen los auténticos y los falsos, los violentos y los pacíficos. Los auténticos primitivos son aquellos que sólo se manejan con prejuicios y violencia, y que creen que el mundo está tajantemente dividido entre buenos y malos; y que la solución definitiva está en deshacerse de todos los malos. El ejemplo trágico de su acción lo tuvimos durante la última dictadura cívico-militar. Así son los auténticos primitivos: sectarios, furiosos, tajantes, calumniadores, insolentes. Son los gorilas. Una subespecie menor, más inofensiva, es la de los “primitivos pacíficos”. Militan en la oposición y, en general, también cuentan con el apoyo de los financiadores y los medios de comunicación hegemónicos, y sus integrantes se presentan como “pilotos de tormenta”. La prensa dominante exhibe a sus silencios y torpezas como astucias frente a lo desconocido. Son muy limitados: el nivel de abstracción más alto al que llegan es la anécdota y su compendio de sabiduría son los lugares comunes. Fueron muy bien retratados en aquella excelente película de Peter Sellers, que protagonizaba al ignorante jardinero-consejero presidencial, cuyas obviedades botánicas eran celebradas como genialidades políticas. Estos son auténticos primitivos, que actúan dentro de una lógica compartida, con mayor o menos grado de agresividad. Pero también están los “falsos primitivos”, que tienen el conocimiento y la astucia normal de un político, pero que actúan como primitivos porque presumen que esa militancia les puede aportar votos y financiamiento; entonces adoptan sus prejuicios y modos de actuar.
¿Por qué atacan al anteproyecto del código penal? Un ejemplo actual de esta conducta es la ofensiva que han instrumentado el establishment, los medios de comunicación hegemónicos y ciertos falsos y auténticos primitivos políticos, en contra del anteproyecto de Código Penal. El método de ataque es denunciar un supuesto laxismo del nuevo Código que beneficiaría a los delincuentes y dejaría indefensa a la gente honesta. El ataque es burdo y mentiroso (por ejemplo, afirmando que se reducen las penas por trata de personas, cuando es al revés), y demuestra una notable ignorancia. Por ejemplo, dice que se facilita la salida en libertad condicional cuando ese es un tema regulado por los códigos de procedimientos provinciales y no figura, por consiguiente, en el código penal; o llama a una consulta popular que la Constitución prohíbe explícitamente. Todo ese fuego de artificio de furia y de miedo, además de intentar recaudar votos y financiamiento, en realidad busca mantener el actual código penal (al que antes criticaban) porque los falsos primitivos quieren frenar a toda costa el capítulo que se refiere a los delitos económicos y financieros. Eso es lo que realmente les molesta. ¿Qué es lo que el establishment no tolera? Por supuesto, la configuración de nuevos delitos económicos. No aceptan que se les termine la impunidad, como ocurrió con los crímenes de lesa humanidad; pero los castigos asignados a los delitos económicos son inobjetables y no se los puede impugnar por separado; entonces tratan de hacer caer a todo el proyecto de reformas.
Aun cuando no se conoce el texto del Anteproyecto de Código, han trascendido a la prensa algunos de los delitos que se configurarían. A continuación reproducimos informaciones publicadas en El Cronista (11-03-2014), sobre la base de declaraciones del Dr. Roberto Carlés, Coordinador de la Comisión Redactora del Anteproyecto. De allí surge que se establecen criterios penales modernos. Veamos algunos de ellos. Primero, se refiere a los sujetos de las penas, que ahora pueden ser las empresas y no sólo sus integrantes; por ejemplo, las personas jurídicas pueden ser penadas hasta por delitos de lesa humanidad.

Segundo, incide sobre la índole de las penas, y dispone multas que varían en función de los ingresos y se miden en días; se abandona el criterio del Código actual que imponía penas fijas en dinero, que se desactualizaban con los años.
Tercero, ratifica delitos económicos que estaban penados en leyes especiales, como el desabastecimiento; crea otros tipos penales, como los delitos contra la competencia; mantiene las penas actuales para actividades como la evasión y el lavado de activos; y reduce otras sanciones, tales como la compraventa no autorizada de divisas. Cuarto, crea los delitos contra la competencia, que castiga a quienes abusando de una posición de dominio total o parcial, o mediante acciones concertadas entre competidores, impidiere o distorsionare la competencia en un mercado, de modo que pueda resultar perjuicio para el interés económico general. Sanciona a los monopolios, oligopolios y carteles cuando fijen precios de bienes o servicios, restrinjan la oferta o la demanda, o impongan condiciones de comercialización. Quinto, castiga a quienes con el fin de desabastecer o de provocar un alza inmoderada de precios en perjuicio de los consumidores, sustrajera del mercado materias primas, combustibles u otros productos o bienes de primera necesidad para la alimentación, la salud, el transporte, el servicio eléctrico, telefónico o de comunicaciones. Sexto, incorpora como delito el cohecho financiero activo (dádivas a agentes financieros para beneficiarse de la operación en mercados de valores). Además, las empresas y no sólo sus directivos podrán ser penadas por otorgar dádivas y por efectuar delitos contra el medio ambiente.
Conclusiones. En un contexto político complicado, es útil develar los motivos de las posiciones públicas. En el caso del anteproyecto de Código Penal, la oposición más reaccionaria ha aplicado al pie de la letra el manual norteamericano de marketing de campañas electorales. Por una parte, el rechazo absoluto sirve para recolectar votos de los “primitivos”, satisfaciendo sus ansias de castigos (si es con sufrimiento, mejor). Al mismo tiempo, se le asegura impunidad a quienes cometen delitos económicos, con lo que satisfacen a sus financiadores (que son los grupos económicos concentrados) y a los difusores (la prensa hegemónica).
Para todos ellos es fundamental que pueda mantenerse la concentración económica –en especial los monopolios y oligopolios–, que le otorgan el manejo de la economía. Ése es su verdadero propósito al impugnar el anteproyecto de Código Penal.

 Fuente: Miradas al Sur

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