Diccionario para enriquecer el cinismo bloguero... 2da entrega. Por ejemplo... Crítico: Persona que se jacta de lo difícil que es satisfacerlo, porque nadie pretende satisfacerlo.
El Diccionario del Diablo es la mayor creación literaria del
escritor norteamericano Ambrose Bierce, amigo de Twain, heredero de Poe y
Lovecraft. El texto contiene fuertes dosis de sarcasmo, ironía y humor negro
por lo cual puede ser de suma utilidad para el desarrollo de artículos
políticos. Es un pequeño aporte que hacemos desde este humilde espacio a favor
de enriquecer literariamente el cinismo que suele viajar por la red…
Letras: D-E-F-G
Datario, s. Alto dignatario de la Iglesia Católica
Romana, que tiene la importante función de estampar sobre las bulas papales las
palabras "Datum Romae". Goza de un sueldo principesco y de la amistad
de Dios.
Deber, s. Lo que nos impulsa inflexiblemente en la
dirección del lucro, por la vía del deseo.
Deber, v. t. Tener (y conservar) una deuda.
Antiguamente la palabra no significaba deuda sino posesión; en la mente de
muchos deudores existe todavía una gran confusión entre ambas cosas. (En inglés
"to owe" (deber, adeudar) y "to own" (poseer) se pronuncian
de modo parecido).
Debilidad, s. Facultad innata de la mujer tiránica que le
permite dominar al macho de la especie, sujetándolo a su voluntad y paralizando
sus energías rebeldes.
Decálogo, s. Serie de diez mandamientos: número suficiente
para permitir una selección inteligente de lo que se quiere observar.
Decidir, v. t. Sucumbir a la preponderancia de un grupo
de influencias sobre otro grupo de influencias.
Defeccionar, v. i. Cambiar bruscamente de opinión y pasarse a
otro bando. La defección más notable de que haya constancia es la de Saulo de
Tarso, quien ha sido severamente criticado como tránsfuga por algunos de
nuestros periódicos políticos.
Degenerado, adj. Menos admirable que sus antepasados. Los
contemporáneos de Homero eran notables ejemplos de degeneración; hacían falta
diez de ellos para alzar una roca o promover un motín que cualquier héroe de la
guerra troyana habría alzado o promovido con facilidad.
Degradación, s. Una de las etapas del progreso moral y social
que lleva de la humilde condición privada al privilegio político.
Dejeuner, s. El desayuno de un norteamericano que ha
estado en París. Hay varias pronunciaciones.
Delegado, s. Pariente de un funcionario. El delegado es,
por lo general, un bello joven con una corbata roja y un intrincado sistema de
telarañas que bajan de su nariz a su escritorio. Cuando el ordenanza lo golpea
accidentalmente con la escoba, despide una nube de polvo.
Deliberación, s. Acto de examinar el propio
pan para saber de qué lado tiene manteca.
Dentista, s. Prestidigitador que nos pone una clase de
metal en la boca y nos saca otra clase de metal del bolsillo.
Dependiente, adj. Dícese del que confía en la generosidad de
otro cuando no puede abusar de sus temores.
Derecho, s. Autoridad legítima para ser, hacer o tener;
verbigracia el tener derecho a ser rey, hacer trampas al prójimo o tener el
sarampión.
Desagravio, s. Reparación sin satisfacción. Entre los
anglosajones, el súbdito que se creía ofendido por el rey, y demostraba la
ofensa, podía azotar una imagen de bronce del ofensor con una vara que luego
era aplicada a su espalda desnuda. Este rito era oficiado por el verdugo, lo
que garantizaba que el ofendido eligiese una vara de tamaño razonable.
Desgracia, s. Enfermedad que se contrae al exponerse a la
prosperidad de un amigo.
Desmemoria, s. Don que otorga Dios a los deudores, para
compensarlos por su falta de conciencia.
Desobedecer, s. Celebrar con una ceremonia apropiada la
madurez de una orden.
Desobediencia, s. Borde plateado de una nube
de servidumbre.
Desposada, s. Mujer que tiene a su espalda una brillante
perspectiva de felicidad.
Desprecio, s. Sentimiento que experimenta un hombre prudente
ante un enemigo demasiado temible para hacerle frente sin peligro.
Destino, s. Justificación del crimen de un tirano;
pretexto del fracaso de un imbécil.
Desvencijado, adj. Perteneciente a cierto
orden arquitectónico también llamado Americano Normal. La mayoría de los
edificios públicos de los Estados Unidos pertenecen al Orden Desvencijado. Los
recientes agregados a la Casa Blanca de Washington pertenecen a Theodórico
orden eclesiástica de los dorios... Son muy hermosos y cuestan un centenar de dólares
por ladrillo.
Detener, v. t. Arrestar a alguien acusado de conducta
insólita. "Dios hizo el mundo en seis días y se detuvo el séptimo"
(Versión No Autorizada de la Biblia)
Devoción, s. Reverencia por el Ser Supremo basada en su
presunta semejanza con el hombre.
Deuda, s. Ingenioso sustituto de la cadena y el látigo
del negrero.
Día,
s. Período de veinticuatro horas en su mayor parte desperdiciado. Se divide en
el día propiamente dicho y la noche o día impropiamente dicho; el primero se
consagra a los pecados financieros y la segunda a los otros pecados. Estas dos
clases de actividad social se complementan.
Diafragma, s. Tabique muscular que separa los trastornos
del tórax de los trastornos intestinales.
Diagnóstico, s. Pronóstico de enfermedad que realiza el
médico tomando el pulso y la bolsa del paciente. ( En inglés hay un juego de
palabras: "the patient's pulse and purse")
Diamante, s. Mineral que suele encontrarse debajo de un
corset. Soluble en solicitato de oro.
Diana, s. Señal que se da a los soldados dormidos para
que dejen de soñar con campos de batalla, se levanten y pongan en fila las
narices para ver si falta alguna.
Diario íntimo, s. Registro cotidiano de
aquellos episodios de la vida que uno puede contarse a si mismo sin sonrojo.
Diccionario, s. Perverso artificio literario que paraliza el
crecimiento de una lengua además de quitarle soltura y elasticidad. El presente
diccionario, sin embargo, es una obra útil.
Dictador, s. Mandatario de un país que prefiere la
pestilencia del despotismo a la plaga de la anarquía.
Difamar, v. t. Atribuir maliciosamente a otro vicios que
no hemos tenido la oportunidad ni la tentación de practicar.
Difamar, v. t. Decir mentiras sobre otro. Decir verdades
sobre otro.
Digestión, s. Conversión de vituallas en virtudes. Cuando
el proceso es imperfecto, nacen vicios en lugar de virtudes. De esta
circunstancia infiere maliciosamente el doctor Jeremiah Blenn que las damas son
las que más sufren de dispepsia.
Diluvio, s. El primero y más notable de los experimentos
de bautismo, que lavó todos los pecados (y los pecadores) del mundo.
Dinero, s. Bien que no nos sirve de nada hasta que nos
separamos de él. Indicio de cultura y pasaporte para una sociedad elegante.
Posesión soportable.
Diplomacia, s. Arte de mentir en nombre del país.
Discriminar, v. t. Señalar los aspectos en que una persona o
cosa es, si cabe, más criticable que en otros.
Disculparse, v. i. Sentar las bases para una ofensa futura.
Discusión, s. Método de confirmar a los demás en sus
errores.
Disimular, v. t. e i. Poner camisa limpia al carácter.
Distancia, s. Único bien que los ricos permiten conservar a
los pobres.
Disuadir, v. t. Proponer a otro un error mucho más grande
que el que está por cometer.
Diversión, s. Cualquier clase de entretenimiento cuyas
incursiones se detienen, por simple tristeza, a corta distancia de la muerte.
Dolor, s. Estado de ánimo ingrato, que puede tener una
base física, o ser puramente mental y causado por la felicidad ajena.
Doncella, s. Joven del sexo desagradable, de conducta
imprevisible y opiniones que incitan al crimen. El género tiene una amplia
distribución geográfica: se encuentra a la doncella dondequiera se la busque, y
se la deplora dondequiera se la encuentre. No es totalmente ingrata a la vista
ni (prescindiendo de su piano y de sus ideas) insoportable al oído, aunque en
punto a belleza es netamente inferior al arco iris, y en lo que toca a su parte
audible no admite comparación con el canario, que por añadidura es más portátil.
Dos veces, adv. Una vez de más.
Dragón, s. Soldado que une el arrojo a la calma en
proporciones tan iguales, que avanza a pie y huye a caballo.
Dramaturgo, s. Dícese del que adapta obras del francés.
Druidas, s. Sacerdotes de una antigua religión céltica,
que no desdeñaban la humilde ofrenda del sacrificio humano. En la actualidad se
sabe muy poco de los druidas y de su fe. Plinio dice que su religión, originada
en las Islas Británicas, se extendió hacia el este hasta Persia. César afirma que
los que deseaban estudiar sus misterios iban a Britania. El propio César fue a
Britania, pero no parece haber obtenido una posición muy elevada en la Iglesia
Druídica, a pesar de su talento en materia de sacrificios humanos. Los druidas
practicaban sus ritos en los bosques, y no sabían nada de hipotecas
eclesiásticas, ni del sistema de abono pago a un reclinatorio del templo. Eran,
en suma, paganos e inclusive, según un distinguido prelado de la iglesia
anglicana, disidentes.
Duelo, s. Ceremonia solemne previa a la reconciliación
de dos enemigos. Para cumplirla satisfactoriamente, hace falta gran habilidad;
si se practica con torpeza, pueden sobrevenir las más imprevistas y deplorables
consecuencias. Hace mucho tiempo, un hombre perdió la vida en un duelo.
E
Economía, s. Compra del barril de whisky que no se
necesita por el precio de la vaca que no se tiene.
Educación, s. Lo que revela al sabio y esconde al necio su
falta de comprensión.
Ecuanimidad, s. Disposición de soportar ofensas con humilde
compostura, mientras se madura un plan de venganza.
Efecto, s. El segundo de dos fenómenos que ocurren
siempre en el mismo orden. Se dice que el primero, llamado Causa, genera al
segundo. Sería igualmente sensato, para quien nunca hubiera visto un perro persiguiendo
un conejo, afirmar que el conejo es la causa del perro.
Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en
sí mismo que en mí.
Egoísta, adj. Sin consideración por el egoísmo de los
demás.
Ejecutivo, s. Rama del gobierno que hace cumplir los deseos
del legislativo hasta que el poder judicial los declara nulos y sin efecto.
Damos a continuación un extracto de un viejo libro titulado "El Selenita
Perplejo" (Pfeiffer & Co., Boston, 1803): Selenita.--Entonces, cuando
vuestro Congreso ha aprobado una ley, ¿va inmediatamente a la Suprema Corte
para que dictamine si es constitucional? Terráqueo.--¡Oh no! la ley no necesita
la aprobación de la Suprema Corte. A veces pasan años antes de que un abogado
la objete en nombre de su cliente. Si el presidente la aprueba, entra en vigor
en el acto.
Selenita--
Ah, el poder ejecutivo es parte del legislativo. ¿Y la policía también debe
aprobar los edictos que hace cumplir? Terráqueo.-- Todavía no... En términos
generales, sin embargo, todas las leyes exigen la aprobación de aquellos a
quienes se proponen reprimir.
Selenita.--
Ya veo. La sentencia de muerte no es válida hasta que no la firma el asesino.
Terráqueo.--
Amigo mío, usted exagera. No somos tan coherentes.
Selenita--
Pero este sistema de mantener una costosa maquinaria judicial que sólo se
pronuncia sobre la validez de las leyes mucho después de que han empezado a
ejecutarse, y sólo en el caso de que un ciudadano particular las someta a la
Corte, ¿no provoca una gran confusión? Terráqueo-- Así es, en efecto.
Selenita--
¿Por qué entonces no hacer convalidar las Ieyes por la Suprema Corte, antes que
por el presidente? Terráqueo-- Porque ese sistema no tiene precedente.
Selenita--
¿Qué es un precedente? Terráqueo-- Algo que ha sido definido por trescientos juristas
a razón de tres volúmenes cada uno. ¿Cómo podríamos saberlo? Elector, s. El que
goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros.
Electricidad, s. Fuerza causante de todos
los fenómenos naturales a los que no se puede atribuir otra causa. Es la misma
cosa que el rayo, y su famosa tentativa de fulminar al doctor Franklin es uno
de los más pintorescos incidentes en la carrera de ese hombre grande y bueno.
La memoria del doctor Franklin es justamente venerada, sobre todo en Francia,
donde recientemente se exhibió una efigie de cera que lo representaba, con esta
conmovedora reseña de su vida y sus servicios a la ciencia: Monsieur Franklin,
inventor de la electricidad. Este ilustre sabio, después de realizar varios
viajes alrededor del mundo, murió en las Islas Sandwich y fue devorado por los
salvajes, sin que jamás se recuperase de él un solo fragmento. La electricidad
parece destinada a jugar un papel importantísimo en las artes y la industria.
El problema de su aplicación económica a ciertos fines aún no está resuelto
pero se ha probado que impulsa un tranvía mejor que un pico de gas, y da más
luz que un caballo.
Elegía, s. Composición en verso, donde sin emplear
ninguno de los métodos del humorismo, el autor intenta producir en la mente del
lector la más profunda depresión. El ejemplo inglés más célebre empieza más o
menos así: El perro anuncia el moribundo día, La grey mugiendo hacia el redil
se aleja, A casa el sabio el lento paso guía Y el mundo a mis estupideces deja.
(Parodia de la "Elegía en un Cementerio de Aldea", de Thomas Gray,
que en la traducción castellana de Miralla dice: La esquila toca el moribundo
día, la grey muriendo hacia el redil se aleja, A casa el labrador sus pasos
guía, Y el mundo a mí y a las tinieblas deja.)
Elíseo, s. País imaginario y encantador que los antiguos
neciamente creían habitado por las almas de los buenos. Esta fábula ridícula y
maliciosa fue barrida de la superficie de la tierra por los primeros
cristianos: ¡que sus almas sean felices en el Cielo!
Elocuencia, s. Arte oral de persuadir a los tontos de que lo
blanco es blanco. Incluye el don de hacer creer que cualquier color es blanco.
Elogio, s. Tributo que pagamos a realizaciones que se
parecen a las nuestras sin igualarlas.
Emancipación, s. Cambio por el que un
esclavo trueca la tiranía de otro por el propio despotismo.
Embalsamar, v. t. Defraudar a la vegetación, aprisionando
los gases de que se alimenta. Embalsamando sus muertos y, en consecuencia,
perturbando el equilibrio natural entre vida animal y vegetal, los egipcios
convirtieron un país fértil y poblado en otro estéril e incapaz de alimentar a
sus escasos habitantes. El moderno sistema de entierro en un ataúd metálico es
un paso en la misma dirección, y más de un hombre muerto que, a estas horas,
convertido en árbol, debería estar ornando el parque del vecino, o
enriqueciendo su mesa en forma de rabanitos, se ve condenado a una larga
inutilidad. Si sobrevivimos y esperamos un poco, conseguiremos aprovecharlo,
pero entretanto la violeta y la rosa languidecen por falta de un mordisco de su
"glutoeus maximus".
Embuste, s. Mentira que no ha cortado los dientes. La
mayor aproximación a la verdad de un mentiroso consuetudinario en el perigeo de
su órbita excéntrica.
Emoción, s. Enfermedad postrante causada por el ascenso
del corazón a la cabeza. A veces viene acompañada de una copiosa descarga de
cloruro de sodio disuelto en agua, proveniente de los ojos.
Empalamiento, s. Enfermedad postrante
causada por el ascenso del arma que permanece fija en la herida. Esto, sin
embargo es inexacto, empalar es, propiamente, dar muerte introduciendo en el
cuerpo de la víctima, que está sentada, una estaca recta y puntiaguda. Era una
forma común de castigo en muchas naciones de la antigüedad, y sigue estando en
boga en China y otras partes de Asia. Hasta comienzos del siglo xv fue
extensamente empleada para catequizar a herejes y cismáticos. Wolecraft la
llama el "banquillo del arrepentimiento", y entre el vulgo se decía
jocosamente que el empalado "cabalgaba el caballo de una sola pata".
Ludwig Salzmann nos informa que en el Tibet el empalamiento se considera el
castigo más apropiado de los crímenes contra la religión; y aunque en China se
usa a veces para penar delitos seculares, casi siempre se reserva para casos de
sacrificio. Pero al que en la práctica sufre el empalamiento le importa poco
establecer qué clase de disidencia, civil o religiosa, le vale semejante
incomodidad; aunque indudablemente experimentaría cierta satisfacción si
pudiera contemplarse transfigurado en gallo de veleta sobre la cúpula de la
Verdadera Iglesia.
Empujón, s. Una de las dos cosas que llevan al éxito,
especialmente en política. La otra es el tirón.
Encomio, s. Una clase especial (aunque no particular) de
mentira.
Entendimiento, s. Secreción cerebral que
permite a quien la posee distinguir una casa de un caballo, gracias al tejado
de la casa. Su naturaleza y sus leyes han sido exhaustivamente expuestas por
Locke, que cabalgó una casa, y por Kant, que vivió en un caballo.
Entrañas, s. Estómago, corazón, alma y otros intestinos.
Muchos investigadores eminentes no clasifican el alma como una entraña, pero el
agudo y prestigioso observador Dr. Gunsaulus está convencido de que nuestra
parte inmortal es ese misterioso órgano llamado spleen. Por lo contrario, el
profesor Garret P. Servis sostiene que el alma del hombre es esa prolongación
de la médula espinal o de su nocola; y para probar su teoría, señala
confiadamente el hecho de que los animales con cola carecen de alma. Frente a
ambas teorías, lo mejor es suspender el juicio dando crédito a las dos.
Entusiasmo, s. Dolencia de la juventud, curable con pequeñas
dosis de arrepentimiento y aplicaciones externas de experiencia.
Envidia, s. Emulación adaptada a la capacidad más ruin.
Epicúreo, s. Adversario de Epicuro, filósofo abstemio que,
sosteniendo que el placer debía ser la meta principal del hombre, no perdió el
tiempo en gratificar sus sentidos.
Epigrama, s. Dicho breve y agudo, en prosa o en verso, que
a menudo se caracteriza por su acrimonia, y a veces, por su sabiduría. He aquí
algunos de los epigramas más notables del erudito e ingenioso doctor Jamrach
Holobom:
Conocemos
mejor nuestras necesidades que las ajenas.
Servirse
a sí mismo, es economía administrativa.
En
cada corazón humano hay un tigre, un cerdo, un asno, y un ruiseñor.
La
diversidad de los caracteres, se debe a lo desigual de su actividad.
Existen
tres sexos: los hombres, las mujeres y las muchachas.
La
belleza en las mujeres y la distinción en los hombres se parecen en que el
irreflexivo las toma por una prueba de sinceridad.
En
el amor, las mujeres se avergüenzan menos que los hombres.
Tienen
menos de qué avergonzarse.
Cuando
un amigo te toma afectuosamente ambas manos, estás a salvo; puedes vigilárselas.
Epitafio, s. Inscripción que, en una tumba, demuestra que
las virtudes adquiridas por la muerte tienen un efecto retroactivo.
Ermitaño, s. Persona cuyos vicios y locuras no se ejercen
en sociedad.
Escarabajo, s. Insecto sagrado de los antiguos egipcios.
Presuntamente simbolizaba la inmortalidad y el hecho de que sólo Dios supiera
por qué, le daba su peculiar santidad. Es posible que la costumbre de incubar
sus huevos en una hoja de estiércol le haya granjeado el favor del clero, y que
algún día le procure devoción similar entre nosotros. Es cierto que el
escarabajo norteamericano es un escarabajo inferior, pero el sacerdote
norteamericano también es inferior.
Escarificación, s. Forma de penitencia
practicada por los devotos medievales. El rito se efectuaba a veces con un
cuchillo, a veces con un hierro caliente, pero (dice Arsenius Asceticus)
siempre era aceptable si el penitente no se ahorraba dolor ni mutilación
inofensiva alguna. La escarificación, como otras groseras penitencias, ha sido
actualmente reemplazada por la beneficencia. La fundación de una biblioteca o
un donativo a una universidad, infligen al penitente, según se dice, un dolor
más agudo y perdurable que el cuchillo o el hierro, y son, pues, un medio más
seguro de alcanzar la gracia. Como método penitencial, empero, tiene dos graves
inconvenientes: el bien que hace y la mácula de la justicia.
Escriba, s. Escritor profesional de opiniones antagónicas
a las nuestras.
Escrituras, s. Los sagrados libros de nuestra santa
religión, por oposición a los escritos falsos y profanos en que se fundan todas
las otras religiones.
Espalda, s. Parte del cuerpo de un amigo que uno tiene el
privilegio de contemplar en la adversidad.
Espejo, s. Plano vítreo sobre el que aparece un efímero
espectáculo dado para desilusión del hombre. El rey de Manchuria tenía un
espejo mágico, donde el que miraba, veía, no su imagen, sino la del rey. Cierto
cortesano que durante mucho tiempo había gozado del favor real y en
consecuencia se había enriquecido más que cualquier otro súbdito, dijo al
monarca: "Dame, te lo ruego, tu maravilloso espejo, para que cuando me
encuentre apartado de tu augusta presencia pueda, a pesar de todo, rendir
homenaje ante tu sombra visible, postrándome día y noche ante la gloria de tu
benigno semblante, cuyo divino esplendor nada supera, ¡Oh Sol Meridiano del
Universo!".Halagado por el discurso, el rey ordenó que el espejo fuese
llevado al palacio del cortesano. Pero un día en que fue a visitarlo sin
anuncio previo, encontró al espejo en un cuarto lleno de basura, nublado por el
polvo y cubierto de telarañas. Esto lo encolerizó tanto, que golpeó el espejo
con el puño, rompiendo el cristal y lastimándose cruelmente. Más enfurecido aún
con esta desgracia, ordenó que el ingrato cortesano fuera arrojado a la cárcel,
y que el espejo fuese reparado y conducido a su propio palacio. Y así se hizo.
Pero cuando el rey volvió a mirarse en el espejo, no vio su imagen, como antes,
sino la figura de un asno coronado, con una venda sangrienta en una de las
patas: que era lo mismo que siempre habían visto los autores del artificio, y
los meros espectadores, sin atreverse a comentarlo. Tras recibir esa lección de
sabiduría y caridad, el rey puso en libertad al cortesano, hizo instalar el
espejo en el respaldo del trono y reinó largos años con justicia y humildad. Y
al morir mientras dormía sentado en el trono, toda la corte vio en el espejo la
luminosa figura de un ángel, que sigue allí hasta hoy.
Espiar, v. i. Escuchar secretamente un catálogo de los
crímenes y vicios de otro, o de uno mismo.
Erudición, s. Polvillo que cae de un libro a un cráneo
vacío.
Esotérico, adj. Abstruso en forma muy particular, y
consumadamente oculto. Las filosofías antiguas eran de dos clases:
"exotéricas", o sea aquellas que los propios filósofos podían
comprender en parte; y "esotéricas", o sea las que nadie podía
comprender. Estas últimas son las que han afectado más profundamente el
pensamiento moderno y las que han tenido mayor aceptación en nuestro tiempo.
Eterno, adj. Dícese de lo que dura para siempre. Es con
mucha timidez que me atrevo a ofrecer esa breve y elemental definición, pues no
ignoro la existencia de un enorme volumen del ex obispo de Worcester titulado
"Definición Parcial de la Palabra Eterno, Tal Como se Usa en la Versión
Autorizada de las Santas Escrituras". Este libro gozó antaño de mucho
prestigio en el seno de la Iglesia Anglicana, y creo que todavía se lo estudia
con placer para el intelecto y provecho para el alma.
Etnología, s. Ciencia que estudia las distintas tribus del
Hombre: por ejemplo, ladrones, asaltantes, estafadores, burros, lunáticos,
idiotas y etnólogos.
Eucaristía, s. Fiesta sagrada de la secta religiosa de los
Teófagos. En esta secta surgió una vez una infortunada disputa acerca de lo que
comían. Dicha controversia ha causado ya la muerte a quinientas mil personas,
sin que la cuestión se haya aclarado.
Evangelista, s. Portador de buenas nuevas, particularmente
(en sentido religioso) las que garantizan nuestra salvación y la condenación
del prójimo.
Excentricidad, s. Método de distinción tan
vulgar que los tontos lo usan para acentuar su incapacidad.
Excepción, s. Cosa que se toma la libertad de diferir de
las otras cosas de su clase, como un hombre honesto, una mujer veraz, etc.
"La excepción prueba la regla", es un dicho que está siempre en boca
de los ignorantes, quienes la transmiten como los loros de uno a otro, sin
reflexionar en su absurdo. En latín, la expresión "Exceptio probat
regulam" significa que la excepción "pone a prueba" la regla y
no que la confirma. El malhechor que vació a esta excelente sentencia de todo
su sentido, substituyéndolo por otro diametralmente opuesto, ejerció un poder
maligno que parece ser inmortal.
Exceso, s. En moral, indulgencia que hace cumplir,
mediante penas apropiadas, la ley de la moderación.
Exceso de trabajo, s. Peligrosa enfermedad que
afecta a los altos funcionarios que quieren ir de pesca.
Exhortar, v. t. En materia religiosa, poner la conciencia
de otro en asador y dorarla hasta que su incomodidad se manifieste en un tono
pardo de nuez.
Exiliado, s. El que sirve a su país viviendo en el
extranjero, sin ser un embajador.
Éxito, s. El único pecado imperdonable contra nuestros
semejantes.
Experiencia, s. Sabiduría que nos permite reconocer como una
vieja e indeseable amistad a la locura que ya cometimos.
Expulsión, s. Remedio eficaz para la enfermedad de la
charlatanería. Muy usado también en casos de extrema pobreza.
Extinción, s. Materia prima con que la teología creó el
estado futuro.
Extremidad, s. Rama de un árbol o pierna de una mujer
norteamericana.
Extremo, s. La posición más alejada, en ambas direcciones
del interlocutor.
F
Famoso, adj. Notoriamente miserable.
Fanático, adj. Dícese del que obstinada y ardorosamente
sostiene una opinión que no es la nuestra.
Fantasma, s. Signo exterior e invisible de un temor
inferior. Para explicar el comportamiento inusitado de los fantasmas, Heine
menciona la ingeniosa teoría según la cual nos temen tanto como nosotros a
ellos. Pero yo diría que no tanto, a juzgar por las tablas de velocidades
comparativas que he podido compilar a partir de mi experiencia personal. Para
creer en los fantasmas, hay un obstáculo insuperable. El fantasma nunca se
presenta desnudo: aparece, ya envuelto en una sábana, ya con las ropas que
usaba en vida. Creer en ellos, pues, equivale no sólo a admitir que los muertos
se hacen visibles cuando ya no queda nada de ellos, sino que los productos
textiles gozan de la misma facultad. Suponiendo que la tuvieran, ¿con qué fin
la ejercerían? ¿por qué no se da el caso de que un traje camine solo sin un
fantasma adentro? Son preguntas significativas, que calan hondo y se aferran convulsivamente
a las raíces mismas de este floreciente credo.
Faro,
s. Edificio elevado sobre una playa, donde el gobierno mantiene un farol y un
recomendado político.
Favor, s. Breve prólogo a diez volúmenes de exacción.
Fe,
s. Creencia sin pruebas en lo que alguien nos dice sin fundamento sobre cosas
sin paralelo.
Fealdad, s. Don de los dioses a ciertas mujeres que
pueden ser virtuosas sin ser humildes.
Felicidad, s. Sensación agradable que nace de contemplar la
miseria ajena.
Felón, s. Persona de más empuje que discreción, que al
aprovechar una oportunidad ha elegido mal sus cómplices.
Ferrocarril, s. El principal entre los medios mecánicos que
nos permiten alejarnos de donde estamos hacia donde no estaremos mejor.. El
optimista lo prefiere por su rapidez.
Fiador, s. Tonto que poseyendo bienes propios se hace
responsable de los que otro confía a un tercero. Felipe de Orleans, queriendo
designar para un alto cargo a uno de sus favoritos --un noble disoluto--, le
preguntó qué garantía podía ofrecer. "No necesito fiador" --repuso el
noble-- "puesto que puedo daros mi palabra de honor". Divertido,
preguntó el Regente: "eso, ¿cuánto vale?" Repuso el noble:
"Señor, vale su peso en oro".
Fidelidad, s. Virtud que caracteriza a los que están por
ser traicionados.
Fiesta, s. Celebración religiosa generalmente
caracterizada por la glotonería y la ebriedad, que suele realizarse para honrar
a alguien que se distinguió por ser un santo y un abstemio. En la liturgia
católica hay fiestas móviles y fijas, pero los celebrantes se quedan
invariablemente fijos a la mesa, hasta que se han saciado. En su estadio
primitivo, estos entretenimientos asumían la forma de festividades en honor de
los muertos; fueron celebradas por los griegos con el nombre de "Nemesia",
y también por los aztecas y los incas, y en tiempos modernos son populares
entre los chinos; aunque se cree que los muertos de la antigüedad, como los de
hoy, comían poco. Entre las numerosas fiestas de los romanos, se encontraban
las "Novemdiale", que según Tito Livio, se celebraban cada vez que
llovían piedras del cielo.
Filántropo, s. Anciano caballero, rico y generalmente calvo,
que ha aprendido a sonreír mientras su conciencia le roba los bolsillos.
Filibustero, s. Pirata de poco bordo, cuyas anexiones, carecen
del mérito santificante de la magnitud.
Filisteo, s. Aquel cuya mente es producto de su medio, y
cuyos pensamientos y sentimientos están dictados por la moda. A veces es culto,
a menudo próspero, generalmente limpio y siempre solemne.
Filosofía, s. Camino de muchos ramales que conduce de
ninguna parte a la nada.
Finanzas, s. Arte o ciencia de administrar ingresos y
recursos para la mayor conveniencia del administrador.
Fisonomía, s. Arte de determinar el carácter de otro por
las semejanzas y diferencias entre su rostro y el nuestro, que es el criterio
de la excelencia.
Folletín, s. Obra literaria, generalmente una historia que
no es verdadera y que se prolonga insidiosamente en varios números de un
periódico o una revista. Cada entrega suele venir precedida de un "resumen
de lo publicado", para los que no la han leído, pero sería más necesario
un "resumen de lo que sigue", para los que no piensan leerlo. Lo
mejor sería un resumen de todo. El difunto James F. Brown estaba componiendo un
boletín para un semanario en colaboración con un genio cuyo nombre no ha
llegado a nosotros. Trabajaban, no conjunta sino alternativamente: una semana
Brown escribía un capítulo, a la semana siguiente escribía su amigo, y de este
modo pensaban seguir hasta el fin de los tiempos. Infortunadamente se
enemistaron, y un lunes por la mañana, cuando Brown leyó el periódico para
poder continuar la historia, descubrió que esta había sido interrumpida de un
modo calculado para sorprenderlo y herirlo. Su colaborador había embarcado a
todos los personajes del relato en un buque y los había hundido en lo más
profundo del Atlántico.
Folklore, s. Sabiduría popular que abarca mitos y
supersticiones. En la obra de Baring Gould, Curiosos Mitos de la Edad Media, el
lector encontrará el camino recorrido por muchos de ellos, a través de diversos
pueblos y en líneas convergentes hacia un común origen en la remota antigüedad.
Uno de los más generales y antiguos de esos mitos es el de "Alí Babá y los
Cuarenta Rockefellers".
Fonógrafo, s. Juguete irritante que devuelve la vida a
ruidos muertos. Forma pauperis, (expresión latina). "En carácter de
pobre", forma de presentación ante un juez que permite a éste fallar sin
remordimiento contra quien carece de dinero para pagar un abogado.
Fotografía, s. Cuadro pintado por el sol sin previo
aprendizaje del arte. Es algo mejor que el trabajo de un apache, pero no tan
bueno como el de un indio "cheyenne".
Frenología, s. Ciencia de alivianar el bolsillo a través del
cráneo. Consiste en localizar y explotar el órgano con que uno es un tonto.
Frontera, s. En Geografía política, línea imaginaria entre
dos naciones que separa los derechos imaginarios de una, de los derechos
imaginarios de la otra.
Funeral, s. Ceremonia mediante la que demostramos nuestro
respeto por los muertos enriqueciendo al sepulturero, y refirmamos nuestra
congoja mediante gastos que ahondan nuestros gemidos y duplican nuestras
lágrimas.
Futuro, s. Época en que nuestros asuntos prosperan,
nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está asegurada.
G
Ganso, s. Ave que suministra plumas para escribir que,
gracias a un proceso oculto de la naturaleza, están impregnadas, en distinta
medida, de la energía intelectual y el carácter del ganso, de suerte que al ser
entintadas y deslizadas mecánicamente sobre un papel por una persona llamada
"autor", resulta una transcripción bastante exacta de los
pensamientos y sentimientos del ave. Las diferencias entre un ganso y otro, tal
como se manifiestan a través de este ingenioso método, son considerables.
Muchos gansos sólo poseen facultades triviales e insignificantes, pero otros
son, en realidad, grandes gansos.
Gárgola, s. Desagüe saledizo en los tejados de los
edificios medievales, que por lo común tiene la forma de una grotesca caricatura
de un enemigo personal del arquitecto o del propietario. Esto ocurría sobre
todo en las iglesias y edificios eclesiásticos, cuyas gárgolas ofrecían una
verdadera "galería de delincuentes" formada por los herejes y
disidentes locales. A veces, al entrar en funciones un nuevo deán y un nuevo
capítulo, las viejas gárgolas eran reemplazadas por otras, más estrechamente
relacionadas con los resentimientos privados de los nuevos titulares.
Gato,
s. Autómata blando e indestructible que nos da la naturaleza para que lo
pateemos cuando las cosas andan mal en el círculo doméstico.
Genealogía, s. Estudio de nuestra filiación hasta llegar a
un antepasado que no tuvo interés en averiguar la suya.
Generosidad, s. Liberalidad del que tiene mucho al permitir que
quien no tiene nada, se procure todo lo que pueda. Se afirma que una sola
golondrina devora diez millones de insectos por año. Me parece un ejemplo
notable de la generosidad con que el Creador provee a la subsistencia de sus
criaturas.
Generoso, adj. Originariamente, esta palabra significaba
noble por nacimiento, y se aplicaba rectamente a una gran multitud de personas.
Ahora significa noble por naturaleza y va cayendo en desuso.
Geógrafo, s. Sujeto que puede explicarnos de primera
intención la diferencia entre lo que está fuera del mundo y lo que está
adentro.
Geología, s. Ciencia de la corteza terrestre, que sin duda
incluirá la del interior del globo cuando un charlatán salga de un pozo. Las
formaciones geológicas del planeta ya observadas son: el Primario, o inferior,
que está formado por rocas, huesos de mulas empantanadas, cañerías de gas,
herramientas de mineros, viejas estatuas desnarigadas, doblones y antepasados.
El Secundario está constituido principalmente por gusanos colorados y topos. El
Terciario comprende vías férreas, pavimentos, hierbas, víboras, botines
enmohecidos, botellas de cerveza, latas de tomates, ciudadanos intoxicados,
basura, anarquistas e imbéciles.
Glotón, s. Persona que escapa a los riesgos de la
moderación incurriendo en dispepsia.
Gnóstico, s. Miembro de una secta de filósofos que tratan
de fusionar a los primitivos cristianos con los platónicos. Los primeros no
quisieron entrar en conversaciones, y la combinación falló, con gran fastidio
de los promotores.
Gnu,
s. Animal sudafricano, que en su forma domesticada se parece a un caballo, un
búfalo y un ciervo. En estado salvaje, se parece a un rayo, un terremoto y un
ciclón.
Gobierno monárquico, s. Gobierno.
Gota,
s. Nombre que da el médico al reumatismo de un paciente rico.
Gracias, s. Tres bellas diosas, Aglaia, Thalia y
Euphrosyne, que servían gratuitamente a Venus. No costaba nada mantenerlas,
porque comían muy poco y se vestían según el tiempo, con la brisa que soplaba
en ese momento.
Gramática, s. Sistema de trampas cuidadosamente preparadas
en el camino por donde el autodidacto avanza hacia la distinción.
Gravitación, s. Tendencia de todos los cuerpos a acercarse
unos a otros con fuerza proporcional a la cantidad de materia que contienen; la
cantidad de materia que contienen se determina por la tendencia a acercarse
unos a otros. Bello y edificante ejemplo de cómo la ciencia, después de hacer
de A la prueba de B, hace de B la prueba de A.
Guerra, s. Subproducto de las artes de la paz. Un
período de amistad internacional es la situación política más amenazadora. El
estudioso de la historia que no ha aprendido a esperar lo inesperado, puede
perder la esperanza de cualquier revelación. La máxima, "En tiempo de paz
prepara la guerra" tiene un significado más profundo de lo que parece;
quiere decir, no sólo que todas las cosas terrestres tienen un fin, que el
cambio es la única ley inmutable y eterna, sino que el terreno de la paz está
sembrado con las semillas de la guerra y favorece su germinación y crecimiento.
Cuando
Kubla Khan decretó su "majestuoso palacio de placeres", es decir
cuando hubo paz en Xanadú y gordos festines, sólo entonces, "oyó a lo
lejos Antiguas voces que anunciaban guerra." (Las dos citas pertenecen a
"Kubla Khan", poema inconcluso de Coleridge.) Coleridge era no sólo
un gran poeta, sino un hombre sabio, y no en vano recitó esta parábola.
Necesitamos menos "manos tendidas por encima de los mares", y algo
más de esa desconfianza elemental que constituye la seguridad de las naciones.
La guerra se complace en venir como un ladrón en la noche; y la noche está
hecha de promesas de amistad eterna.
Guillotina, s. Máquina que hace que un francés se encoja de
hombros con buen motivo. En su gran obra sobre "Líneas Divergentes de la
Evolución Racial", el erudito profesor Brayfugle argumenta que el
predominio de ese gesto entre los franceses demuestra que descienden de la
tortuga, y que es una simple supervivencia de la costumbre de replegar la
cabeza al interior del caparazón. Me desagrada discordar con autoridad tan
eminente, pero en mi opinión (detalladamente expuesta en mi obra Emociones
Hereditarias, Libro 11, capítulo xi), el encogimiento de hombros es una base
demasiado débil para fundamentar una teoría tan importante, puesto que antes de
la Revolución, el gesto era desconocido. No dudo que tiene una relación directa
con el terror que inspiró la guillotina cuando su uso estaba en auge.
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