Carrió y Rico salen en ayuda de Cristina
En los últimos días algunos opositores viejos y nuevos parecen decididos
a hacerle el juego a las denuncias oficiales sobre intentos destituyentes.
..por
Marcos Novaro - Clarín
El
oficialismo viene denunciando intentos de destituirlo, esto es, sacarlo del
poder en forma anticipada y por medios ilegales y antidemocráticos, desde hace
ya demasiado tiempo. Aunque
jamás logró que en la opinión
pública prendiera ese temor.
Ni mucho menos que, en reacción a sus denuncias, se generara el rechazo y el
odio que cree se merecen los opositores, por el simple hecho de existir y no
dejarlo salirse con la suya en todo.
(En
este párrafo el analista de la corneta asume que es posible sacarla de manera
anticipada por medios legales y democráticos, de lo contrario no nos regalaría
semejante aclaración)
Al
contrario, incluso en momentos de relativa debilidad gubernamental como fue el
que se vivió al final de la crisis con el campo, ha imperado entre nosotros la
opinión de que la democracia no está en riesgo.
Salvo para un sector muy minoritario de kirchneristas duros, que sí creen en la
amenaza golpista. Y para un sector también duro de la oposición, cuyo volumen
creció desde 2011 gracias al “vamos por todo”, aunque luego de las PASO ha
vuelto a reducirse, y que
cree que quien amenaza la
democracia es en todo caso el propio gobierno.
(Si se responsabiliza al
Gobierno de amenazar a la democracia estamos ante el armado de un escenario
propicio para destituirlo “por medios legales y democráticos”)
Con
todo, en los últimos días algunos opositores viejos y nuevos parecen decididos
a hacerle el juego a las denuncias oficiales sobre intentos destituyentes.
Carrió dio el puntapié sobre el tema y en un reciente reportaje dio por hecho que sectores disidentes del peronismo quieren que Cristina
se vaya antes de tiempo, argumentando que eso les convendría
para asegurar la impunidad, así como la continuidad en el poder, al grueso de
su dirigencia. La idea sería, según Carrió, repetir el ciclo vivido entre 2001 y
2003: un gobierno provisorio que haga el trabajo sucio del ajuste y deje las
cosas más o menos ordenadas para un nuevo jefe peronista, que vendría a ser
Massa.
(Es
necesario que Carrió aprenda que de aquí en mas contra Massa, no. Es la
esperanza blanca y hay que protegerlo)
El
argumento no solo es desopilante sino profundamente irresponsable.
Atribuye una capacidad de coordinación y manipulación inusitada a un
fantasmagórico “comité de conspiradores peronistas”, que si realmente existiera
y tuvieran el poder que se les atribuye, no se entiende por qué no habrían de
usarlo con criterios más prácticos, como sellar con la propia Cristina un
pacto de impunidad, u obligarla a hacer el trabajo sucio del
que se habla. Y del que también habla Cristina, vale la pena acotar, “cuando
dice que no va a devaluar ni a tomar ninguna otra medida que enfríe la economía
para corregir los desequilibrios acumulados en estos años. Y que, se ve, piensa
seguir acumulando en los dos que le quedan”.
(En
negrita y entre comillas vemos el nudo del dilema magnetista-novariano).
Lo
de Carrió es además irresponsable porque agita un fantasma de guerra
intestina en el país y en el peronismo que, aunque poco realista en los tiempos que corren, le sirve para
abonar un clima ya tenso y que el gobierno nacional también viene esmerándose
en volver cada vez más tenso. Carrió remite al hacerlo, en forma más explícita
que la Presidente, a épocas no tan lejanas en que las internas peronistas
dieron lugar a hechos de violencia y otras prácticas anti institucionales. Y
con ello pretende
descalificar a contendientes
políticos a quienes,
más allá de lo que se opine de ellos, no hay reales motivos para considerar una
amenaza para la democracia.
(Mientras se descalifique al oficialismo está todo bien, nada de meterse
con la oposición. Esa es una actitud irresponsable). Ni Barrionuevo, ni
Cariglino, ni Duhalde, tiene vocación destituyente…)
Así,
con el disfraz de un llamado a la responsabilidad institucional, lo que Carrió
efectivamente hace es descalificar a los moderados del
peronismo
y tratar de complementar la escena de polarización que siempre
busca Cristina, con otra a la vez opuesta y equivalente, en la que todos son unos malditos que quieren destruir la República, salvo ella. Si pudiera afirmarse que su denuncia
es puro oportunismo de campaña, y que no cree realmente todo lo que dice,
habría de seguro menos motivos para reprocharle tanta insensatez.
(Sabrá
este muñeco de torta bien pago por cierto, quiénes son estos “moderados” del
peronismo. Y una pregunta adicional ¿Quiénes son los “no moderados “del
peronismo? ¿Moderados en qué y con relación a quién?)
Encima,
como disparado por un resorte apareció a continuación Rico para completar la
escena: en un mismo movimiento el ex caudillo carapintada anunció que
abandonaba el oficialismo para apoyar a Massa y reclamó ponerle fin cuanto antes a la “dictadura de Cristina”,
sacándonosla de encima a como diera lugar. Rico nunca se sabe si habla por sí
mismo o por otros, pero tal vez en el fondo eso no es lo que importa. Lo que
realmente cuenta es el submundo de extremismos políticos que sus palabras se esforzaron por
traer a la luz, y que siempre parece estar ahí disponible para políticos más
gravitantes, y tal vez no tan sinceramente extremistas, pero que en caso de
necesidad estén dispuestos a utilizarlo. O tal vez lo que las palabras de Rico
revelan es algo más: que, igual que Carrió, necesita
que Cristina siga siendo el centro y dando la
pauta a toda la política argentina, porque sólo en un ambiente que tenga sus
marcas ellos creen poder encontrar una razón de ser. Y puede que no se
equivoquen del todo: el ocaso del cristinismo tal vez sea también el de éstos
sus enemigos soñados.
(Y
le pone la frutilla a la torta el muñeco: Lo nefasto para el tipo es que “Cristina siga siendo el centro y dando la pauta
a toda la política argentina”. ¿Y quién quiere Novaro que sea el que ocupe ese
lugar si no es el mismísimo primer mandatario de una Nación. ¿Acaso su Patrón?)
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