1880 -1916 LA ARGENTINA QUE AMAN NUESTROS LIBERALES CONTEMPORÁNEOS.. para empezar a entender las alianzas de Moyano, Piumato, Venegas y Plaini
Carta
testimonial del obrero inmigrante José Wanza enviada a la redacción del diario
"El Obrero" y publicada el 26 de Septiembre de 1891
“¡Esto aquí es el infierno y miseria negra!”
Aprovecho
la ida de un amigo a la ciudad para volver a escribirles. No sé si mi anterior
habrá llegado a sus manos. Aquí estoy sin comunicación con nadie en el mundo.
Sé que las cartas que mandé a mis amigos no llegaron. Es probable que estos
nuestros patrones que nos explotan y nos tratan como a esclavos, intercepten
nuestra correspondencia para que nuestras quejas no lleguen a conocerse.
Vine
al país alagado por las grandes promesas que nos hicieron los agentes
argentinos en Viena. Estos vendedores de almas humanas sin conciencia hacían
descripciones tan brillantes de la riqueza del país y del bienestar que
esperaba aquí a los trabajadores que a mí con otros amigos nos halagaron y nos
vinimos.
En
Buenos Aires no he hallado ocupación y en el Hotel de Inmigrantes, una inmunda
cueva sucia, los empleados nos trataron como si hubiésemos sido esclavos. Nos
amenazaron de echarnos a la calle si no aceptábamos su oferta de ir como
jornaleros para el trabajo en plantaciones a Tucumán. Prometían que se nos
daría habitación, manutención y $ 20 al mes de salario. Ellos se empeñaron en
hacernos creer que $ 20 equivalen a 100 francos, y cuando yo les dije que eso
no era cierto, que $ 20 no valían más hoy en día que apenas 25 francos, me
insultaron, me decían Gringo de m..., y otras abominaciones por el estilo, y
que si no me callaba me iban hacer llevar preso por la policía. Comprendí que
no había más que obedecer.
¿Qué
podía yo hacer? No tenía más que 2,15 francos en el bolsillo. Hacían ya diez
días que andaba por estas largas calles sin fin buscando trabajo sin hallar
algo y estaba cansado de esta incertidumbre.
En
fin, resolví irme a Tucumán y con unos setenta compañeros de miseria y
desgracia me embarqué en el tren que salía a las 5 p.m. El viaje duró 42 horas.
Dos noches y un día y medio. Sentados y apretados como las sardinas en una caja
estábamos. A cada uno nos habían dado en el Hotel de Inmigrantes un kilo de pan
y una libra de carne para el viaje. Hacía mucho frío y soplaba un aire
heladísimo por el carruaje. Las noches eran insufribles y los pobres niños que
iban sobre las faldas de sus madres sufrían mucho. Los carneros que iban en el
vagón jaula iban mucho mejor que nosotros, pedían y tenían pasto del que
querían comer.
Molidos
a más no poder y muertos de hambre llegamos al fin a Tucumán. Muchos iban
enfermos y fue aquello un toser continuo.
En
Tucumán nos hicieron bajar del tren. Nos recibió un empleado de la oficina de
inmigración que se daba aires y gritaba como un baja turco. Tuvimos que cargar
nuestros equipajes sobre los hombros y de ese modo en larga procesión nos
obligaron a caminar al Hotel de Inmigrantes. Los buenos tucumanos se apiñaban
en la calle para vernos pasar. Aquello fue una chacota y risa sin interrupción.
¡Ah, Gringo! ¡Gringo de m... al Los muchachos silbaban y gritaban; fue aquello
una algazara endiablada.
Al
fin llegamos al hotel y pudimos tirarnos sobre el suelo. Nos dieron pan por
toda comida. A nadie permitían salir de la puerta de calle. Estábamos presos y
bien presos.
A
la tarde nos obligaron a subir en unos carros. Iban 24 inmigrantes parados en
cada carro, apretados uno contra el otro de un modo terrible, y así nos
llevaron hasta muy tarde en la noche a la chacra. Completamente entumecidos,
nos bajamos de estos terribles carros y al raso nos tiramos sobre el suelo. Al
fin nos dieron una media libra de carne a cada uno e hicimos fuego. Hacían 58
horas que nadie de nosotros había probado un bocado caliente.
En
seguida nos tiramos al suelo a dormir. Llovía, una garúa muy fina. Cuando me
desperté estaba mojado y me hallé en un charco.
¡El
otro día al trabajo! y así sigue esto desde tres meses.
La
manutención consiste en puchero y maíz, y no alcanza para apaciguar el hambre
de un hombre 'que trabaja. La habitación tiene de techo la grande bóveda del
firmamento con sus millares de astros, una hermosura espléndida. ¡Ah qué
miseria! Y hay que aguantar nomás, ¿Qué hacerle?
Hay
tantísima gente aquí en busca de trabajo, que vegetan en miseria y hambre, que
por el puchero no más se ofrecen a trabajar. Sería tontera fugarse, y luego,
¿para dónde? y nos deben siempre un -mes de salario, para tenernos atados. En
la pulpería nos fían lo que necesitamos indispensablemente a precios sumamente
elevados y el patrón nos descuenta lo que debemos en el día de pago. Los
desgraciados que tienen mujer e hijos nunca alcanzan a recibir en dinero, y
siempre deben.
Les
ruego compañeros que publiquen esta carta, para que en Europa la prensa
proletaria prevenga a los pobres que no vayan a venirse a este país. ¡Ah, si
pudiera volver hoy!
¡Esto
aquí es el infierno y miseria negra! Y luego hay que tener el chucho, la fiebre
intermitente de que cae mucha gente aquí. Espero que llegue ésta a sus manos.
Salud.
JOSÉ WANZA
LEY DE RESIDENCIA O LEY CANÉ Nº 4.144
22 de Noviembre de 1902
[…] SANCIONA CON FUERZA DE LEY:
ARTÍCULO 1º
- El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida del territorio de la Nación a todo
extranjero que haya sido condenado o sea perseguido por los tribunales
extranjeros por crímenes o delitos comunes.
ARTÍCULO 2º
- El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida de todo extranje¬ro cuya conducta
comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público.
ARTÍCULO 3º
- El Poder Ejecutivo podrá impedir la entrada al territorio de la República a
todo extranjero cuyos antecedentes autoricen a incluirlo entre aquellos a que
se refieren los artículos anteriores.
ARTÍCULO 4º
- El extranjero contra quien se haya decretado la expulsión tendrá tres días
para salir del país, pudiendo el Poder Ejecutivo, como medida de seguridad
pública, ordenar su detención hasta el momento del embarque.
ARTÍCULO 5º
- De forma.
* En 1902 se organizaron en el país las primeras
Federaciones de Oficio del movimiento obrero. En el mismo año fueron a huelga
estibadores de Buenos Aires y similares conflictos se plantearon en Bahía
Blanca, Zárate y Rosario. La detención de un grupo de huelguistas produjo un
movimiento de solidaridad que motivo que 5000 peones de las barracas y el
Mercado Central de Frutos de Avellaneda, fueran también a la huelga. Como tal
situación amenazaba con paralizar las exportaciones el gobierno intento
reemplazar a los huelguistas con tropas y peones del estado, frente a lo cual,
los estibadores y conductores de carros también fueron a la huelga en
solidaridad con los primeros, sumándose finalmente la FOA que declaró la huelga
general. La magnitud del movimiento provocó entonces la alarma del gobierno que
declaró el estado de sitio, procedió a allanar locales sindicales y detener a
sus dirigentes, y la circulación de la prensa revolucionaria. En estas
circunstancias, el Congreso votó esta ley, la primera en el país destinada a la
represión del movimiento obrero. Finalmente, el 22 de noviembre de 1902 el
Senado, sobre la base de un proyecto de Cané y tomando en cuenta el despacho de
la Comisión de Asuntos Constitucionales que suscriben los señores Pérez y
Carbó, sanciona la Ley de Residencia. Por ella muchos militantes anarquistas
fueron deportados de inmediato, y la ley quedó pendiente como una espada de
Damocles sobre los obreros más combativos.
no le entendi jajajajajajaja
ResponderEliminarY NO ENTENDISTE PORQUE ERES UN IGNORANTE SI ERES ARGENTINO DEBERIAS DAR GRACIAS A LOS INMIGRANTES PORQUE ELLOS HICIERON LA INDUSTRIALIZACION DE LO QUE HAHORA ES ARGENTINA
Eliminarrealmente una mierda los argentinos solo buscavan esclavos y no colaborar con los inmigrantes y si no servian para su bien comun lo que hacia es el gobierno de dictar una ley sin derechos HUMANOS LAMENTABLEMENTE UNA PUTA MIERDA
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