Como viejo Socialista se me hace tan inverosímil votar Peronismo no kirchnerista
como votar al propio Socialismo o alguna otra fuerza contemporánea que se dice
progresista.
En
estos diez años las fuerzas así llamadas han demostrado un notorio desapego por
las políticas distribucionistas y populares desarrolladas, de modo que muy poco
queda por debatir. Lo hecho y dicho por esta porción del campo opositor no
resiste el menor análisis político. Desde sus posicionamientos con relación a
la política de DD.HH hasta la misma discusión sobre incisos económico/sociales clarifican
que el enfrentamiento es inexorable. Es probable que el peso del discurso
mediático mediopelo haya cooptado el espíritu de muchos compañeros. No es mi
caso. Sigo entendiendo a la política como un arte que debe perseguir
solidariamente el bien común de toda la sociedad, sin excluidos; y para que
ocurra dicho paradigma es necesario tomar decisiones que en muchas ocasiones
afectan intereses puntuales de aquellos sectores más privilegiados. Curiosamente
el progresismo nacional no está de acuerdo con ello, por lo tanto, para los que
pretendemos una Patria en donde la equidad sea significado y significante no
nos queda opción. El Kirchnerismo, en victoria o en derrota, fue, es y seguirá
siendo la única posibilidad de llegar a dicha equidad, con errores y con
aciertos. Y no sólo me refiero a una equidad de bienes y servicios: hablo de
cultura, de educación, de integración, de sentido de pertenencia, de la
valorización de la alteridad, vale decir observar al otro como uno. Pensamiento
crítico no es pensamiento destructivo. Por suerte, o no tanto, los deseos de
Sanz no se han cumplido, de modo que seguiremos peleando, con alguna decorosa chance, por
los espacios políticos. Puede ser que en algunos distritos no nos vaya tan bien
como deseamos, puede ser que en otros triunfemos holgadamente, la lectura final
deberá ser nacional, no me parece inteligente sostener que el deseo de un
modelo de país sea solamente resorte de aquellos sectores visibilizados
mediáticamente. El domingo será la clasificación para la carrera del 27 de
Octubre teniendo en cuenta que dicha carrera no define para nada el campeonato.
El campeonato se define en el 2015 y hasta ese momento, gracias a la política, mucha
aguas y traiciones correrán bajo los puentes. Lo que hoy no tenemos tan claro terminará por
develarse, lo que hoy nos parece cordial y simpático deberá dar pruebas de su
eficiencia y compromiso, lo que hoy se presenta como republicano se verá en la
disyuntiva de tener que releer viejas lecturas, los que hoy se presentan como
Mesías deberán, en estos años, exponer y dar fe de su santidad...
Ciertamente
me perturba que el postkirchnerismo, sin kirchnerismo, me ubique, nos reubique,
en un NO lugar político, como en los noventa. Éramos los invisibles, los
indeseables, los que hablábamos del Estado como el primer emprendedor, los que
ponderábamos al cooperativismo, los que percibíamos que el conflicto económico
y político provocado en aquellos años por el neoliberalismo no podía resolverse
de espaldas al pueblo y de la mano de los Organismos Internacionales de
Crédito. Lamentablemente tengo demasiada
memoria para confiar en algo que no sea Kichnerismo. Que va, en el fondo y a
pesar de la enorme tarea constructiva de Néstor y Cristina sabemos que nada
dura demasiado y uno tiene la humana obligación de no abandonar el esceptismo;
acaso para que no nos vuelvan a embaucar, acaso para tener siempre presente
aquellos años en donde fuimos felices...
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