EL "MEDIOPELO", EL "SOJETE", ES UN ANIMAL DE COSTUMBRES... REPITE, REPITE Y REPITE.. (Vive en constante estado eructivo. Debe ser por eso su permanente estado de hediondez bucal) ... ideas extraídas del libro Los Garcas de los hermanos MULEIRO
Con
todo el aparato mediático y cultural de la oligarquía a su favor el optimismo
del triunfo de los “democráticos” era total hasta tal punto de anunciarlo antes
de tiempo, como el socialista Alfredo Palacios que dijo el 24 de febrero de
1946, antes que se diera el escrutinio: “Sobre el resultado nadie debe tener
dudas; ha sido un triunfo rotundo, aplastante de la democracia”. El fervor que había concitado el maratónico
proselitismo que emprendieron Perón y Evita se les había pasado por alto. Los
resultados, sobre los que no podían montar sospechas, los despertaron.
En
la medida que estos sectores medios y aún medios bajos tirando a un cuarto se
incorporaron a las ofertas de la vida urbana y determinados niveles de consumo,
las imágenes publicitarias y escolares les devolvieron ese mismo color blanco y
ese aire decente de la impecabilidad. La posibilidad de ser un entrevisto como
“pobre” entró en la galería del horror clasemediero. La cultura de la
apariencia se instaló como un denodado
esfuerzo vital.
La
identidad peronista, con su carga desafiante, desconcertó aún a quienes se
beneficiaban con el crecimiento del mercado interno. Los docentes, los
bancarios, los pequeños comerciantes, que se las tenían que ver con nuevas
reglamentaciones laborales y el talante más íntegro de sus otrora serviles
dependientes, se hicieron mayormente opositores y comían todas las lacras que
vomitaba la oligarquía, aún más resentida, para hablar de vagos, demagogia,
nazifascismo y estatismo. Con la encendida pluma de Blaquier, desde la AJDA y
la revista Demosm decían: La democracia nos ha llevado a una dictadura, y se
preguntaban ¿cómo salir de esta encrucijada?.
A
pesar de que los intereses económicos de los terratenientes resultaron
intocados por el peronismo, las clases dominantes un pudieron soportar estar
afuera de las decisiones que se tomaban en la Casa Rosada. Siempre consideraron
al gobierno como cosa propia olvidando que entre los bienes personales y los
bienes del Estado hay una rotunda diferencia. Y cuando terminaron de dilapidar
sus propias fortunas no dudaron un segundo en vender las fortunas de la Patria.
Ningún
peronista debe sentirse más de lo que es ni menos de lo que debe ser, decía la
séptima de las veinte verdades peronistas, cuando un peronista comienza a
sentirse más de lo que es empieza a convertirse en un oligarca. “Comprendo más,
y casi diría perdono más, el odio de la oligarquía que la frialdad de algún
hijo bastardo del pueblo”, sentenció Evita en Mi mensaje, para luego agregar,
“lo que a mi me preocupa es que pueda retornar entre nosotros el espíritu
oligarca”... No se equivocó Evita en sus sospecha que desde las propias filas del
peronismo los traidores tendrían un lugar destacado en gran parte de las
fórmulas transaccionales que se buscarían para evitar la lisa y llana
representatividad popular o, como durante el menemismo, traicionarla sin más. Una
frase de Norberto Galazo ilumina esta etapa: Carlos Menem había llegado al
poder como la reencarnación de Facundo Quiroga, pero resultó ser nada menos que
Bernardino Rivadavia, sujeto al servicio de los grupos concentrados y el
imperialismo. La oxidada idea oligarca tomó cuerpo en las clases medias: “Los
sectores populares eran los que obstaculizaban un progreso nacional”.. Ahora
como entonces la clase media prefiere creer que no la están utilizando para un
proyecto que la deja de lado, sino que la están defendiendo. Nacieron así, durante
la 125 los “sojetes” (equivalente del mediopelo jauretchiano), segmentos que
sin una planta de soja en sus balcones defendían a capa y espada a los que
lucraban con ella. Los sojetes, lectores fanatizados de Clarín y La Nación,
encontraron como explicación que las políticas sociales eran fuente de vagancia
legalizando los cortes de ruta, modo de protesta que era denostada cuando era
practicada por los sectores populares. La clase media estuvo por ese entonces,
y aún está, impedida en relacionar los mayores ingresos fiscales con la
infraestructura social y atacaron a la política como una actividad malsana aprovechando
para agrandar la fractura que los mismos medios contribuían a generar. La
miserabilidad ideológica de la oligarquía se sirve de sus medios de
comunicación intentando profundizar la exclusión. Y hoy hacen su gran apuesta
porque saben que en la cabeza de los sectores medios es en donde se da la
batalla para que les devuelvan el poder. Cómo están tratando el tema del fallo
Griesa los medios dominantes nos eximen de continuar con tan fatigoso
análisis...
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