Foto: Blog AM 1470 La Dorrego
En
la avenida de ingreso a Coronel Dorrego, a las seis de la mañana del jueves
pasado, un pibe de 20, pibe nacido en el pueblo, mal llevado, sacado, con
antecedentes de cometer desmanes de toda clase y tenor mató de un balazo en la
nuca a una piba de 20, policía, piba nacida en el pueblo, linda, querida. Sospecho
que el pibe de 20 no fue a matar ya que no llevaba armas, sin embargo mató.
Parece que dentro de su lógica marginal entendía que abrir autos por la zona y
a esa hora era una cuestión aceptable. Luego de una previsible y urbana
denuncia llegó la piba de 20, con su móvil, con sus atuendos y petates
reglamentarios. Después de un forcejeo con un compañero de la piba de 20, el
pibe de 20 logra capturar una de las armas reglamentarias y dispara y mata,
quiere escapar robándose el móvil policial, no lo logra, vuelca con el auto en
una zanja, es aprehendido. Dos chicos de 20, que muy probablemente hayan
compartido recitales, bailes y fiestas, han muerto en Coronel Dorrego, la piba
en el acto, lo del pibe será más lento. La piba de 20 murió cumpliendo su
función de cuidar los bienes de la sociedad, el pibe de 20 intentando
apropiarse de esos mismos bienes. Una locura naturalizada. El pibe de 20 no debió estar allí abriendo autos,
la piba de 20 tampoco debió estar allí tratando de que no los abra. Ambos
habían nacido y crecido en tiempos en donde esta sociedad, hoy denuncista y
timorata, que le exige con rigurosidad cumplir con su deber a esa piba de 20,
expulsaba a cientos de miles de personas hacia la marginalidad y la pobreza.
¿Dónde estuvimos los adultos durante todos estos años, con nuestras elecciones,
egoísmos y decisiones sociales, para que esos pibes de 20 lograran abstenerse del encuentro en esa fría y horrible mañana de jueves?... La piba de 20 nos duele en
el alma, acaso parte de nosotros merecería morir un poco con ella, mientras que
el pibe de 20 nos debería hacer reflexionar ya que existen miles de ellos
debido a causas que siento no tenemos el suficiente valor para asumir. En ambos
casos hemos fracasado y nos debemos hacer cargo... No es necesario marchar para
pedir justicia, sin dudas habrá justicia para ese pibe de 20 y tendrá una pena
conforme a su delito. Tristemente la que no tendrá justicia completa será la
piba de 20, ya no está entre nosotros, no será madre, no podrá disfrutar de
recitales, de fiestas, ni podrá ser la fiel amante del amor de su vida, porque
si bien su matador irá preso con todo el peso del cógigo penal, nunca iremos presos los que permitimos que una
bella y tierna adolescente tenga que estar a las seis de la mañana de un día
cualquiera jugándose la vida debido a que sospechamos que nuestros bienes
materiales así lo justifican...
Si
bien sabemos que la violencia social es inevitable y que el delito tiene que
ver con cuestiones más profundas que una simple rigurosidad jurídica, sólo
espero que nunca más una piba de 20 tenga la imperiosa necesidad profesional,
obedeciendo a una extremada necedad institucional, de tenerle que poner su
joven y frágil cuerpo a las miserias que como colectivo social supimos edificar.
Y para peor, ni siquiera los entrenamos y capacitamos debidamente para que puedan manejar estas emergencias, que podríamos llamar "gajes del oficio" en forma mas adecuada sin arriesgar sus vidas inútilmente. Les damos un uniforme, les proveemos un arma, y luego nos vamos a dormir tranquilos. Nuestras pequeño burguesas conciencias duermen en paz. Luego, en todo caso acompañamos al cortejo y nos manifestamos indignados. Y cada palada de tierra que cae sobre el ataúd tambien está sepultando nuestra conciencia ciudadana.
ResponderEliminardespués de tantos intentos de análisis que se han hecho en estos días en diferentes medios, llenas de demagogia indignada, encontrar esta reflexión me deja el sabor dulce de encontrar las palabras que se me alejaban para analizar este hecho. ya lo comparto porque este análisis merece ser difundido
ResponderEliminarun abrazo
Suyo Edgardo, gracias y un abrazo
ResponderEliminarAntonio. Tu último párrafo habla por sí y con crudeza del dilema del cual nos debemos hacer cargo..