APENAS LANZADO SERGIO MASSA AL RUEDO ELECTORAL bocetábamos algunas hipótesis ciertamente arriesgadas...

... la reiteración del presente texto publicado el 24 de Junio por parte de este espacio no busca falsos recodos ufanos. Simplemente vuelve a plantear una serie de preguntas críticas. ¿Qué debimos haber hecho? ¿Dejar las convicciones de lado luego de 10 años de lucha y bajar nuestras banderas fundacionales en pos de obtener otro resonante triunfo en las PASO? Ante el panorama que se describe, ¿era posible, en la praxis, mutar el discurso? ¿Y de haber sido posible hubiésemos sido creibles, o lo que es mejor, hubiésemos sido veráces para ese electorado que luego nos esquivó?...

Digresión: Muchos de los compañeros blogueros le caen a 678. Comparto que el ciclo está agotado, como formato televisivo y como propuesta militante. Pero me llama mucho la atención que no reparemos en aquellos medios cuyos titulares son supuestamente adheretes al modelo. En algún caso la caída de ojos a favor de Sergio Massa fue notoria, en otros la tibieza fue la línea editorial dominante.


¿Es lógico qué exista una lectura Kirchnerista de derechas?

25 de Junio 2013

Pues no resulta para nada descabellado teniendo en cuenta que jamás el kirchnerismo planteó sus políticas en términos dogmáticos. Aquellos que somos cobijados por ideas de izquierda y que adherimos al proyecto popular debemos asumir que nunca fuimos engañados al respecto, de modo que desilusionarse debido a que algunos dirigentes kirchneristas perciban que no existen razones para profundizar aún más el modelo distribucionista no nos puede ni nos debe sorprender. En términos estrictamente ideológicos podemos afirmar que políticamente no existe nada a la izquierda del Kirchnerismo como opción de poder, eso no implica que el kichnerismo lo sea, cosa que nos pone de cara a una realidad concreta y tangible: Hasta qué punto de sus intereses individuales y sectoriales esta sociedad se permite socializar sus rentas, me refiero a  los límites de la inclusión y su vocación solidaria. Acaso el notorio crecimiento de los sectores medios de estos años ha tenido su respuesta con dichos dirigentes. Las demandas en estos diez años se han modificado y parte del kichnerismo considera que ha llegado el momento de priorizarlas. Mientras el núcleo duro aún observa (observamos) que el camino hacia la equidad lejos está de haberse recorrido en su totalidad los sectores más conservadores que apoyan el modelo estiman que es hora de subsumir determinados postulados a favor del gestionalismo tecnocrático. Convengamos que muchos aliados provinciales del Kichnerismo en nada comulgan con sus paradigmas, diría que los menos, cuestión que provoca una sensación de incertidumbre permanente en cuanto a los alineamientos y supuestas fidelidades. Criticar políticamente a Massa porque utilizó al kichnerismo para cimentar su plataforma de lanzamiento personal es lo mismo que denostar a Néstor porque llegó de la mano de Duhalde o a este por haber hecho lo propio con Menem. Parafraseando al hombre del salón oval: “Es la política estúpidos” me atrevo a ironizar caprichosamente modificando términos. De hecho también el radicalismo vivió situaciones similares siendo el propio Raúl Alfonsín quién tristemente fue desahuciado por la oleada liberal a la que adhirió fervorosamente la línea nacional cordobesa. Muchos de los que llegaron de su mano no tuvieron inconvenientes en menoscabarlo humana y políticamente subidos a una tabla en donde el equilibrio entre la historia del centenario partido y "el fin de las ideologías" eran ciertamente difusos. En lo personal adhiero a don Raúl y aquella hermosa reivindicación que hizo de las ideas cuando mencionó la necesidad de estar preparado para perder elecciones antes que renunciar a las convicciones. Lamentablemente el Radicalismo ha decidido no hacerle caso. Esperemos que el kichnerismo y sus militantes no sigan sus pasos, de lo contrario esta incipiente primavera quedará en la historia como aquella del Alfonsín: Lo que pudo haber sido y no fue debido a que imprudentemente y montados de cierta soberbia decidimos creer, como sociedad, que los implacables, tal como los llama Lula, estaban definitivamente derrotados. Sería fundamental un gran acuerdo programático del kichnerismo con las fuerzas de centroizquierda para tratar de alejar definitivamente los fantasmas del pasado, pero como dijimos, tal cosa resulta imposible debido a que no existe nada a su izquierda con vocación política para disputarle el poder al poder real de las corporaciones. El kirchnerismo tiene la ciclópea tarea de mantener su identidad popular aún a costa de perder importantes y prestigiosos dirigentes que forjaron sus siluetas gracias a las políticas públicas desarrolladas, pero que hoy consideran a esas políticas públicas como factores limitantes para sus individuales ambiciones. La batalla política sigue estando en el campo cultural, es la mediatización corporativa o la militancia de base, y es el pueblo con su lectura política el que debe decidir sus flancos de preferencia. La aparición de un kirchnerismo de derechas nos conmueve como militantes pero no deja de ser la resultante de un proceso inclusivo en donde los sectores medios se presentan como actores sociales determinantes. La visualización de aquello por conservar individualmente va superando de manera pausada la prioridad social de lo que aún falta. Acaso Massa sea la respuesta a todos estos dilemas...



más allá de la chicana que propone el chiste, por suerte la oposición no se tenía mucha fe...



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