OBVIEDADES 2013




Mientras tengo el poco arriesgado tino – no esperen demasiado de este escrito -  de elaborar el presente análisis varias roscas y no de reyes están servidas sobre centenares de mesas de la Patria. En algún caso entre mateadas, en otros entre delicados cepajes californianos. La cosa es que a pocas horas del cierre de las listas para las PASO todavía queda lo más importante por develar: Cómo y con quién ha construido el oficialismo a escala territorial. Según los últimos sondeos el NOA y el NEA conservan las mismas estructuras de alianzas que en los comicios pasados. El índice de popularidad del Gobierno en las mencionadas regiones no se ha modificado. Ahora bien, como muy atinadamente marcó Lucas Carrasco trasladar ese estudio al resto del país resulta de un supino reduccionismo analítico. La región Cuyana presenta incertidumbres parciales. Mendoza siempre ha sido una provincia compleja para el oficialismo aunque no imposible, en contraposición con las seguridades que entregan San Juan y San Luis, y cuando hablo de seguridades me refiero a sus claras y respectivas identificaciones políticas. Neuquen es y será el MPN, en consecuencia, sus dirigentes siempre responderán a las necesidades de una suerte de provincialismo instaurado desde los primeros tiempos de la dinastía Sapag. Hoy la alianza con el oficialismo es concreta y tangible de modo que dicho formato no corre riesgos políticos.

La Patagonia presenta incógnitas como nunca. Los conflictos políticos en Tierra del Fuego, Santa Cruz y Río Negro han disparado alineamientos disímiles. A los desencantados del presente se les suman los heridos del pasado. A priori Chubut no parece ubicarse dentro de los dilemas.

La Pampa Húmeda continúa siendo la madre de todas las batallas. La región más rica de la Patria, la que engloba los colectivos burgueses más intensos, la zona en donde la oposición, mediática y política, concentran todas sus esperanzas. Entre Ríos y La Pampa exhiben aproximaciones similares a las del 2011, mientras que la Provincia de Buenos Aires, Córdoba, y Santa Fe se constituyen como los vectores por donde pasarán todos los análisis políticos. La sensación de derrota o de victoria circulará por la región. Prefiero no adelantar conclusiones debido a que recién las roscas han sido colocadas sobre la mesa. La Ciudad de Buenos Aires es un distrito con voto cantado de modo que el oficialismo muy poco habrá de invertir en esfuerzos y capitales. Acaso la única alternativa es especular con una oposición atomizada de modo el núcleo duro kirchnerista porteño (25%)  pueda acercarse y limar ciertas diferencias. La obtención de algunas pocas bancas por minoría sería todo un triunfo.

No olvidemos que en elecciones legislativas todos los distritos tienen enorme trascendencia representativa. La batalla se debe dar en todo el territorio de modo no dejar librado al azar la estructura parlamentaria. 

Según las encuestas nada hace pensar que la composición del Congreso se modifique substancialmente. Ni el Gobierno llegará a su tan anhelado 2/3, ni la oposición romperá drásticamente la actual proporcionalidad existente. Todos sabemos que a partir del lunes posterior a los comicios y durante dos años viviremos un tiempo fiambre en donde la carrera presidencial hacia el 2015 será el dialecto a traducir. Sospecho que estas elecciones ordenarán el espectro político y los argentinos sabremos de manera fehaciente nuestro devenir postcristinista, y ojo que digo postcristinista, no postkirchnerista. Mientras tanto Cristina seguirá gobernando tratando de profundizar el modelo. Claro está, de aquí en más, será dentro del marco de lo posible ya que la sospecha que nada durará demasiado quedará flotando en el ambiente.

Sería fantástico que todas estas presunciones antojadizas queden sepultadas por la contundencia de los resultados y que el oficialismo logre imponer condiciones democráticas de manera categórica y quede sepultada definitivamente la idea de un peronismo que pueda alegremente pensar que el kichnerismo es cosa del pasado. Según Artemio es posible, según Poliarquía no. Lo cierto es que si luego de 10 años de Gobierno el oficialismo logra superar el piso del 40%, más de alguna esperanza blanca, opositora o pseudoficialista, comenzará a broncear su rostro y entenderá que darle la espalda a ese colectivo y sus paradigmas resultará un verdadero suicidio político.

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