GENARO, se nos fue el más tierno de los calaveras




Fueron seis años de fantásticas aventuras. Aborrecías ser meloso, detestabas compartir cobijas, ser gomoso, que te tomen por un peluche de almohada. ¡Pero qué pedazo compañero fuiste!. Que un gato camine extensos trayectos, y cuando hablo de extensos trayectos me refiero a cuadras y cuadras, bien a la par de uno, es todo un signo de confianza y cariño que no se puede ni se debe soslayar.  El tipo se animaba porque se sentía protegido. No había gata en el barrio que se resistiera a tus encantos.  Los propietarios de las hembras te odiaban. Más de una vez tuvimos que cubrirte por haber invadido propiedad ajena. Sé que te debimos haber castrado, acaso de estarlo hoy no te hubiera enterrado, pero a la vez pienso que nunca nos lo hubieses perdonado. ¿Te acordás cuándo aquella trampa para comadrejas te atrapó la mano? Tu sangre era la nuestra, y así estuvimos dos meses tratando de recuperar lo que parecía inexorable. Pasado ese tiempo, y a media máquina, volviste a las andadas, como Macedonio. No está mal Genaro morir a causa del amor. Fue una constante curarte y dejarte ir, y siempre volvías para estar en condiciones físicas adecuadas y rendirle el merecido homenaje que se le debe dar al placer de las vecinas. Hace pocos meses te pegó una peste. Dolorosa, irreversible. Nos hablaron de un síndrome de inmunodeficiencia felina. La cosa es que comías y comías, como podías, te costaba masticar, y cada vez estabas más flaco, y tu pelo no lucía y tus salidas por el vecindario se fueron haciendo cada vez más esporádicas. Tenías frío y no había frazada ni madriguera que te ayudará a soportarlo. De casualidad naciste a un par de metros mío, te moriste delante de mí, no tan de casualidad, estirando una de tus esqueléticas patitas traseras como marca el dicho. Por lo menos estuvimos juntos en los momentos más importantes y dolorosos que todo ser viviente tiene: Cuando se nace y cuando se muere. Chau Genaro, fue lindo habernos tenido, pero fue mucho más lindo habernos querido... Junto con el resto de la banda de gatos, los de acá y los de allá, esos mismos cumpas, ellos sí castrados, que hoy deambulaban alrededor nuestro mientras me tocaba la penosa tarea de hundir la pala en la tierra de tu tierra, en el parque de tu parque... te vamos a extrañar...

Comentarios