Un salvavidas para el motonauta
... a 678 no voy...
Llama poderosamente la atención que el
Gobernador de la Provincia de Buenos Aires se constituya como figura corriente
en las pantallas y micrófonos del mayor antagonista político que tiene el
Gobierno Nacional – cuestión que no fustigo puntualmente - y no se preste buenamente para debatir
gestión pública en la televisión estatal – cuestión que sí critico con fervor
-, de la comparativa se desprenden mis dudas. Si bien conocemos sus
limitaciones y debilidades, tanto intelectuales como dialécticas, no es menos
cierto que dicha actitud no deja de ser una declaración de principios en
función de exhibir tajantemente en qué vereda del conflicto está ubicado,
cuestión que se desprende directamente de su propia génesis política. Hasta el
presente, acaso por conveniencia, el primer mandatario bonaerense ha exhibido
su más notoria cualidad: la lealtad al proyecto Nacional, dilema que el propio
Scioli ha decidido jaquear debido a que ciertos cantos de sirenas lo han persuadido
que puede y debe erigirse como la esperanza “racional” del kirchnerismo.
Mientras las corporaciones mediáticas
utilizan hasta el aburrimiento – acaso como fuerza de choque - tanto a las
figuras como a la dialéctica de la oposición política para lacerar al núcleo
duro oficialista, paralelamente articula con el sciolismo entendiendo que el
Gobernador ostenta individualmente grandes caudales de voluntades que lo
colocarían como alternativa tangible al Cristinismo. Scioli es considerado por
la mass media dominante la pata populista “blanca” imprescindible que le
evitaría al macrismo cojear electoralmente en el resto del país.
Artemio López, en un análisis muy
atendible, advierte cómo se han diluido todas aquellas figuras políticas que
suponiendo tener vuelo propio han decidido escindirse del kirchnerismo aún siendo cuadros de mucha más consistencia
política que la del propio Scioli. Me refiero al ex Gobernador Felipe Solá, al
ex Ministro de Economía Roberto Lavagna y al ex Jefe de Gabinete de ministros
Alberto Fernández, ciudadanos que en su momento fueron leídos positivamente
dentro de un colectivo y que apenas dejaron ese conjunto se los comió su propia
incapacidad individual. Algo parecido sucedió con algunos gobernadores,
inicialmente adherentes, que apenas intentaron salir de sus distritos a favor
de apetitos personales fueron devorados por la omisión de las masas, por caso
Rodríguez Saa, Das Neves, Cobos. Esto no implica que necesariamente suceda
siempre lo mismo, pero es importante destacar como responde el colectivo
kirchnerista cuando alguno de sus cuadros sucumbe antes sus ambiciones
personales colocándose por delante del proyecto. Y esto Scioli lo sabe muy
bien, mucho de su presente se lo debe a la pobre lectura política que hiciera
en su momento el mencionado Felipe Solá.
Dentro del Kirchnerismo cohabitan
cuantiosos ex, lo que coloca al movimiento en un lugar de privilegio dentro del
espectro político. No existe otra fuerza con tan disímil variedad de opiniones
y visiones, el debate interno se da naturalmente: en las redes sociales, en los
gremios, en los medios, dentro de sus espacios juveniles, en sus organizaciones
barriales, entre sus intelectuales, entre sus militantes de base. Hace muy
pocos días me resultó muy gracioso escuchar a Gabriel Levinas afirmar, en primer
lugar, el carácter verticalista del kirchnerismo para luego sentenciar sus
enormes diferencias internas y la virulencia de sus desacuerdos. Y esto lo hizo
en un lapso de treinta segundos de perorata en el programa de Maxi Montenegro.
¿En qué quedamos?. Los intelectuales opositores deberían grabar sus soliloquios
de modo entender cuánto de tontera los arropa.
Dijimos que dentro del Kirchnerismo
cohabitan ideológicamente cuantiosos ex más allá de su mayoritario componente
peronista. Esto determina un flujo de percepciones constantes y vigorosas. El
Kirchnerismo no es una fuerza estática, menos aún dogmática, de modo que ese
formato gélido que exhiben las demás fuerzas políticas es lo que hace la
diferencia: la cuantiosa cantidad de puertas que existen para ingresar al
proyecto. De todas formas esa versatilidad encuentra dilemas límite que todos
los militantes entendemos como fundacionales de esta nueva época: La
resistencia con relación al olvido de la historia reciente y la tenaz lucha en
contra de los intentos hegemónicos de las corporaciones, siendo la política, la
región y el estado los protagonistas cruciales de dicho orden social.
Está visto que Daniel Scioli no entiende
la política de ese modo más allá que hasta ahora haya mostrado un moderado
alineamiento. Percepción que también observo por ejemplo en tipos como Urtubey.
¿Scioli tiene capacidad para lastimar al
kirchnerismo bonaerense?. Desde luego que sí. Lo que ni él ni nadie puede
determinar es la resultante de dicha ruptura. Acaso este conjunto de gestores no
alcanza a percibir que muchos kirchneristas solamente los toleramos en tanto y
en cuanto cumplan eficientemente con sus funciones específicas. Das Neves,
Solá, Bárbaro y los demás, cuando decidieron patear el tablero, nunca contabilizaron
que no eran ellos los que movían el amperímetro social, era el proyecto
inclusivo encabezado por la Presidenta el verdadero sustento político de la
década.
Desde este humilde foro observamos que
Scioli está siendo utilizado como ariete, dependerá del grado de avance de su
mal etnocentrista darse cuenta del asunto.
El artificio de Odiseo y Agamenón. Desconozco si tal rol lo cumple de
manera conciente o inconsciente. Nos es obligatorio considerar que en la novela
de Homero dicho artilugio se exhibió per-se de manera inconsciente, ya que no
podemos exigirle gnosis a un simple caballo de madera por colosal que sea.
Hasta ahora no sabemos para qué Scioli
desea ser presidente. Si para profundizar el esquema, si para continuarlo
moderadamente o para darle un giro de 180 grados. Todos sabemos que no es un
militante del modelo. De lo que estamos seguros es que se trata de un tipo con
una extraordinaria habilidad para que las coyunturas políticas desfavorables no
lo afecten. Sobrevivió a la segunda década infame, munición muy utilizada por
propios y extraños, y que en su caso nadie menciona; sobrevivió a la
pesificación asimétrica y su alianza política con Duhalde, sobrevive de su
inicial y ferviente adhesión al Gobierno Nacional. Acaso Scioli entienda la
política de ese modo. Desarrollar cierta capacidad de supervivencia, pero
¿sobrevivir para qué?.
El no saber, el no exponer no implica en
lo absoluto un embuste. Eran muy pocos los que conocían de Néstor allá por el
2002. Para muchos nos resultó una grata sorpresa. Uno de los que estuvo allí
fue Scioli. Por fuera que este se constituyó como la pata Duhaldista de la
fórmula, cosa consensuada con el propio Kirchner, en ningún momento mostró
disidencias cuando el extinto expresidente mostró sus cartas. De hecho cuando
el mismo Duhalde intentó desestabilizar Scioli no lo acompañó.
Los hombres políticos cambian tanto como
se modifican las condiciones de una Nación. Por entonces nos había cuarenta mil
millones de dólares en reservas y el default se constituía como la espada de
Damocles. Argentina no contaba con posibilidades de créditos y algunas joyas de
la abuela no habían sido recuperadas. Con una desocupación histórica y un nivel
de consumo escaso la recaudación era paupérrima, mientras que el incipiente
modelo industrialista resultaba toda una utopía. La deuda era un problema
global, siendo hoy un dilema particular de unos pocos y desprestigiados
usureros. Mientras estas correcciones fueron políticamente encaradas por el
Kirchnerismo, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires siempre mantuvo
firmes sus lealtades. Acaso Scioli sospecha que la coyuntura pinta para
desarrollar su hipótesis política. De todos modos en los próximos comicios no
estarán en juego los cargos ejecutivos, ni Cristina ni él jugarán sus cartas
más valiosas, siendo probable que las PASO aclaren el panorama y los futuros
alineamientos. Sabe el Gobernador lo manifestado por Artemio, por eso considero
que más allá de algún cortocircuito desestimo cualquier tipo de ruptura
definitiva como esperan las corporaciones dominantes.
El conjunto kirchnerista pena con suma
dureza las traiciones, y lo hace irremediablemente a escala electoral. Scioli
ha sido uno de los grandes beneficiados por esa conducta colectiva. De hecho
muchos de sus potenciales competidores han sido desahuciados electoralmente por
sus perversas actitudes individualistas. De él depende disipar dudas, en algún
momento va a tener que correr sus velos. Sólo el Gobernador es capaz de exhibir
señales claras: O se transforma definitivamente en un cuadro político
kirchnerista de sustento intentando pelear espacios, pero internamente, o se
conforma con ser un artilugio de madera con forma de caballo, en donde en su
interior lleve la pesada carga del poder real.
Comentarios
Publicar un comentario