GRANDES MUJERES DEL PRESENTE
EN EL DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER


El 1 de Marzo pasado hemos podido comprobar que mientras dos hombres, presidenciables ellos, trataban infructuosamente de comprender lo que estaban leyendo durante sus respectivas aperturas de las sesiones ordinarias en sus distritos, una mujer, acaso mucho menos mimada por los medios dominantes, nos regalaba una auténtica cátedra discursiva ofreciendo una verdadera lección dialéctica y política sobre de qué se trata la democracia cuando de intereses populares se trata. Esto no obsta para que a partir de sus palabras comencemos a desandar debates descubriendo acuerdos y antagonismos, se trata aquí de analizar lo dicho y su íntima relación con la sustancia que debe portar necesariamente la palabra del dirigente cuando le habla directamente y sin intermediarios a los ciudadanos.


En su misma sintonía, proponiéndonos horizontes de pensamiento crítico y analítico, la Procuradora General de la Nación sopesaba con su enorme capacidad dialéctica un discurso acuarelizado, sinuoso y lavado del Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Ambas damas nos otorgaron la posibilidad de repensar casi al unísono el sistema democrático en su conjunto, como un todo íntegro, colectivo, inclusivo y desprovisto de toda especulación acomodaticia. 



El poder real versus la representación popular, las estructuras anquilosadas dentro de la justicia versus el contrapoder que tiene la sana aspiración de efectivizar, desde la praxis, el dilema de la equidad. Dos mujeres exponiendo con crudeza los clarososcuros sociales que aún existen debido a la resistencia que las corporaciones imponen fácticamente, desde los usos y costumbres, desde la manipulación de los derechos adquiridos y la seguridad jurídica, sofismas que cruelmente son exhibidos donosamente cuando de intereses particulares se trata.


La mujer activa protagonizando el campo de las decisiones y la lucha política, significado y significante de una historia que con el tiempo se ha intentado y de algún modo se ha logrado banalizar. El día internacional de la mujer surge a partir de la lucha social, tiene que ver con la ignominia de la inmolación, castigo despótico, resultante infame de un compromiso político superior desdorosamente entendido.

La semana pasada tuvimos la oportunidad de constatar que dos mujeres ponen su cuerpo e inteligencia, haciéndose cargo de su pertenencia nacional y favor de la sociedad por encima de su naturaleza, con el género en la mano, aún siendo víctimas de la misoginia mediática, femenina y masculina, enfrentado aún la condena y el desprecio que muchos expresan cotidianamente con llamativa malevolencia. Dentro de un universo político plagado de hombres mediocres y vulgares, acaso cobardes y sumisos, obedientes gestores de otros hombres tan cobardes y sumisos como ellos, emergen las figuras políticas de mujeres que nos reivindican como especie. Aunque sigamos haciendo todo lo posible para descender en la escala intelectual, ellas persisten en mejorarnos. Cristina Kirchner, Alejandra Gils Carbó, Mercedes Marcó del Pont, Susana Trimarco, Nilda Garré, Alicia Kirchner, Milagros Sala, Estela de Carloto, Hebe de Bonafini, mujeres que no se conforman con el devenir, hembras guías, bellos símbolos que nos exhiben a diario que una impuesta e histórica debilidad culturalmente maliciosa se puede transformar por decisión propia en la mayor de las fortalezas a favor del colectivo.

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