Deseos Necrológicos


Tiempo atrás Martín Caparros exponía en una de sus editoriales, con marcado cinismo, su enorme descontento intelectual sobre cierto misticismo practicante que los adherentes populistas tienen por la vida/muerte de sus líderes. De este modo el notable coautor de La Voluntad exhibía, y a la vez ridiculizaba, las carencias políticas de estos colectivos que fervientemente aman a sus íconos hasta por sobre los propios límites de la existencia. Curioso resulta que sus análisis no incluyan a los que abrevan de los mismos sentimientos, pero en claro antagonismo, colectivos que desean y aspiran a favor que una noticia necrológica les resuelva dilemas políticos que son incapaces de afrontar desde la dialéctica y la praxis democrática. Parece viable entender que para el autor la muerte sólo se manifiesta racional a partir de la omisión o el odio político, nunca lo será a partir del afecto y la gratitud, para él estos incisos encierran distritos menores cargados de sentimientos altamente despreciables.
El estado del salud de Comandante Presidente Hugo Chávez vuelve a colocar a la muerte como tema político. Están los que la desean fervientemente creyendo en aquello que muerto el perro se acabó la rabia – muchos creyeron en eso luego del 1 de Julio de 1974 y después del 27 de Octubre del año 2010 - y están aquellos que asumen con dolor la doble disyuntiva que significa la pérdida de un líder simbólico y el correlato de incertidumbre que incluye su posible desenlace. Temo que los primeros omiten acaso el detalle más importante: La incidencia positiva que tuvieron esos “perros” en la vida de amplios sectores de la población. La afectividad dentro del campo de la política no es algo que se obtiene como gracia divina, requiere de tangibles sociales que incluyen cuestiones irrefutables. Quienes aún aman a Eva y a Perón no lo hacen solamente por puro misticismo, lo hacen debido a que justamente fueron ellos los que primero y desde la conducción concreta del Estado se preocuparon por sus vidas. Con sólo escuchar a algún veterano campesino contar cómo se modificó su vida a partir de la implementación del Estatuto del Peón de Campo, alcanzaría para entender el dilema. Lo mismo ocurrió con todas aquellas medidas inclusivas que impactaron notablemente en una gran masa hasta ese momento excluida. ¿Desde qué iluminado teclado uno puede afirmar que eso no es racional y menos aún político? Justamente por el recuerdo vivo de aquel modelo inclusivo y revolucionario, el peronista pudo disculparle al movimiento sus desaguisados noventistas sabiendo que más temprano que tarde volvería por sus fueros. El peronismo no podía instituirse como fuente de desocupación y exclusión, no era asequible entenderlo como reaseguro de un formato especulativo.
Todas las creencias, ideologías, religiones, partidos políticos, han tenido a lo largo de sus historias meandros criticables, quebrantos que a los ojos de sus respectivas contemporaneidades parecían indefectibles, sin embargo muchas de ellas lograron sobreponerse de sus erratas en función de aquello bueno realizado. Una temprana necrológica no sólo fue inútil para que “se acabe la rabia” sirvió además para refundar y resignificar la obra. La muerte de un ícono político determinante puede dispararle a los profetas del odio enorme sorpresas. ¿Cuántos de aquellos enojos coyunturales que parte de la sociedad tenía con Néstor Kirchner se transformó en conceptualización política global luego de su muerte? ¿Cuánto de ese 55% entendió que la ausencia de ese hombre constituía la peor de las noticias, aún estando en desacuerdo con algunas de sus medidas?
¿Le conviene políticamente a la oposición venezolana que sus deseos mortuorios arriben a buen puerto? ¿Se puede luchar políticamente contra un espectro amado, imagen transformada en mito por amplias mayorías sociales? ¿Cuántos de ellos finalizarán sus días chavizados conforme se pondere la indestructibilidad de ese recuerdo inclusivo transformado en amor colectivo?
El establishment, progre y liberal, no necesita de líderes, adora a los domesticables, ama a los gestores impersonales, detesta la existencia de sujetos queridos. El líder es la representación de un pueblo, justamente la antítesis de los paradigmas corporativos: Quién responde a las necesidades colectivas resulta un enemigo de cuidado para aquellos que detentan, por medio de las desigualdades, poder omnímodo. De todas formas más temprano que tarde la demagogia impera: Perón sigue siendo citado por los más acérrimos antiperonistas, Kirchner por quienes lo combatieron, Eva Duarte por los que descorcharon Champagne cuando su cáncer, Yrigoyen por los galeritas, y hasta el mismo Che por algunos cuadros elementales del Pro. Acaso la “Intelligentzia” burguesa logra contradecirse cuando consagra su espíritu al denostar a cierta mitología que luego decide utilizar sin pruritos cuando se trata de instalar políticamente a sus maleables gestores. Si el mito es tenido en cuenta para sus módicas argumentaciones, esto quiere decir que dicho fenómeno ha superado hasta sus propios deseos de inexistencia. Si el mito sirve para argumentaciones positivas y negativas significa que el mito existe como significado y significante. Si el mito es utilizado a favor o en contra de determinadas especulaciones políticas quiere decir que su protagonismo es determinante. El mito político no sólo deviene de la muerte, la supera, por eso resulta inútil el nefasto deseo necrológico, debido a que dicha ponderación histórica deriva de la acción política concreta, de algún modo ésta es la que determina su derrotero más allá de nuestra supuesta razón iluminista. La gloria es una herencia que uno recibe después de muerto escribió Anatole France. Nunca antes. Dicha gloria, en algún caso superadora de la propia acción política, gracias a las mediocridades anteriores y posteriores, nada tiene que ver con el imaginario irracional; quien desea apostar por esa hipótesis no tiene otro objetivo que particionar la historia hacia aquello que justifique de modo caprichoso su particular incredulidad.

A propósito del tema los invito a compartir el siguiente texto de Rafael Barrett...Sospecho que el propio Martín Caparros habrá abrevado en más de una oportunidad de sus canteras...


Polémicas
Rafael Barrett


"Toda polémica es en el fondo una cuestión personal. Pretender que combatan las ideas sin que al mismo tiempo choquen sus envolturas vivas, las personas, es pretender lo imposible. Por eso las polémicas, muy significativas como síntoma moral, son casi siempre estériles para la ciencia o el arte. Una mordaza es mucho más útil que la razón para tapar bocas. Al defender una tesis abstracta se suele defender la ambición propia o sencillamente el pan. No hay argumentos contra la vida.
Es cierto que existen asuntos prácticamente inatacables, y que una polémica sobre ellos puede provocarla tan sólo la ignorancia. En estos casos poco frecuentes resultan fijadas y explicadas nociones fundamentales, de adquisición provechosa para el vulgo. Al capítulo de las excepciones deben ir también las polémicas matemáticas. Quizá el hábito de definir con precisión las palabras, así como el uso uniforme del análisis, influyan en que tales contiendas sean fecundas. Siempre que se trate de cuestiones directa o indirectamente sociales, sobre todo cuestiones de historia, de religión, de política, las polémicas no prueban nada sino el odio de los polemistas. Cada cual ve a su modo y habla a su manera. Hay para cada hombre un punto de vista y un lenguaje. Este lenguaje y este punto de vista, deformables continuamente, se falsean y desfiguran por la pasión. Lo que se evita a toda costa es un acuerdo. Se aborrece y se teme la verdad, que al establecer el hecho suprime a las personas. El ruido de las disputas no sube a las regiones de la ciencia y del arte verdadero. En cambio, las polémicas nos descubren el corazón y los nervios de un individuo, de una ciudad, de una nación entera. Lo discutido queda en la sombra. Los intereses de los discutidores salen a la luz del día. La polémica es siempre un precioso documento histórico.
Es comprensible el ardor con que se declara la guerra a los grandes hombres, apenas asoman a lo lejos. El instinto social no se engaña. Traen con ellos lo desconocido, la fuerza incalculable que volcará los ídolos y arrancará las columnas. Los intereses amenazados se coligan, y rodean al coloso. Es pedante, es oscuro, es decadente. Se le sitia por hambre. El genio calla y produce. Siente que toda esa furia desencadenada es el eco de su energía interior. Se acostumbraba a los ataques como después se acostumbrará a la adulación, y los echa de menos cuando el odio y la envidia comienzan a ceder. Berlioz, al ser aplaudido por fin, duda amargamente de su talento; también exclamaba el orador pagano, al estallido de la ovación: “… ¿qué? ¿Has dejado escapar alguna necedad?”
Rara vez los creadores de raza descienden a la polémica. Al recibir en sus almas de niño la belleza inmortal, la transmiten silenciosamente, porque saben que no necesita del trompeteo humano para reinar sobre el mundo. Sordos y ciegos como la madre tierra, ofrecen al que pasa el fruto divino".




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