Modo, Media, Varianza y Fraude...



Me rebelan las generalizaciones; excepción hecha de las que se obtienen a partir del estudio de las particularidades científicas. Hablo de los fraudulentos intentos de síntesis, esos que se suelen utilizar a favor del discurso político, construcción literaria que parece haber sido escrita por un único autor, prediseño o forma burocrática plagada de espacios en blanco a propósito de ser completados por el interesado de turno.

Con la excepción de nuestra Presidenta es palmaria la pobreza oratoria del resto del mundo político. El sujeto, el verbo y el predicado son meneados a discreción en el decurso del relato de acuerdo a un libre albedrío verborrágico por lo menos discutible. De todas formas nobleza obliga aceptar que también nuestra primera mandataria suele caer con facilidad en este asunto de las generalizaciones. Me refiero a una multiplicidad de términos colectivistas que tienden a suponer sobre la existencia de universos compactos de indisoluble tenor. “La gente”, “el pueblo” y “la sociedad” son los vocablos en los cuales me quiero detener debido a que los advierto ciertamente usurpados y al mismo tiempo maltratados.

El pueblo, la sociedad, la gente son representaciones de correcta aplicación si hablamos de una instancia universal, común denominador en donde todos se hallan incluidos y afectados. Me refiero a su historia, a su espacio geográfico, a su lenguaje, a su cultura; y en el campo de las actividades políticas y sociales: entre otros, durante el acto comicial y al acuerdo de convivencia establecido institucionalmente basado en su Carta Magna. Mientras que resulta una construcción fraudulenta si hablamos de una manifestación por más multitudinaria que sea.

“La sociedad se expresó en la calle”, fraude recurrente y pretencioso muy citado últimamente.

Parece mentira tener que aclarar que sólo se expresó de esa forma la porción de la población que acudió a dicha convocatoria. Lo mismo ocurrió el domingo próximo pasado en el evento organizado para festejar un nuevo aniversario de democracia. Inclusive afirmar que el pueblo se expresó democráticamente en las urnas sólo se puede aceptar si el acto exige dentro de sus incisos institucionales tanto la universalidad como la obligatoriedad del sufragio.

Resulta perturbador a mí entender que el campo de la sociología haya sido invadido por los muy bien remunerados amantes de las estadísticas.
El capitalismo ama globalizar conceptos - generalizar absuelve afirmó Eduardo Galeano - a partir de muestras, de ahí que la asociación entre el poder económico, el marketing y la asignatura se haya fortificado notablemente. Sus resultados no representan a nuestra sociedad, acaso es una imagen instantánea de una porción escogida subjetivamente con fines determinados.

Sobre 2000 casos se habla de “la sociedad”: Estadísticas varias que intentan analizar determinados fenómenos políticos.
Sobre 800 casos (Rating) se determinan las preferencias y gustos televisivos del colectivo. 
Sobre 1500 casos se afirman cuáles son los tópicos preocupantes de la población.

A partir de dichas fotos comienzan a desarrollarse una batería de estrategias que impulsan a solidificar y apuntalar esas magras conclusiones, y en consecuencia cómo se distribuyen las variables anexas. Para aquellos entusiastas televidentes de History Channel la receta no les debe resultar innovadora. Bajo una premisa difusa y dudosa se presentan testimonios acordes con ella de modo intentar recorrer caminos virtuosos procurando regar con credibilidad una tesis nunca comprobada. El objetivo: darle entidad científica a algo que no la tiene. El viejo dilema entre la credibilidad y la veracidad.

De ese modo partiendo de una premisa incompleta y minusválida se llega a un concepto taxativo.  La lógica simbólica da expresas explicaciones y advertencias  sobre las falacias y las falencias que encierra dicha operatoria. De ese modo se habla de un colectivo inexistente, de una entelequia, un conjunto que se transforma en muestra por obra y gracia de la simplificación, debiendo tener en cuenta que una simplificación no es sinónimo de síntesis científica, en estas cuestiones sólo de viste con túnicas de cuadro sinóptico o en el mejor de los casos de resumen Lerú.

Los pueblos, las sociedades, la gente, en contadas ocasiones pueden expresar un pensamiento y un sentir colectivo, laborar como un coro aceitado y unívoco. De modo que intentar simplificar ese fenómeno sólo apunta a una mera especulación. Disciplinar es la tarea. Sobre 1000 tipos, 500 eligen el color amarillo, pues vamos con ese color entonces, forzando todas las variables hacia dicha tendencia. Eso no es democracia, es simple manipulación. La única democracia se expresa con la totalidad del conjunto. Hace pocos días en Cataluña un millón de personas salieron por las calles a solicitar autarquía. Impresionante muestra separatista que permitió el despilfarro de conclusiones apresuradas. Semanas después un contundente triunfo electoral de las fuerzas integristas dio por tierra con esa percepción primaria. Aquí sí los colectivos pueblo, sociedad, gente, funcionaron como tal, no en la marcha. La marcha jugó como muestra, acaso mucho más significativa que los usuales fragmentos estadísticos, pero engañosa, fraudulenta, irreal como conclusión.

Arrogarse verdades absolutas a partir sostener “la parte por el todo” constituye un intento totalitario solapado, propio de un capitalismo que busca nichos y mercados, porciones  sumamente reducidas que supuestamente arrastrarían al resto de la sociedad diseñando una suerte de tendencia inescrutable.

Y finalizo con un par de preguntas arrojadas al vacío:
¿Cuántos pueblos hay dentro de un pueblo?
¿Cuántas sociedades hay dentro de una sociedad?

Comentarios

  1. Gustavo,te olvidaste del proletariado...

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  2. No me olvidé. Observo al tema como sumamente complejo. Quizás la pregunta que nos debemos hacer es si lo que actualmente consideramos como trabajadores conforman un segmento a considerar como unívoco. El capitalismo ha logrado atomizar tanto al proletariado que cada sector siente que su actividad constituye una suerte de razón social y no que forma parte de un colectivo.

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