El Perdido
Un Médico a la derecha...
Para nuestra desgracia, junto a mi
compañera, tuvimos la poca fortuna de observar, lectura mediante, cómo y de qué
manera nuestros vecinos guisasolenses, sopretexto de conformar un sitio de
nostálgicos, empecinan sus esfuerzos intentando comerse al caníbal cuando de
cuestiones serias se trata. El disparador surgió a partir del modesto servicio
sanitario que tenemos en El Perdido. Para los lectores de este espacio tal cosa
no constituye ninguna novedad, cualquiera de ustedes con algo de memoria sabrá
que no menos de siete artículos bocetan, con lujos y detalles, nuestras
penurias cotidianas en la materia. El asunto potenció el disgusto colectivo
debido a dos elementos adicionales; primero, un alumno de la Escuela Secundaria
Nro 3 se desvaneció en clase no encontrándose en la aldea un médico para
asistirlo y en segundo lugar la profesional residente en la localidad ha cesado
su actividad pública debido a inconvenientes personales.
A partir de allí munición gruesa fue lanzada desde la dialéctica sin atender que determinas cuestiones personales
no deben ser sometidas a debate. Las debilidades o quebrantos que todos tenemos
no deben ser motivo de relato y menos aún para configurar una idea de débito
individual soliviantando las verdaderas responsabilidades políticas que tiene
el dilema. Por fuera de que la Doctora en licencia haya participado de las
mieles de un sistema perverso eso no implica que sobre ella recaigan todos los
males de universo. Es el Estado Municipal, a través de sus autoridades, el que
diseña las estrategias y propone una política de acuerdo a su idea sobre el
tema. Que yo sepa la profesional en cuestión, a nuestro entender, perversamente
sometida a escarnio por algunos vecinos, no es la autoridad que determina las
políticas sanitarias en El Perdido, de modo que muy lejos estamos de convalidar
esta suerte de lapidación colectiva cibernética que se está haciendo de su
persona. Existen afectos detrás, familia y amigos, gente que la quiere y la
respeta, vecinos que se sintieron contenidos en momentos delicados, historias
de vida que no se pueden soslayar. También existen los otros, los defraudados,
los que alguna vez sintieron que la soberbia de poder es disyuntiva corriente
en Coronel Dorrego, los que viendo los privilegios de algunos solamente
pretendían un servicio acorde a las circunstancias.
Todo médico está sometido a la lupa de la
individualidad; están los que confían en determinados profesionales y los que
no, de modo que calificar a un galeno bajo ese prisma me parece bastante
miserable desde lo humano, y más cuando su situación personal actual muestra
las defensas bajas. Será que con Dorita tenemos la debilidad de no
envalentonarnos con aquellas personas que poco pueden hacer para defenderse
(excepción hecha cuando de delitos aberrantes se trata).
El verdadero problema que tiene la Unidad
Sanitaria de El Perdido es la ausencia absoluta de planificación política en
función del servicio que le compete. Cuando la Doctora estaba en pleno
ejercicio de su profesión tampoco era suficiente. Terminado su turno
desaparecía toda posibilidad de consulta pública debido a que no existía
profesional que la releve en sus obligaciones. Entonces, y aquí la pregunta:
¿De quién es la deuda? Es más fácil cargar contra un antagonista herido, con
algún pendiente a criticar, que ir en contra del arrogante poderoso que diseña
las políticas sanitarias. Y esto es lo que solapadamente ( o no tanto) se intenta construir. Por nuestra parte no
quedan dudas, tanto al Intendente Fabián Zorzano como a la Directora de Salud
del distrito Laura de la Loza hace rato que les está sonando un teléfono
colectivo que ni siquiera se molestan por atender.
salud pública, la gran deuda del radicalismo médico...
ResponderEliminarNo hay que olvidarse que estos tipos no suelen pagar sus deudas. Arman megacanjes, blindajes y corralitos. Patean para delante. Luego tienen que venir otros para hacerse cargo de su morosidad y encima tienen el tupé de criticar esas políticas inclusivas
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