Sería fantástico...

      


... percibir a los pibes de la juventud Radical inmersos con el compromiso político militante que significa la ley de medios audiovisuales batallando democráticamente por aquellos desvelos, esfuerzos y luchas desparejas que tuvieron que afrontar en un momento histórico adverso Raúl Alfonsín, el Senador Laferrere, Leopoldo Moreau, el Changüí Cáceres, y tanto otros pibes de entonces, que como ustedes ahora, luchaban buenamente a favor de una sociedad más equitativa y plural. Sería fantástico que se sobrepongan a tanto conservadurismo enquistado, integrado por gestores a los que únicamente les interesa ser satisfactoriamente calificados por las corporaciones hegemónicas, haciendo buena letra en los confortables set televisivos, manifestando casi incondicionalmente lo que en esos ambientes de negocios se desea escuchar. Sería fantástico todo acto de rebeldía interno que apunte terminar con los usuales  condicionamientos que parece embriagar a las viejas estructuras del centenario partido.
Y sería fantástico comprobar que los pibes socialistas recuperan aquellas banderas de igualdad que una dirigencia avejentada se encargó de malversar a costa de quietud ideológica y ausencia militante.
¿A qué le temen que no reaccionan ante la ignominia oligopólica? ¿Ven acaso con agrado los ataques desmadrados que está sufriendo el gobierno popular? ¿Tanto los obnubila el kirchnerismo que no pueden percibir el futuro? ¿Resulta políticamente rentable alinearse con la derecha peronista, con el Pro, con los poderes fácticos más cercanos a la dictadura militar?
Sería fantástico ver a la muchachada del arco progresista militando codo a codo, sin perezas, sin absurdas especulaciones para tratar de horizontalizar derechos, democratizar la palabra, para que cada expresión política tenga su medio para difundir propuestas, ideas y debates, para que cada municipio tenga la posibilidad de informar sobre gestión y problemáticas anexas, sin intermediarios ni falsas interpretaciones, dejando de lado las impresentables operaciones y sospechas a las que lamentablemente nos hemos mal acostumbrado. Espacios oportunos y pertinentes para confrontar sobre conflictos ciertos, no imaginarios.
La Ley de Medios es una batalla del presente que se da de cara al futuro. No es para nosotros los veteranos, es para ustedes, para que a ustedes no les suceda lo mismo que nos ocurrió a nosotros: Ser manipulados por la desinformación. Una vez aprobada en su totalidad pasarán varios años, décadas tal vez, para que el cambio cultural se solidifique; deberá perfeccionarse, requerirá de un ejercicio pleno de libertad que evidentemente no guarda sintonía con los intereses corporativos, fetiches que se verán impedidos de ostentar la solapada comodidad que encuentran en la actualidad para eso del embuste. Quién va a pagar todo esto afirmaba el viejo Illia a punto de ser derrocado, cuando era mediáticamente menoscabado, insultado, humillado. Pues les hago la misma pregunta. ¿Están dispuestos a quedar en la historia por omisión?. Los kirchneristas no somos eternos, más allá de gobernar bien o mal, no sólo porque no podemos sino porque no debemos, la democracia no lo permite, no lo aconseja, por lo tanto no desconfiemos de nosotros mismos, del sistema y de nuestra decisiones colectivas, de modo que temernos resulta una falacia notoria. Dentro de pocos meses el pueblo tiene en sus manos la posibilidad de corregir o ratificar el rumbo. ¿En qué lugar del debate colocamos al miedo entonces? Todos hemos sufrido las interesadas tribunas de doctrina. El Radicalismo lo sufrió durante la década infame, durante los sesenta y durante el Gobierno de Raúl Alfonsin, el Peronismo durante sus dos procesos inclusivos, no así cuando lució ropas conservadoras. Reitero la pregunta que nos hizo Illía allá por 1966: Quién va a pagar todo esto si decidimos, omisión mediante, darle cabida a los inescrupulosos de siempre, a los que les encanta decidir a voluntad, inconsultamente, sin que el prójimo (ergo: el colectivo popular) cuente.


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