Mateando
con la ciencia: Hoy ceba Eratóstenes
Desde que se supo que la tierra era
esférica se plantaba la cuestión de las dimensiones que podía tener esa esfera.
Se sospechaba que era considerable pues ningún viajero había hecho nunca un
giro completo: siempre había más tierra desconocida y jamás visitada situada
más adelante.
Un erudito griego Eratóstenes, que por entonces
trabajaba en Alejandría, en el 240 a J.C. encontró la manera de medir la
circunferencia de la Tierra sin abandonar Egipto. Le habían informado que
durante el solsticio de verano el sol del mediodía no proyectaba sombra alguna
en la ciudad de Siena (actuar Asuán) situada muy al sur de Alejandría. Esto significaba que en aquella fecha el sol
se hallaba exactamente en la vertical de Siena. Coincidiendo con este fenómeno,
en Alejandría el sol se encontraba a 7º del cenit; esta diferencia tenía que
deberse a la curvatura de la Tierra que existía entre Alejandría y Siena.
Conociendo la distancia – norte/sur – que mediaba entre ambas ciudades
Eratóstenes pudo recurrir a las matemáticas para calcular la curvatura de la
Tierra en esa distancia y de ahí deducir la de la Tierra misma.
El resultado que obtuvo fue una longitud de 40.225
kilómetros para la circunferencia terrestre. Y era correcto. Naturalmente los
antiguos consideraron que esa cifra era excesiva, optando por otra inferior.
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