Dictadura
¿Qué es lo que se intenta al banalizar el término?
¿Será el pretexto que se tiene al alcance de la mano para instalar dicho
formato de modo solapado? ¿Por qué a la libertad de mercado no se llama
dictadura de los poderosos o tiranía de las corporaciones?
En otro nuevo y cansador intento
destituyente una horda de desenfrenados fundamentalistas del odio, morotizados
por los medios dominantes, saldrá el día 13 de septiembre a la calle a exigir.
Pero a exigir ¿Qué? ( Ni pienso discutir el tema sobre si este Gobierno es
totalitario o no. Considero abordar al asunto como un insulto intelectual hacia
los lectores)
¿Qué este Gobierno dimita luego haber sido elegido
por un 55% de la voluntad popular?
¿Qué cambie las políticas por las cuales fue votado
y de ese modo traicione a su electorado?
Las consignas al respecto que se emiten en las redes
sociales son claras y contundentes...
-
Queremos
comprar dólares
-
No a
la ley de medios
-
Hay
que terminar con el sistema de asignaciones
-
Basta
de planes descansar
-
No
queremos más cadena nacional
-
Basta
de remover el pasado
-
No al
voto a los 16 años
-
Basta
de miedo. (Lo dicen atemorizando, pero lo dicen al fin)
-
No a
la reelección
-
Basta
de retenciones
-
Bajar
la carga impositiva
- Basta
de corrupción (No especifican cuál: si la pública, la privada, la pasada, la
presente, la futura, la nacional, las provinciales, las municipales; tampoco
detallan sobre el campo del término en cuanto a las posiciones dominantes sean
ellas oligopólicas o monopólicas, y menos aún qué hacemos con los funcionarios
con procesos confirmados por las cámaras federales)
Y la pregunta es sencilla. ¿Por qué no
presentar este petitorio bajo formato de plataforma política dejando al pueblo
que determine su grado de adhesión? Claro, me olvidaba, el problema es que esto
ocurrió hace solamente once meses y cuando menos 12 millones de personas les
dieron la espalda.
Justamente banalizar el término dictadura
tiene que ver con darle accesibilidad y entidad discursiva a dicho formato para
que de ese modo queden abiertos canales para que estos incisos se lleven a cabo
por medio de métodos pseudoconstitucionales de forma tal cualquier intento
destituyente los incluiría sin mediar instancias democráticas aprobatorias,
reiterando aquellos desaguisados cuando el desfile de presidentes de principios de siglo. Crear una suerte de anarquía en donde la ilegalidad y legalidad
mimeticen sus marcadas diferencias. A tales efectos recordemos la pesificación
asimétrica, el corralón, la licuación de pasivos, la declaración de default y
el decreto duhaldista de bienes culturales que le posibilitó a la corporación
Clarín enormes beneficios con relación a sus deudas privadas.
De eso se trata este nuevo viejo intento.
Hay que tomarlo con calma compañeros y observarlo como un encuentro
antropológico tragicómico muy propio del pasado. Sabemos que el colectivo
reaccionario es muy fuerte es nuestra Patria y que jamás van a darse por vencidos.
Si lo hacen, será por vendidos, abyectos cuentapropistas acomodaticios, como
tanto periodista progresista que anda suelto por ahí hoy al servicio del más
infamante cáncer moral que tiene nuestra Patria. Con sólo observar sus voces,
cánticos y consignas comprenderemos que muy poco de política es lo que tienen
para ofrecerle a la sociedad. Dejemos que expresen sus catarsis, insultos y
disconformismos, que a nadie se le ocurra salirles al cruce. Lo mejor que
podemos hacer es exhibirlos con sumo detalle, sean veinte mil, cien mil o
quinientos mil, poco importa. A mayor exposición será más contundente su
negatividad social, cuestión que quedará encapsulada en una pléyade de
opositores que luego disputarán ese magro capital electoral. Ergo se siguen disputando
la hojarasca desmadrada que surge a partir de la agenda mediática.
No tengo dudas. Hoy existe la dictadura,
pero la dictadura de la estupidez, y eso justamente no está en manos del
kirchnerismo.
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