Día del Maestro

Mi querido José




-          Reconozcamos que te faltaron reflejos, José. Los docentes, y menos los jerárquicos, no podemos sancionar al boleo, es necesario ponderar los daños colaterales. Siempre hay hijos de...
-          Ponete en mi lugar Mario, este grupo de chicos casi destruye el colegio. Dejá de lado que la institución estaba a mi cargo, que para el caso es una cuestión menor. Lo importante es la línea formativa que le bajamos al resto. No puede ser que los premios y los castigos caminen de la mano, sin distinción
-          Todo lo que quieras y no te falta razón. Pero te apuntaron flaco, te cagaron a vos solito y desde arriba de un puente; nadie valorará tu mensaje, ni siquiera aquellos por los cuales pusiste sobre la mesa tu ética profesional y la letra gruesa del reglamento. Justo se te ocurre sancionar al hijo de la exinspectora jefe distrital y a la hija del concejal estrella. De motu propio metiste la cabeza en la guillotina
-          ¿Y qué debía haber hecho Mario? ¿Dejar de lado mis principios? ¿Esconder o malversar las pautas oficiales de comportamiento?
-          Naturalmente José. Como hacen el resto de los mortales. Te sacaron del cargo, te bajaron el sueldo a la mitad, continuas siendo provisional y encima te mandaron a treinta kilómetros para hacer una suplencia, que como toda suplencia, tiene fecha de vencimiento. ¿Me estás hablando de principios o de finales? Encima sospecho que como es habitual y ante tales circunstancias la burocracia se encargará de bosquejar legajos muy imaginativos
-          Todo lo que quieras pero no lo podía dejar pasar, ni siquiera daba para la interpretación. Estas vueltas olímpicas son un canto a la violencia. Algo que es necesario erradicar desde la formación y la firmeza conceptual. Además estamos hablando de propiedad pública, algo que si vas a letra chica hasta resultaría punible desde lo penal. Pero que va, si llego a plantearlo bajo esos términos otra que treinta kilómetros. Y pensar que estos tipos dicen representar al campo popular
-          Ahí está tu error mi querido José. Creerles. Dentro de un espacio político tan grande hay demasiado especulador, mucho tipo que no tendría reparos en darse vuelta como una media a favor de su propia conveniencia individual. Es normal que suceda. Lamentablemente esta gente no piensa en la educación pública como un bien común, sino como un bien personal a usufructuar, campo susceptible para extraerle extraordinarias ventajas
-          Tenés razón y ese es el nudo de la cuestión. Sinceramente pensé que ellos serían los primeros en posicionarse aleccionadoramente a favor del contrato social. Un boludo importante soy, no tengo dudas. Imaginate por un rato pirotecnia a granel dentro del establecimiento, bombas de estruendo y demás artículos que pueden provocar reacciones explosivas en cadena. Hay calefactores, instalaciones de gas natural y demás cuestiones a contemplar. ¿Qué debo hacer como autoridad?
-          Nada José, nada. Sobran los homenajes a la ética, eso sí, nadie se atreve a tomar la posta de lo que esa lucha significa. Y después se llenan la boca con eso del héroe colectivo. ¿Alguien saltó en tu defensa, algún colega salió en tu apoyo? Vos sabés lo que me ocurrió hace diez años. Todavía maldigo el día que acepté el cargo de auditor, pero más maldigo habérmelo tomado en serio. Justo el Gerente que me promovió era el que manejaba la banda de corruptos que operaba dentro del Banco. Y tal como sabés actué de acuerdo a tu misma lógica, presentando un informe lapidario plagado de pruebas. Aquí estoy dando clase de contabilidad a seiscientos kilómetros de mi mundo. Y todos aquellos que me  alentaban y decían quererme ni siquiera se atrevieron a estrecharme la mano cuando me rajaron. Bienvenido a la amplia avenida de la realidad. ¿Te dijeron algo de cara al futuro para cuándo termine la suplencia?
-          No tengo la menor idea. Sólo espero poder seguir ejerciendo la docencia
-          Mi querido Maestro, dale nomás, tomate un amargo; nunca lo será tanto como la propia vida

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