Vidas Ajenas (o no tanto)
Según Emmanuele Carrere, autor de la estupenda novela no ficción que encabeza la nota, el Código Penal es aquel que castiga a los pobres
cuando roban a los ricos, mientras que el Código Civil es aquel que le permite
a los ricos robarle a los pobres. De ese modo está ordenada la sociedad
burguesa. Lo vemos en la mayoría de las sociedades mundiales. Los detenidos, por
abrumadora mayoría, pertenecen a los segmentos sociales desplazados del sistema
debido a su resistencia en ser ultrajados por la ignominia que exhibe la
desigualdad social. Los porcentajes son contundentes al respecto. En EE.UU., ejemplo
de democracia occidental, los negros, los inmigrantes, los desclazados son los
habitantes recurrentes de los centros de detención. Sus proporciones con
respecto al blanco de clases medias y altas resultan escandalosas. ¿Será un
caso de doble vara o simplemente se apunta al prejuicio cuyos tonos clasistas y
racistas muestran relieves determinantes?
Como suele ocurrir últimamente en nuestra
patria cada vez que se dispara un tema cuya importancia requiere de
racionalidad y prudencia finaliza teñido de elementos adicionales tendenciosos
con el solo objeto de embarrar la cancha en función de apetencias puntuales. La
cuestión que se vive dentro del ámbito penitenciario no debe ser tema de puja
política sino de debate e interés político, humano y social. Lamentablemente la
parte por el todo a través del ejemplo particular (Vázquez) es la que priva en
los análisis sin apuntar hacia la síntesis, de modo que en estos términos será
imposible arribar a conclusiones sólidas.
Se me ocurre que dicha problemática debe
ser atendida por los sociólogos, por los psicólogos y quizás por los
psiquiatras, todos especialistas en materia penitenciaria, y no por
cuentapropistas mediáticos que flaco favor están haciendo para mejorar este
verdadero flagelo social.
Ante todo este panorama ¿Qué tendrán para
decir los directamente afectados? ¿Les importa a los opinólogos lo que
realmente se vive intramuros? ¿Todos los detenidos comprenden la lógica
Vázquez? ¿Nos cabe la posibilidad de tolerar un error? Y si esto es así, cómo
se hace para justipreciar qué hacer ante cada circunstancia. Según Bertrand
Russell “una acción es moral cuando el individuo la califica justa tras
un grado apropiado de reflexión; el grado de reflexión apropiado depende de la
dificultad y la importancia de la decisión. Una acción es justa cuando, entre
todas las acciones posibles, es la que probablemente tendrá mejores resultados.
“Justo” tiene muchos otros significados, pero me parece que estos son los que
se necesitan para responder a las preguntas ¿Qué debo hacer? y ¿Qué actos son
inmorales?. Podemos decir que el acto justo es el que, entre todos los actos
posibles, tendrá probablemente las mejores consecuencias. Hablo del acto más
afortunado, más prudente”. Y aquí está instalado el nudo del dilema.
¿Cuánto de lo dicho observamos en los análisis mediáticos?. A mi entender,
nada.
Me inclino a asumir que ningún tema
resulta importante para la “mass media” dominante si no encierra en sí propio
algún sesgo inquisidor contra el ejecutivo nacional, de modo que no esperemos
solidez y elevados compromisos éticos en la cuestión. Al poder ejecutivo, al
legislativo y al judicial les queda sobreponerse a la caterva mediática e
interesarse por el tema desde humanismo y no como una simple respuesta a elucubraciones corporativas, que como siempre, tienen el sólo objetivo de qué cuanto peor
mejor.
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