Mateando con la Ciencia: Hoy ceba Ardis
Originariamente el comercio se limitó al
intercambio. Tu me das esto y yo te doy aquello. Si dos personas tenían algo
que no necesitaban y la una apetecía lo de la otra el comercio era fácil. Sin
embargo ambas partes solían mostrar deseos de asegurarse de que no iban a
desprenderse de algo valioso a cambio de algo inferior. Puesto que los valores
comparativos resultaban difíciles de juzgar muchas veces los dos comerciantes se percibían estafados.
Con el tiempo se impuso la costumbre de emplear
metales, sobre todo oro, como método de intercambio. El oro era hermoso y muy
apreciado como adorno. No se oxidaba ni se corroía, y era raro, de tal manera
que obtener una pequeña porción requería una largo viaje. Una vez que todas las
cosas se valoraron en un determinado número de unidades de peso en oro, una
persona podía comprar un objeto por esa cantidad o cambiarlo por otro
equivalente a la misma.
En todas las transacciones se hizo necesario disponer
de una balanza que pudiera usarse para pesar pequeñas piezas de oro con los
acostumbrados temores por ambas partes de que la balanza o las pesas pudieran
estar trucadas.
En Asia Menor occidental, hacia el 680 a J.C. Giges
fundó el reino de Lidia manteniéndose en el trono hasta el año 648
aproximadamente. En tiempos de su hijo y sucesor Ardis, quien reinó hasta el
613 el gobierno lidio, emitió piezas de oro de peso uniforme con dicho peso
marcado y un retrato del monarca incluido como garantía del Estado. Desde ese
momento, en toda transacción, bastaba que un determinado número de monedas
cambiara de manos; ya no era necesario el peso. El desarrollo de las monedas
aceleró grandemente el comercio, y la idea resultaba ventajosa a todas luces,
con lo que no tardó en ser adoptada por otros gobiernos.
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