Hoffa y Hoffito


Hoffa  y Hoffito


Acallados los sones caceroleros por la naturalidad de lo inexorable, evidenciado que el tema cambiario había perdido paulatinamente titulares relevantes debido a la comprobación que sólo se trató de un inciso que afectó a los especuladores de siempre, disminuido el impacto del caso Ciccone-Bolt, observado lo paupérrimo que significó el reciente lock-out campestre, siempre hay un compañero dispuesto a quemar las naves tentado y seducido por las corporaciones. En paralelo la esperanza blanca porteña sucumbe por su ausencia de gestión, por su confirmado procesamiento y el de su agente de propaganda, no queda otra cosa que acudir a las mismas entrañas del campo popular para intentar socavar los cimientos del proyecto nacional y popular. (Si leemos a Jauretche veremos que las recetas de los poderosos suelen reciclarse)

Un topo, a la sazón, combativo dirigente sindical ha recibido la gracia divina corporativa, que hasta no hace mucho tiempo lo demonizaba, demostrando todos sus dones histriónicos en plena mesa mediática.

Nuestro Hoffa vernáculo y su prole han decidido “ir por todo”, según propias palabras, cruzando definitivamente los caminos existentes, de modo colaborar con una buena dosis de kerosén al incendio que comenzó a planificarse luego que la Corte Suprema determinara la resolución del artículo 161 y de ese modo regularizar el cumplimiento efectivo de la Ley de Medios Audiovisuales.

Es notable observar que los más acérrimos y encarnizados opositores al Gobierno son personajes salidos del mismo proyecto. Julio Bárbaro, Alberto Fernández, Daniel Scioli, Hugo Moyano entre otros pasean sus operaciones, opiniones y criticas utilizando y potenciando exponencialmente la figura del propio Néstor Kirchner para denostar a Cristina. Saben perfectamente que el modelo tiene una profunda aceptación popular, en consecuencia, lo que se discute es la continuidad política del espacio sin la figura de la Presidenta y sus colaboradores, rememorando aquel intento “vandorista” de un peronismo sin Perón. Proyecto que fracasara antes de comenzar debido que ante las masas los líderes y su correlato de ideas son los que hacen a la fortaleza de los proyectos.

Las corporaciones han observado con atención que fraccionar al movimiento nacional y popular es la última carta que les quedaba debido a las pocas esperanzas que la oposición política les presentaba, pero no es menos cierto que para que tal cosa ocurra se necesitan voluntades  con predisposición para aceptar el convite. Cosa casi natural dentro de un espacio político tan amplio como lo es peronismo.

En política nada es casual. A ningún habitante de nuestra Patria le debería llamar la atención lo que ocurre y menos aún sentirse sorprendido. Si bien el dilema impositivo existe y es tangible, cosa que al Gobierno le cabe una enorme responsabilidad, los mecanismos de negociación no pueden ni deben estar sujetos bajo términos coercitivos, debido a que esa misma coerción corre el eje de discusión hacia planos ciertamente mucho más delicados.

No estoy muy convencido de que el objetivo del movimiento sindical sea la recuperación salarial que afecta a casi el 10% de trabajadores si tomamos en cuenta todo el espectro y no sólo los que están bajo relación de dependencia, pero si así fuera qué sentido tienen los agravios contra los funcionarios de La Campora en ejercicio, o haber bloqueado a una empresa recientemente recuperada para el patrimonio nacional y menos aún exhibir un poder de fuerza que implica atacar directamente a las necesidades colectivas.

Si tenemos memoria, y no hay que irse tan lejos, estas pulseadas de poder comenzaron cuando la confección de listas para las elecciones pasadas. Las heridas no han cicatrizado y la visibilización de cada contusión depende del grado de protagonismo y exposición mediática que posee la víctima.

Es de esperar que el Gobierno Nacional asuma sus erratas y deje sin argumentos al presente intento desestabilizador elevando el mínimo no imponible a niveles del 2008 teniendo en cuenta la depreciación inflacionaria y a la vez comunicar a la población sobre cuestiones puntuales sobre el futuro inmediato.

Si los Camioneros son lo que son, tienen lo que tienen y configuran un estatus especial dentro de la sociedad no es por gracia divina. Existió un proyecto político que permitió tal desarrollo. Hugo Moyano hace más de veinte años que es su máximo dirigente y hasta obtuvo permisos para desarrollar su organización gremial a expensar de otros colectivos. Recién a partir del 2003 el conjunto de los afiliados comenzó a poseer derechos antes negados. En consecuencia esta medida no hace más que conspirar contra los mismos intereses propios y del modelo que los dignificó. La pregunta cae de maduro. ¿La esencia del conflicto es la reivindicación? Asumiendo más dudas que certezas mantengo la misma triste sensación que cuando ocurrió la destituyente asonada campestre.

Comentarios