Crónicas y
curiosidades histórico-políticas del Siglo XXI
Antecedentes de la
Economía Popular
Volumen IV Revista Siglo XXI
Publicación de la Universidad de Yale
24 de Marzo de 3058
“La única manera de descubrir los límites de lo
posible
es aventurarse un poco más allá de ellos en lo
imposible”
Arthur Clarke
Y un día ante el encolerizado pedido de
las masas burguesas, urbanas y rurales, protesta mediante acompañada por el
batir de las cacerolas y un salvaje desabastecimiento producto de los cortes de
ruta, los impuestos fueron finalmente derogados. Cada uno sería propietario y
administrador de su utilidad y forjaría en función de su beneplácito y
albedrío. El Estado abandonaba definitivamente su rol como nivelador de la
renta al mismo tiempo que liberaba todas las variables económicas: Las
retenciones agropecuarias fueron derogadas, el impuesto a las ganancias
eliminado por decreto, ingresos brutos dejó de ser obligatorio mientras que el
impuesto al valor agregado se fue retrayendo paulatinamente en la misma medida
que el trabajo decrecía de modo inexorable debido a que esta última variable
impactaba directamente en el consumo. Los bienes de uso y de capital eran
importados y sólo posibles de adquirir por aquellos que estaban incluidos
dentro del sistema. Lo único que conservaba el Estado para sí era la
administración del residual de los fondos de pensión para cumplimentar los
pagos de las jubilaciones limitando dicha cobertura hasta la desaparición de la
generación que estaba comprometida con tal operatoria.
Un federalismo en estado puro aseguraba regiones
ampliamente favorecidas en detrimento de otras escasamente productivas y
rentables. De ese modo las autoridades de facto, mano activa y ejecutora que
derrocó al último Gobierno Constitucional de carácter Populista liderado por
una bella mujer de apellido Fernández, conformaron las aspiraciones de cada uno
de los sectores que exigían del Estado la conclusión de sus apetencias
distributivas. Los aplausos no se hicieron esperar. La voracidad impositiva de
sesgo colectivista y popular dejaba de existir en forma definitiva.
A pocos años de implementarse las medidas comenzaron
a desarrollarse procesos migratorios desde las regiones menos favorecidas hacia
las más favorecidas. La Nación comenzó a despoblarse, cosa que fue muy bien
aprovechada por el capital transnacional para adquirir grandes extensiones
territoriales a precio vil.
La dolarización y la desmonetarización nacional formó
parte del nuevo orden establecido. Ante la incapacidad de absorber mano de
obra, debido a que las actividades primarias sin valor agregado centralizaban
el modelo económico estructural, se multiplicaron exponencialmente los
cinturones de extrema pobreza y con ellos las fatales consecuencias que dicho
programa acarreaba. La educación, la salud y la cultura eran propiedad de quién
podía pagarla, la esperanza promedio de vida bajó de modo alarmante; la
deserción escolar, el analfabetismo, la mortalidad infantil, la proliferación
de drogas y la violencia social aumentaron en progresión geométrica. La
urgencia por reprimir y pertrecharse se hizo indispensable para la protección
de los incluidos. La sociedad segmentada, fragmentada. Muros, pozos divisorios,
alambrados...
“Reteneme ésta”, “basta de corrupción” y “queremos
preguntar” rezaban las pancartas de los más enfervorizados luchadores que por
entonces protestaban en contra de un Estado que asfixiaba su rentabilidad.
Sin fondos para solventar servicios, la policía y el
ejercito fueron paulatinamente desactivados. Los edificios escolares al igual
que los dispensarios y los hospitales públicos se transformaron en derruidos
aguantaderos de marginales, mientras que los caminos dejaron de unificar a la
sociedad por falta de mantenimiento.
Las organizaciones no gubernamentales perdieron los
subsidios por lo que de modo automático dejaron de trabajar en el auxilio de la
comunidad. Los medios de comunicación, como el resto de las industrias
nacionales, cooperativas y empresas de servicios, desplazaron a cientos de
miles de trabajadores debido a la ausencia de subsidios y beneficios operativos
que permitían su normal y rentable funcionamiento.
Liberales, Conservadores y Progresistas, firmes
militantes de las medidas antes mencionadas, comenzaron sus campañas de
reproche ante un Estado ausente que no acudía ni contemplaba las necesidades de
la sociedad. Los gremios no tenían a quién representar y las obras sociales
fueron precarizando sus prestaciones hasta su mínima expresión.
Tanto los administradores nacionales como los
provinciales y municipales fueron renunciando a sus cargos en la misma medida
que los fondos públicos eran acotados ante lo exiguo de las recaudaciones.
El despotismo reemplazó a la política participativa
instalándose dentro del marco de una sociedad que todavía tenía pendiente su
etapa adolescente.
Cuentan los escritos hallados que aquel país llamado
Argentina ocupaba los actuales territorios de los Estados Unidos Benetonianos,
de la República Federativa del Atlántico Sur y de la Confederación de Estados
Andinos.
Según la documentación sólo se mantuvo como Patria/Nación
durante doscientos cincuenta años. Afirman que lo poco que queda de él son las
maravillas naturales por las cuales se ufanaba, una nómina de notables
escritores y poetas: Borges, Cortázar, Sábato, Bioy Casares, Marechal, Walsh,
Filloy, Saer, un cantante de Tangos cuya nacionalidad aún mantiene más dudas
que certezas llamado Carlos Gardel, un héroe mitológico o Dios pagano
apellidado Maradona y la imagen del siempre presente Ernesto “Che” Guevara. Los
historiadores y el departamento de antropología de nuestra Universidad aseguran que el célebre y respetado Comandante Latinoamericano fue el hilo
conductor para establecer con seguridad la existencia de aquel supuesto paraíso
mutilado.
Conclusiones:
El actual sistema de capitalismo estatal llamado Economía
Popular instalado solidariamente en todas las naciones del planeta desde
mediados del tercer milenio encuentra en aquel proceso embrionario y trunco su
antecedente más exitoso. El apuntar a un estado de bienestar democrático y
colectivo determina que nuestro presente tenga que sostener las debidas
prevenciones para detectar tempranamente a las fuerza conspiradoras que si
bien desde hace dos siglos se encuentran aplacadas nunca dejarán de sostener y privilegiar sus
egoísmos en función de intereses sectoriales.
Comentarios
Publicar un comentario