A instancias de tus ojos y sin perderlos de vista
los desafío al supremo sacrilegio
de no cegarse ante mí.
Y que vean lo que quieran, aunque este espectro se acote,
si tu reflejo no abraza a mis manos y a mis besos
te pido encuentres excusa que sirva a mis objetivos
que me inquiete y me sostenga en esta batalla perdida
para que las brujas nocturnas te aclaren que sin tu dosis
no arroparé consuelo, porque mi mundo cedido
no se construye sin ti.
Y si estás, debes ser mía, muy a pesar de lo tuyo
imperiosa necedad o ingenua alegoría.
Te juro amada mía...
soy esclavo,
soberbia,
malicia...
*
Sólo me propongo leerte
y corregir así mis despojos
para examinarte y quererte
y con la fuerza de caricias
descubrir que tu piel
enaltece mis labios
cuando la imposición del beso
se enamora del instinto.
Me propongo ser indiscreto
especular con tu olvido,
ser tu sombra
historia y destino
lo impensado y lo efímero,
lo eterno:
mi exilio.
Amaría que no te esfuerces...
No me mires si tu ojos
no comprenden que son míos,
y si mi boca pregunta
dónde estuviste
durante todo este tiempo,
trata de ignorarla
y por Dios que pido disculpas,
porque siento la leve amargura
de no haberte buscado,
peor aún,
de no haberte intuido...
Centro Cultural General San Martín de Buenos Aires
30 de Abril de 2000
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