B.C.R.A



El gasto público, en nuestras sociedades latinoamericanas, está visto como un sacrificio, como un duelo, como un ritual que incinera riquezas”. (Horacio González)

Recordaba esta mención del Sociólogo y Director de la Biblioteca Nacional cuando observaba el lunes por la noche pasado el debate televisivo entre Carlos Heller y Ricardo López Murphy sobre el proyecto que intenta “modificar” la carta orgánica del B.C.R.A

Básicamente y a grandes rasgos dicha intención le otorga a la institución una mayor entidad participativa en la actividad económica productiva. Esto no es otra cosa que retrotraer los pasos dados hasta antes de la convertibilidad. Es decir restituirle su histórica funcionalidad. La política económica con exclusivo sesgo financista del proyecto Menem/Cavallo/Alianza precisaba de un Banco Central afín a esos principios de modo que ante la modificación de paradigmas es imprescindible también una revisión sobre la participación de la institución dentro de nuestro embrionario proceso productivo.

La letra chica del proyecto de ley se la dejaremos a los sabios de la asignatura con la recomendación que tomemos las debidas prevenciones sobre la siempre presente defensa de intereses corporativos por sobre lo que significa el interés colectivo.

Puntualmente me quiero referir a lo central del debate; al choque político, al conflicto que se presenta cuando existen dos visiones diametralmente opuestas sobre un tema. Por un lado López Murphy y la defensa de las ideas librecambistas que dominaron la escena local durante los noventa bajo el paraguas del Consenso de Washington. Recetas que Europa está viviendo dramáticamente. Por otro lado la visión Populista con rasgos Keynesianos del Gerente del Banco Credicoop, histórico defensor de las teorías cooperativistas, y uno de los pocos economistas que durante aquellos tiempos nos ponía en autos sobre los peligros de aquel embuste llamado convertibilidad.

Fuera de todo tecnicismo, para López Murphy el B.C.R.A debe ser una entidad estática contable, inmóvil ante cualquier fenómeno que no sea financiero, blindando sus reservas ante cualquier necesidad fronteras adentro, sólo puestas en disponibilidad para asegurar el “equilibrio financiero”, siempre pensado ese equilibrio en función de las recomendaciones y objetivos de los organismos internacionales. Para esta visión es absolutamente admisible un B.C.R.A poderoso en el marco de una sociedad empobrecida; cuyas reservas configuran solamente una entelequia financiera más allá que esas mismas reservas se hayan edificado con el esfuerzo de todos los argentinos. Entelequia que desaparece por completo tomando vida repentinamente ante determinadas exigencias internas y externas de los sectores monetarios.
No voy a cometer la torpeza elemental de trasladar este razonamiento a lo cotidiano de un hogar, la economía detenta complejidades que no siempre podemos percibir, pero no es menos cierto que cierta llaneza nos puede ayudar a entender, aunque más no sea de modo general, cómo impactaría este tipo de razonamientos en nuestro diario andar familiar.
A López Murphy no le incomoda de modo puntual esta problemática, lo que verdaderamente insulta a su ideología es la intromisión Estatal dentro de la cuestión económica. No es sólo la inclusión del B.C.R.A dentro del circuitos de créditos, fijando tasas, o tratando de equilibrar el desarrollo de las distintas actividades económicas, es el sistema vigente el que lo incomoda. Es el Estado y su participación, el rol de la política, ergo las decisiones colectivas por sobre la economía.
López Murphy fue uno de los tantos técnicos que se opusieron a la estatización de los fondos de pensión sopretexto de que el Gobierno “manoteaba dichos fondos” para cubrir agujeros monetarios, malgastar, hacer clientelismo político, y que además dicho proceso estatizador no iba a impactar en el bolsillo de los jubilados. El ex Ministro de Economía Radical de la Alianza prefería que dichos depósitos sigan en manos de las AFJP, es decir del sistema financiero que encima cobraba cuantiosas comisiones por tales servicios. Las resultantes de las percepciones del disertante están a la vista y no es necesario explayarse demasiado, sin hacer hincapié en los recortes que él mismo propiciara cuando gestionó administrativamente la cuestión.

En contraposición Carlos Heller expuso que la integración del B.C.R.A a la economía práctica no era una modificación de la carta orgánica. Era devolverle a la entidad las atribuciones que motivaron su fundación como actor trascendental del modelo productivo industrializador de mediados de la década del cuarenta. Establecer líneas de crédito para la pequeña y mediana empresa, financiar obra pública, solventar los procesos productivos vigentes y demás tópicos que impactan directamente en la economía real sin dejar de lado su rol equilibrador de las variables financieras. Un B.C.R.A integrado a un sistema económico nacional y sobre todo federal a favor de todos los argentinos.
Ante la pregunta sobre determinados sofismas instalados Carlos Heller consultó a su ocasional antagonista qué significaba “malgastar”, “despilfarrar” fondos. Lamentablemente los televidentes del debate no tuvimos la oportunidad de saber que interpretación puntual tiene para un liberal tales conceptos. De todas formas sabemos que una cuestión esencial para estos es el Gasto Público. Término que nos retrotrae a la definición de Horacio González.

Para el liberalismo o neoliberalismo el gasto público, es decir gastar para y con el pueblo, en los servicios, cubriendo derechos y necesidades sociales es una erogación susceptible de ser limitada, no así aquellas debacles que produce el sistema monetario para lo cual el estado deberá estar siempre dispuesto a cubrir y proteger.

De todos modos debo reconocer que la economía no es tan lineal como uno presume. Hasta hace pocos días estaba convencido que gravar la renta financiera era una buena medida. Una medida justa y que tendía al equilibrio social. Aunque riesgosa sospechaba que era insostenible que los intereses derivados de un plazo fijo de un millón de pesos o de una pingüe ganancia en la bolsa no tuvieran su correlato impositivo. Vaya mi sorpresa cuando escuché a varios economistas justamente Keynesianos sostener que lo que yo pensaba era una soberana tontería operativa. Se me dirá que dicho gravamen se puede fragmentar por montos e incluso por el tipo de actividad bursátil, lo cierto es que la fuga de divisas de los bancos sería inevitable y de ese modo una buena porción del ahorro nacional derivaría hacia otros mercados en busca de mares más serenos. Justamente devolverle las históricas facultades al Banco Central y hacerlo participar de la economía real inyectando capitales al sistema productivo evita medidas antipáticas que pongan en riesgo el ahorro privado nacional; ahorro que no sólo cubre una franja crediticia puntual sino que además promueve una de las actividades que mayor mano de obra origina dentro de la sociedad: La actividad bancaria.  A priori entonces una medida que simula ser intachable desde la justicia social y la equidad puede finalizar conspirando contra los propios fines que uno buenamente persigue.

Queda en evidencia entonces que la política económica del Gobierno Nacional continúa apuntado a ese modelo industrializador y desarrollista interrumpido a principios de los sesenta y que mostró sus últimas esquirlas a fines del 2001.

Indudablemente todavía estamos viviendo los conatos culturales de aquel ordenamiento (sospecho que nadie pretenderá resolver en 8 años lo que se destruyó en 50 y quién así lo exige obra directamente con mala fe) cuyos paradigmas circulaban por variables que nada tenían que ver con la generación de empleo genuino, con  agregarle valor a nuestras materias primas, con controlar importaciones de modo proteger la industria y como consecuencia el empleo nacional. El sistema de sustitución de importaciones como motor productivo constituye un pecado capital para el pensamiento liberal, en consecuencia el tema ideológico, es decir la política, es en definitiva, quién está encerrando a esa supuesta asepsia que la economía ostentaba desde los tiempos en que estos dilemas se resolvían a fuerza de golpes de estado.

El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tiene la doble tarea política de continuar el proceso industrializador iniciado en el 2003 y a la vez asegurar que el residual existente impacte lo menos posible en la vida cotidiana. Para ello se hace necesario redoblar la observancia sobre cuestiones esenciales. Sobra coraje, sobra inteligencia, sobra voluntad política. Justamente no votamos a los Kirchner porque el país andaba fenómeno, los votamos con la esperanza de que compongan lo que destrozaron los actuales pontificadores mediáticos.



Comentarios

  1. Lamentablemente en esta no le puedo dar la derecha (perdón por la expresión) señor Sala. Una reforma de la Carta Orgánica abrirá una Caja de Pandora y exacerbará aún más la inflación que tenemos, porque al no tener respaldo el peso en reservas del BCRA, el valor de nuestra moneda decrecerá y decrecerá hasta que tengamos billetes de un millón de pesos, tal como pasaba antes del menemato. No es que estoy haciendo una defensa del neoliberalismo ni tampoco estoy a favor de ciertos economistas ortodoxos, pero si algo nos enseño la historia (desde la devaluación de la moneda romana en el siglo III hasta la hiperinflación que sufrieran los alemanes en los inicios de los años 20) es que cualquier estallido hiperinflacionario ocasionado por fallas gubernamentales o por acciones malintencionadas de ciertos grupos de poder económico, o ambos combinados, da pie al ascenso irrefrenable de elementos conservadores a la suma del poder público. La famosa "Doctrina del Shock" elaborada por Naomí Klein nos describe con lujos de detalles que previo a la toma del poder por parte de los sectores más conservadores y afines al "laissez-faire", aparecen fenómenos de carácter macroeconómicos o políticos que fomentan la posibilidad de un cambio de rumbo a gran escala. No tenemos buenos recuerdos de la Ley de Convertibilidad, pero a veces, por el bien de uno o de una Nación entera, es mejor tragarse algunos sapos para no despertar a los más feroces cocodrilos...

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  2. Siguiendo con lo anterior, usted debe recordar con lujo de detalles lo que pasó meses antes de la Caída de Alfonsín (no es santo de mi devoción ese político sobrevalorado) y como le hicieron la cama los sectores financieros y empresariales del país, para dar vía libre al neoliberalismo más crudo. Sin embargo, la Convertibilidad se convirtió en una herramienta óptima para estabilizar las variables económicas más sensibles, especialmente la de la inflación, aunque la misma debería haberse modificado sustancialmente después del cimbronazo de la Crisis del Tequila del 95 . Sé que estoy hablando con el diario del lunes pero la necesidad de una devaluación controlada fue expresada por algunos economistas ajenos al establishment neoliberal, como el caso de Heller que usted bien mencionó. La ausencia de una paridad entre peso y dólar o cualquier divisa extranjera que utilicemos como reservas va a generar un desequilibrio monetario a corto y mediano plazo, y nuestro maltrecho peso va a ser un papelito violeta o marrón con muchos ceros. Aclaro, no defiendo a López Murphy (personaje nefasto si los hay, oculto tras un doble apellido y un rostro canino) pero en esta discusión debo inclinarme por la defensa de lo que queda de la Ley de Convertibilidad (no voy a expresarme sobre los posibles y tristes efectos que podría llevar aparejada la eliminación de la prohibición de la indexación). Néstor Kirchner era muy ducho en la materia de economía y supo, a pesar del quilombo en el que le tocó asumir, crear un relativo equilibrio monetario y la estabilización de ciertos índices macro y microeconómicos, pero siento que Cristina está despilfarrando ese colchón de reservas y equilibrio que su marido le dejó en el 2007. Hace añares que las reservas nominales en dólares del BCRA son casi las mismas, y sabemos que el dólar día a día se está devaluando por la baja tasa de la FED, por lo que a valores reales estamos teniendo muchas menos divisas norteamericanas como reservas. Soy un aficionado de las medidas Keynesianas pero también un perseguidor del equilibrio, y estoy cada vez más seguro de que la expansión económica a los tumbos debe frenarse un poco y de que deben tomarse medidas algo ortodoxas (como está haciendo Rousseff en Brasil, aunque para evitar que el Mundial del 2014 le destartale la economía) para evitar coletazos fuleros.

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  3. Estimado German

    Habría que preguntarse entonces las razones por las cuales no se producían los fenómenos que usted menciona durante los cuarenta, cincuenta y sesenta, cuando la carta orgánica del BCRA era como se la pretende reinstalar. Cuando no vestía interrogantes. ¿Situación internacional? puede ser.. ¿globalización y sus gurúes? tal vez. Nos pesan psicologicamente los procesos inflacionarios vividos, quizás. Lo cierto mi amigo es que en el marco de país activo, industrializado, con exportación de valor agregado, una balanza comercial medianamente equilibrada y con pleno empleo la cosa cambia notablemente.

    Esto es la entidad dentro de un contexto político, social y económico.

    un saludo

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  4. En los últimos años de la segunda presidencia de Perón (1952-1955) la economía empezó a mostrar síntomas de una fuerte depresión, envalentonada por la sequía y por la merma en la cantidad de reservas en el BCRA (Recuerde aquella vieja frase del General, cuando mencionaba que no se podía caminar por los pasillos del BCRA cuando asumió porque estaban llenos de lingotes de oro). Por eso después Perón, agobiado por la falta de divisas frescas concesionó el 40% de Santa Cruz a la Standard Oil de California para explotar el petróleo. La industrialización en aquellos años se llevó a cabo a través del IAPI, y éste se sustentaba a través de las divisas que nos daban las exportaciones de productos primarios. Lamentablemente, tenemos un problema de orden estructural, ya que al no contar con industria de bienes de capital acorde a los deseos bienintencionados del gobierno de industrializar el país a gran escala. En los 60, si bien no hubo un estallido hiperinflacionario, también se dio el fenómeno del cuello de botella en la economía argentina, problema que quiso solucionar Frondizi y el desarrollismo que el representaba pero que lamentablemente no tuvo larga vida. Hoy en día me atrevo a decir que se está dando el mismo fenómeno que afectó a Perón y a otros presidentes argentinos, y si bien nos encontramos un poco mejor que en otros años, no debemos dejar de lado la cuestión de que hay un problema que llevamos enquistado, por cuestiones históricas, sociales y políticas. El dólar sigue siendo un componente importante dentro de la economía mundial, aunque haya perdido mucho valor desde los 90, y el Euro no ofrece las mismas garantías que ofrecía antes de la crisis mundial. Por lo que es necesario aquietar las aguas y no caer en una vorágine expansionista, y hacer como hacen los buenos pateadores de tiros libres: retroceder la pelota unos centímetros nada más, para poder colocarla mejor.

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  5. Valen sus aclaraciones y las agradezco porque me desasnan..

    Pero razonando sus argumentos y asimilando la historia como un proceso de aprendizaje dichos fenómenos no tendrían necesariamente que ocurrir debido a que hemos tomado debida cuenta de lo sucedido. Eso es la política, o por lo menos debería ser...

    Lo único que espero mi amigo es que no me venga con el asunto que es necesario congelar la economía..

    un abrazo

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  6. No hablo de congelar la economía Gustavo, sino de corregir varias variables que a mediano plazo pueden hacer desastres y dar pie a que un Macri o un Duhalde lleguen a la Presidencia. Es un hecho que el gobierno se ha excedido sobremanera con el gasto público y con esto de las reservas demuestran que están llevando la economía por un círculo vicioso muy complicado de detener. Le cité en un comentario lo que está haciendo Dilma Rousseff en Brasil y no lo veo mal en principio, aunque está orientando el presupuesto hacia la organización del Mundial y de los JJOO. Cristina debería hacer lo mismo y volverse, para horror suyo, un poco más "ortodoxa" en el manejo de la economía, sin que eso implique un "ajustazo" o la recesión, pero bueno, no depende de mí ni de usted arreglar la economía. Lo digo sin ánimo de ofender, porque en un principio simpatizaba con el gobierno y sé que varios de sus enemigos son mis enemigos, pero últimamente se me está haciendo difícil defenderle varias cosas a Cristina.
    Es un placer tener una conversación intelectual, virtual, pero enriquecedora al fin con usted.
    Un abrazo

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