AL TOQUE III ¿Qué cobrás....? Cuento - Autor: Gustavo Marcelo Sala


El seis a dos final sentenció de modo inapelable la suerte del Atlético Juan Maciel. Si bien las posibilidades de clasificación para una nueva ronda dentro del campeonato de fútbol distrital se presentaba como una quimera, existe un viejo axioma futbolero que afirma: los partidos hay que jugarlos, ningún encuentro se ganó o se perdió en las vísperas.
Esa tarde soleada de domingo el Recreativo Libertad no tuvo piedad. Nuestros muchachos del Atlético deambulaban por el verde césped con el lógico afán de victoria, pero las diferencias quedaron plasmadas desde el pitazo inicial. Ya el calentamiento precompetitivo mostraba certezas que presagiaban una tarde ciertamente preocupante. Los jugadores de Libertad ingresaron por el centro del terreno de modo elegante y al trote, vistiendo su tradicional indumentaria punzó, muy seguros de sí mismos, alternando toques de primera con bromas de segunda. El Atlético ingresó al paso, por uno de los laterales, a pesar de la localía, como solicitando permiso, cabeza gacha, descontando que la empresa por venir detentaba contraindicaciones imposibles de soslayar.

No sólo había que ganar, además debían caer derrotados dos rivales directos en sendos partidos que se estaban disputando a la misma hora en la ciudad cabecera del distrito. Es un sistema muy cruel - aseveró un importante dirigente de los nuestros -: Dos zonas de cinco equipos en donde sólo clasifican cuatro de cada una no exime de ser una competencia exigente que en definitiva lacera el sentido lúdico que tiene de modo intrínseco nuestro deporte más popular, concluyó indignado.

Fuera de este comentario y habiendo aceptado de antemano las reglas del juego afrontaron la obligación con un elevado grado de compromiso, hombría de bien y coraje. De todas formas y como reaseguro que todo caminara sobre ruedas algunos hinchas caracterizados estimaron prudente implementar originales mecanismos que aceiten y colaboren para facilitar el cumplimiento de dicho objetivo. Para ello se le ofreció al Juez, minutos antes del comienzo del encuentro, un premio estímulo de quinientos pesos para que desarrolle su tarea sin preocupación de ninguna clase, de modo nada conspire contra su altruista función de magistrado deportivo. Estimo dable aclarar que esta acción no se la puede asimilar como un burdo y ramplón intento de soborno, solamente se trató de un incentivo ante la percepción colectiva de una actividad que se encuentra alejada de la mano de Dios y muy mal remunerada. Quién considere esta actitud como dolosa se equivoca de cabo a rabo y le hace un daño irreparable a nuestro fútbol – sentenció uno de los simpatizantes que ofició como cancerbero del gestor de la encomienda -.

Don Alfonso Ingaramo, árbitro designado y destinatario del halago, se mostró injustamente hostil ante el ofrecimiento, tratando de malos modos al representante designado para la ocasión. Dolorido y ofendido en su ser, menoscabado e incomprendido dicho correveidile reaccionó como lo haría cualquier hombre herido en su buen nombre y honor. Fuera de sí increpó al déspota Juez que se comportó haciendo abuso de autoridad, advirtiéndole que su pequeño automóvil corría serios riesgos de ser averiado, adjuntando a la mencionada prevención la silueta de una faca que acompañaba su cintura. Don Alfonso duplicó su cólera hasta niveles impensados. Claro está, nuestro gestor desconocía que Ingaramo era además oficial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, no teniendo más remedio que abandonar el predio del campo deportivo luego de la denuncia de marras efectuada por el mismo Juez ante las autoridades del Atlético haciendo cumplir taxativamente la letra chica de la coercitiva ley del deporte recientemente promulgada en el boletín oficial.
No es un excusa por el resultado final, pero debemos admitir que a partir de ese momento se evidenció una mala predisposición por parte de Ingaramo hacia nuestros players, quedando de manifiesto en la injusta expulsión que sufrió nuestro lateral derecho por una mano intencional a la altura de mitad de cancha cortando un contragolpe que con arteras intenciones había elaborado Libertad a la salida de un tiro de esquina erróneamente ensayado por el propio Atlético. Otra máxima futbolera afirma que corner mal ejecutado es gol en contra.
A partir de este inexorable resultado ajeno a la realidad futbolística del encuentro comenzaron, desde los laterales, las recurrentes y despiadadas críticas hacia el plantel. Las mismas se podían calificar como inhumanas y cruentas, con ciertos aditivos de alto contenido racista.
-   Borrachines, vagos que no gustan de entrenar, desamorados del Club, malandrines irresponsables que no humedecen la gloriosa divisa, fueron algunos de los cánticos que terminaron lapidando el espíritu individual y colectivo de nuestros muchachos –
Llevando la tristeza a cuestas, saliendo del estadio camino hacia mi hogar, entre el polvo en suspensión, alguna tosca indiscreta y el seis a dos como carga, me quedé con la vaga idea que nunca sabremos con certeza el destino de nuestro representativo si el Juez no hubiera mostrado tamaña inflexibilidad, si hubiese aceptado tener una postura más comprensiva, más humanista si se quiere. Cierto es que de nada hubiera servido. Los otros dos conjuntos que disputaban las plazas con el Maciel habían triunfado en sus sendos encuentros, clasificando ambos para cuartos de final sin tener necesidad de aguardar por una mano solidaria de terceros.



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