NICOLÁS GUILLEN - Poesía -





Llegada
                                                                  ...del poemario Sóngoro Cosongo

¡Aquí estamos!
La palabra nos viene húmeda de los bosques,
y un sol enérgico nos amanece entre las venas.
El puño es fuerte, y tiene remo.
En el ojo profundo duermen palmeras exorbitantes,
y el grito se nos sale como una gota de oro virgen.
Nuestro pie, duro y ancho,
aplasta el polvo en los caminos abandonados
y estrechos para nuestra filas.
Sabemos dónde nacen las aguas,
y las amamos porque empujaron nuestras canoas 
bajo los cielos rojos.
Nuestro canto es como un músculo bajo la piel del alma,
nuestro sencillo canto.
Traemos el humo en la mañana, 
y el fuego sobre la noche,
y el cuchillo, como un duro pedazo de luna,
apto para las pieles bárbaras; 
traemos los caimanes en el fango,
y el arco que dispara nuestras ansias, 
y el cinturón del trópico,
y el espíritu limpio.
¡Eh, compañeros, aquí estamos!
La ciudad nos espera con sus palacios, tenues como panales de abejas silvestres;
sus calles están secas como los ríos 
cuando no llueve en la montaña,
y sus casas nos miran con los ojos pávidos de las ventanas.
Los hombres antiguos nos darán leche y miel,
y nos coronarán de hojas verdes.
¡Eh, compañeros, aquí estamos!
Bajo el sol nuestra piel sudorosa reflejará los rostros húmedos de los vencidos,
y en la noche, mientras los astros ardan 
en la punta de nuestras llamas,
nuestra risa madrugará sobre los ríos y los pájaros.



Son número seis

                                                                         ...del poemario El Son Entero

Adivinanza de la esperanza:
Lo mío es tuyo,
lo tuyo es mío
toda la sangre
formando un río.
Salga el mulato, suelte el zapato,
díganle al blanco que no se va:
de aquí no hay nadie que se separe;
mire y no pare, oiga y no pare, beba y no pare,
coma y no pare, viva y no pare,
¡que el son de todos no va a parar!


Glosa

                                                         ... del poemario El Son Entero

1
Como la espuma sutil con que el mar muere deshecho,
cuando roto el verde pecho se desangra en el candil.
No servido, si servil, sirvo a tu orgullo no más,
y aunque la muerte me das, ya me ganes o me pierdas
sin saber que me recuerdas no sé si me olvidarás.

2
Flor que sólo una mañana duraste en mi huerto amado,
del sol herido y quemado tu cuello de porcelana:
quiso en vano mi ansia vana taparte el sol con un dedo;
hoy así a la angustia cedo y al miedo, la frente mustia...
No sé si es odio esta angustia, no sé si es amor este miedo.

3
¡Qué largo camino anduve para llegar hasta ti,
y qué remota te vi cuando junto a mi te tuve!
Estrella, celaje, nube, ave de pluma fugaz,
ahora que estoy donde estás, te deshaces sombra helada:
ya no quiero saber nada; yo sólo sé que te vas.

4
¡ Adiós! En la noche inmensa y en las alas de blando,
veré tu barca bogando la vela impoluta y tensa.
Herida el alma y suspensa, te seguiré si es que puedo;
y aunque iluso me concedo la esperanza de alcanzarte,
ante esa vela que parte yo sólo sé que me quedo.

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