SOBRE LA SOCIEDAD, EL ORDEN Y LA LIBERTAD - Plotino Rhodakanaty


La realización de la asociación universal, de individuos y de pueblos, para el cumplimiento de los destinos terrestres de la humanidad se debe implementar por medio de un sistema que enseñe el conocimiento del objeto, los medios adecuados para su realización y principios en que se funde el objeto y los medios.  Porque donde no hay objeto determinado, no puede haber política, en el sentido racional de la palabra.
Creo firmemente que está al alcance del hombre y en la ley de su destino terrestre, reemplazar con el reinado de la riqueza, de la verdad, de la justicia, de la paz, del trabajo: en una palabra, del bien, el reinado de la miseria, del engaño, de la opresión, de la guerra, de la devastación, en una palabra del mal, a que hasta ahora se ve sometido. Creo que la maldad no tiene por causa absoluta e inmutable la naturaleza del hombre, sino la imperfección de las instituciones sociales, que son esencialmente modificables, y por consiguiente susceptibles de mejora, de perfeccionamiento y transformación por la inteligencia y voluntad del hombre.
El estado social es comparable a un mecanismo, del cual los hombres, considerados bajo el punto de vista de sus facultades activas, son las fuerzas motrices, si se quiere libres, y más o menos inteligentes. En general debe admitirse como cierto, y fuera de casos excepcionales, que el hombre no está absoluta y fatalmente condenado al mal, por el mero hecho de su naturaleza y nacimiento; por consiguiente, los desórdenes, vicios y crímenes individuales, en su inmensa mayoría, y todos los males del orden social que de ellos resultan podrían desaparecer progresivamente, a medida que se mejoren las instituciones sociales. Puede concebirse al hombre colocado en un mecanismo social, tan felizmente combinado por su inteligencia, y tan favorable al desarrollo de la actividad y de las pasiones humanas, que el individuo ame particularmente a sus semejantes, y trabaje libre y apasionadamente en el bien general, perfectamente identificado con su propio bien.
Toda doctrina de organización social o de progreso en la constitución de la sociedad, supone un cambio en el estado de ésta: o de otra manera, toda doctrina de progreso supone la realización de un estado social no realizado anteriormente y superior a los sistemas conocidos para mejorar la suerte de las sociedades humanas.
Resulta de esta observación analítica que el hecho elemental y capital de la solución del problema social, tomada en su más grande generalidad, no es otra cosa que la determinación de las condiciones de la asociación de individuos, familias y clases, entre el vecindario de una localidad, elemento alveolar del estado y de la sociedad.
Es indudable que los conservadores, de miras más estrechas, no pueden ser enemigos del progreso real, es decir, de las mejoras sociales favorables a los intereses de todas las clases, y que aseguren los intereses de la sociedad. De la misma manera puede asegurarse que los revolucionarios que atacan con tanta furia el orden de cosas existentes, no lo hacen porque sean enemigos del principio de la estabilidad, sino porque esperan con su sistema, fundar este principio sobre más sólidas bases.
Que los conservadores no son, por lo tanto, enemigos absolutos del progreso, ni los revolucionarios enemigos absolutos de la estabilidad, y desde el momento en que los primeros vean que la estabilidad nada tiene que temer del progreso, y los segundos que éste no es incompatible con la estabilidad, se refundirán en una sola opinión, porque todos serán a un mismo tiempo conservadores y progresistas.
Queda establecido que la escuela societaria que intenta imponer su sistema a la sociedad actual, por medio de la espontánea voluntad y libre aceptación del público convencido de su bondad, sólo aspira a darlo a conocer por medio de la propaganda escrita y oral.
Los principios obligatorios de la moral, y el derecho que tiene la sociedad de imponer a la libertad restricciones necesarias, a la defensa o a la garantía del orden social, no pueden nunca desaparecer virtualmente, sólo que, a medida que la sociedad es menos imperfecta, es menor la necesidad que hay de recurrir a ellos.
Así, pues, toda ley es imperativa y obligatoria en tanto que existe como regla general de orden; pero hay leyes fundadas sobre principios absolutos y eternos, y otras que dependen de las condiciones variables del medio social, y que cambian al gusto de los poderes legislativos, políticos y religiosos.
¿Qué circunstancias debe tener un sistema social para que sea considerado superior al existente?
Si hay algo incontestable en el mundo, es que un sistema social, en el cual la realización absoluta del bien general resultase de la libertad absoluta del individuo, sería el sistema social más perfecto que pudiera conocerse.
Filósofos, moralistas, legisladores y reformadores, se han preocupado sobre todo de obrar sobre el individuo imperativamente por el deber, por la ley, por la comprensión moral o por la represión física, para encadenar las pasiones y los intereses individuales dentro del límite en que han creído poder ser causa del mal. Legisladores, filósofos, moralistas y reformadores han querido obrar sobre el hombre, para encadenarle moral y físicamente, para sujetarle al mecanismo social existente, cualquiera que éste fuese.
Es necesario obrar sobre la forma social, para transformar su mecanismo, acomodándole a las exigencias de la naturaleza humana.
La forma social puede ser falsa o justa, conveniente o inconveniente a la naturaleza humana y a las condiciones de su desarrollo normal.
La forma social más falsa, más imperfecta, es la que establece la más grande incompatibilidad entre el orden y la libertad.
La forma social más justa, más perfecta, es la que establece la más grande compatibilidad entre el orden y la libertad.
La forma social más imperfecta, tiene fatalmente por carácter esencial que el orden exhibe en ella, el arsenal más completo de leyes represivas, civiles, políticas, morales y religiosas, para enfrenar la libertad, lo más enérgicamente posible.
La forma social más perfecta, tiene forzosamente por carácter esencial, que para conservar el orden no necesita hacer uso contra la libertad de leyes de represión o de compresiones civiles, políticas, morales o religiosas.
Si hay un principio evidente, es que el orden social está tanto menos garantizado en la sociedad cuanto está más expuesto a la virulencia de la libertad. Por eso, al anunciar que la concepción absoluta del orden es inseparable de la concepción también absoluta de la libertad son hechos correlativos, y por consecuencia, que la libertad no podrá realizarse ampliamente más que cuando se realicen combinaciones sociales en que tienda directamente a producir el orden, enunciando este principio completamente nuevo, aunque vagamente presentido, la escuela societaria defiende lo mismo las necesidades prácticas de las represiones morales, religiosas y jurídicas contra toda libertad desordenada, como también los derechos absolutos de la libertad.
Rhodakanaty llega a México con su Cartilla Socialista

Comentarios