Sindicalismo Argentino a Comienzos del SIGLO XX - Nota de Opinión



La declaración de principios de FORA constituye un documento histórico notable a los efectos de analizar ciertos debates existentes en la actualidad sobre sindicalismo e izquierdas. Habla del derecho de producir y también del derecho de consumir (Cuestión esta muy irritante y hasta en algún caso ridiculizable para el actual dogmatismo progresista)... Más allá de lo que efectivamente representó en cuanto a su incidencia en el progreso de los derechos de los trabajadores, FORA tuvo activa participación política en las protestas y luchas obreras de la Semana Trágica 1919 y en los sucesos que se desarrollaron en la Patagonia en 1920 y 1921.


DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
FORA (Federación Obrera Regional Argentina)

Profesamos el ideal de más justa concepción social. Todo cuanto en relación en ese ideal rechazan los códigos y las cartas fundamentales de los Estados es patrimonio ideológico nuestro, al cual consagramos lo mejor de nuestra voluntad y lo más apreciable de nuestra inteligencia.
Esencialmente libertarios, estamos en abierta pugna con el orden establecido por basarse en la desigualdad de derechos que concede a unos la facultad ilimitada de explotar las energías ajenas, obligando a otros a permanecer en la deprimente condición de explotados.
Fervientes igualitarios por convicción profunda, tendemos a la supresión de cuanto privilegio separa a unos hombres de otros convirtiéndolos en enemigos extraños entre sí por la diversidad de intereses que los mueve a una lucha inhumana de antagonismos, y por lo tanto incompatible con los destinos de la humanidad.
Prohijamos con orgullo el glorioso lema que nos legó la Primera Internacional: “No más derechos sin deberes; no más deberes sin derechos”. Y para la consecución de la bella realidad que el pensamiento de nuestros primeros internacionalistas encierra, prometemos ante el mundo del trabajo, como trabajadores que somos, luchar con ahínco, sin descanso y con la fe de los que saben que su porvenir esta más allá de los convencionalismos de la casta explotadora que en la mayor parte de las sociedades contemporáneas se apropia del producto del trajo en cambio del hambre y la tiranía para los usurpados.
Nuestro ideal de justicia, consistente en la emancipación del trabajo, que no es ilusorio ni platónico, tiene la virtud de la constatación científica que se deriva de unos hechos para ser aplicada a otros de orden distinto, pero de conformidad absoluta con los principios que el ideal establece. Es genitor de modalidades y corona de las mismas. Se basta a sí mismo y lleva en los propios elementos que contiene los medios necesarios para hacerlo factible. Ideal forjado por las organizaciones obreras, tiene en las mismas agrupaciones que le dieron consistencia científica al brazo ejecutor. La asociación elabora el pensamiento, la asociación lo ejecuta. Es la idea asociada a la acción que diariamente manifiestan los trabajadores asociados mediante la huelga, el boicot, y todas esas armas de luchas que siempre son una protesta por la absorción capitalista y un vehemente llamado al advenimiento de la Sociedad de iguales.
Fuera de la asociación obrera todo es extraño a los intereses y aspiraciones de la clase obrera. Por eso repudiamos las instituciones que tienden a amalgamar la clase productora con la parasitaria, guiadas por el interés de falsear propósitos de libertad en beneficio propio, con el consiguiente perjuicio para los trabajadores. Por eso somos antiparlamentarios y únicamente confiamos a nuestros propios medios de acción todo cuanto respecta a nuestra emancipación de trabajadores injustamente sometidos a un régimen que no hemos querido ni queremos, y que subsiste por la violencia de la burguesía y del Estado.
Por nuestros propios medios queremos llegar a la emancipación del trabajo, librándolo de la tutela capitalista que, a pretexto de una supuesta protección, ejerce el más irritante de los latrocinios. Para nosotros el contralor de la producción, puesto que somos los productores. La modalidad que caracteriza la burguesía como una casta parasitaria la inhibe, desde el punto de vista de la más amplia justicia, de la facultad de contralorear riquezas que no ha creado, que ni siquiera ha conservado para disfrutar en paz, sino que, por el contrario se ha servido de ella para fomentar las guerras que llevaron al espanto y la desolación a los hogares proletarios, destinando simultáneamente una buena parte de esas riquezas a la creación de instituciones de tiranía y embrutecimiento de los mismos trabajadores.
Por nuestra dignidad de idealistas y espíritu de justicia queremos instalar sobre las ruinas del régimen burgués la obligación de producir, estrechamente ligada al derecho de consumir, que dé a cada hombre la compatibilidad requerida para una sociedad donde sus miembros sean iguales en atribuciones. Todos iguales en el orden político; comunismo en el orden económico; libertad y fraternidad efectiva entre los hombres de la única clase de trabajadores de la tierra.

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