AUTOAYUDA I Nota de Opinión

Autoayuda




Desde hace poco más de un cuarto de siglo estamos asistiendo al desmembramiento estructural de la solidaridad como bastión fundamental de la sociedad. Lo que otrora fueron valores indispensables para el desarrollo personal e intelectual del ser humano social se transformó en retórica abstracta esgrimida solamente dentro del breve lapso que duran las campañas electorales.
Resulta una exuberancia detallar sobre supuestos lavados de cabeza a través de un constante repiquetear sobre el paradigma individualista, pero no escapa a la realidad que los deseos narcisistas de las personas han superado en forma considerable a los anhelos del colectivo social.
A pesar de las guerras sufridas durante el siglo pasado, nunca como ahora, el egoísmo se trasunta en el arquetipo a seguir. Ya nadie se atreve a discutir que las cosas valen más que las personas, excepción hecha cuando de relaciones cercanas se trata. Y quién lo examine navegará de modo indefectible en los tristes mares de la soledad y la locura.
El tema podría encararse desde varios supuestos: El ideológico, el filosófico, el ético, el económico y hasta el psicológico (cierta esquizofrenia recelosa). De todas formas estimo a la problemática tanto por ciento más grave ya que considero existe una voluntad explícita para rendirse ante el discurso notablemente seductor de esta suerte de protocolo universalizado. Lo más antiguo como fórmula efectiva: Enunciar aquello que se desea escuchar... Debido a ello me afilio a la idea de que no existen fronteras ideológicas, ni religiosas, ni éticas que puedan enfrentan tales supuestos. Tanto izquierdas como derechas abrevan de estos elixires irrecusablemente y de modo categórico, los filósofos y pensadores del humanismo no debaten tales premisas y por lo general acuden, para desarrollar determinados fenómenos, a explicaciones que reafirman la individualidad como valor esencial de una vida plena. Los economistas apuntan directamente sus dardos a aquella esquizofrenia mencionada agudizando los temores colectivos, de forma tal, el conciente y el inconsciente rindan extrema pleitesía al personalismo. Hasta la religión se ha olvidado de la solidaridad como eje del entramado social incorporando como verdad revelada los conceptos de caridad y filantropía, curiosamente encausados dentro de una lógica individual. Es probable que la molesta palabreja se la relacione con íconos corporativistas inaceptables dentro de vademécum teológico.

Vale la pena analizar qué clase de red de contención existiría dentro de comunidades en donde nadie tuviera posibilidades de ser caritativo o filantrópico por la simple razón de no disponer de bienes y servicios. Es allí donde el estado debe establecer las diferencias conceptuales correspondientes y proceder en consecuencia. No escapan, lamentablemente, a las generales del pensamiento actual, la amistad y el amor. Supuestamente los sentimientos más nobles de las personas son deshonrados a diario por intereses privativos.
Y es allí en donde toman auge las recetas de autoayuda. Desde mi humilde apreciación la manera menos culposa de perjudicar al semejante.
El no hacerse cargo de su historia y sus errores hace que las personas acudan en forma presurosa bajo las cálidas frazadas de paradigmas cuyas recetas permiten plena felicidad, a pesar de... Fórmulas basadas en la plenitud interior, cierta dependencia a la noción de la salvación del espíritu a través de doctrinas oficiales y paralelas, la proliferación de las ONG con el respectivo subsidio a propósito de la ausencia estatal, y las innumerables publicaciones y artículos que sostienen la necesidad de lo indispensable: “Estar bien con uno mismo”. Entendiendo dicha premisa como si la misma constituyera una definición en sí misma. Discurso pseudo psicológico que colabora de aliado para abandonar a la ciencia como certero medio de ayuda en la búsqueda de falencias a afrontar.
¿Puede estar alguien bien consigo mismo cuando un prójimo o un grupo de semejantes sufren por situaciones que podemos modificar fácilmente? Parece que estas técnicas logran que así sea, sembrando en este mundo ególatras, olvidadizos y cobardes por doquier, indispensables e ignorantes auxiliares del sentido trágico que tiene el universo. Vital resulta agregar el condimento de un semblante generosamente simpático. Siempre tiene una mejor aceptación un garca adorable que está bien consigo mismo, que un sujeto solidario comprometido con el suburbio y en dura lucha con su medio por una sociedad más justa dentro de un contexto ominosamente asumido. Así vamos construyendo nuestras conexiones humanas. Nuestros representantes son el fiel reflejo de esos paradigmas que el común persigue hasta el éxtasis con denuedo. Los sistemas de autoayuda, literatura mediante, para estar bien con uno mismo sepulta el valor máximo que una sociedad puede tener: Una red solidaria basada en el reconocimiento que todos nos merecemos, por la sola razón de existir, el poder gozar de una vida hermosa y plena con los seres que amamos.

N de la R: Definir a los textos de autoayuda como literatura corre por cuenta de cada uno. En términos estrictamente literarios arriesgar que Literatura de Autoayuda se nos presenta como un creativo oxímoron no resulta para nada descabellado...


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