PERIODISMO INDEPENDIENTE Nota de Opinión




Neoliberalismo Militante
Invertir Carga de la Prueba

La crítica (análisis) al periodismo resultó ser a mí entender el disparador más interesante que ha presentado, tal vez desde la marginalidad, la nueva ley de medios audiovisuales. No ya desde la insistente dicotomía expuesta entre libertad de prensa y libertad de empresa, tema que no deja lugar a dudas en el marco de un sistema marcadamente corporativo y globalizado, sino desde el punto individual y colectivo, cuestionando, indagando y demostrando desde qué lugar se para cada actor de los medios ante semejante desafío ético-profesional. Las organizaciones periodísticas privadas dominantes no son solamente eso, conforman un ítem dentro de un sistema empresarial con diversidad de intereses políticos y económicos. No asumir esto como cuestión fundamental es arribar cojeando al debate.

Ejemplifiquemos: Es notorio ver en el marco informativo que determinadas corporaciones insistan, como tema fundamental, sobre la urgente necesidad de presentar índices inflacionarios supuestamente “reales”, desechando los guarismos estatales y abrevando de los estudios privados. Con argumentos varios se plantea que dicha estrategia política del gobierno nacional es poco menos que delictiva porque conspira contra la necesaria fotografía social que debería pintar nuestra realidad del presente. Paralelo a esto sabemos que dichos índices de inflación impactan directamente en los intereses de los bonos de la deuda y que los tenedores de estos bonos son fondos muy bien relacionados y asociados, directa e indirectamente, con las corporaciones periodísticas dominantes que desean fervientemente la presentación de “esos números reales”.

Ante tan claro conflicto de intereses económicos y políticos, quién tiene la potestad ética para censurar ciertos asientos contables y estrategias que las naciones realizan en defensa de sus propias sociedades. Debate sumamente interesante y enriquecedor. Esto es... Discernir sobre los límites y la discrecionalidad, repensar cómo ciertas políticas afectan al colectivo social y a cada uno de sus segmentos.


Lo realmente curioso es que el progresismo, la izquierda dogmática y hasta el mismo radicalismo no acepten como válida una estrategia que está provocando, anualmente, limar una deuda injusta, heredada y que sólo tuvo como beneficiarios a aquellos que hoy invocan esos índices Melconianmente “reales”. Se invierte entonces la carga de la prueba. El gobierno es corrupto y abyecto per-se, y lo es por delinear políticas (índices) que hacen, de modo paulatino y seguro, a un detrimento del impacto de la deuda con respecto al PBI. Cualquiera que haya trabajado en una oficina de recuperación crediticia de un Banco o de un Fideicomiso entenderá el análisis y le sobra material para divulgar la idea con ejemplos domésticos.

Quisiera hacer un alto en el camino y poder refrescarnos con una cita que Juan José Hernández Arregui tomara de Juan Carlos Distéfano, cita que por conocida no deja de merecer pensarse en su  auténtica dimensión:

“Cuando la información está a la vista,
y el cipayismo continúa estamos en presencia
o bien de colonialismo congénito o bien de oportunismo
y derrotismo antinacional. La chequera o la idiotez,
de cualquier modo, son igualmente despreciables”.


Cuándo nos titulan que el índice inflacionario es del 1.85 y no del 0.80 ¿sabemos qué es lo que nos están queriendo informar? O simplemente deseamos saber quién miente como si tal cosa fuese patrimonio del Gobierno Nacional. ¿El índice inflacionario está solamente en el mercado de insumos domésticos? ¿Cómo impacta el sistema de subsidios y su socialización de costos fijos (servicios) en nuestros bolsillos cotidianos? ¿Somos conscientes de lo que no pagamos anualmente debido a que determinadas variables se encuentran con tarifas socializadas?

Cuando la economía está sujeta a decisiones políticas y no a cuestiones eminentemente financieras los heridos importantes y ciertamente poderosos mostrarán sus laceraciones a través de sofismas de toda clase y tenor. Y allí es dónde comienza a jugar un rol importante el periodismo, indudable nexo entre la realidad y la interpretación de la realidad.

Nunca vi a tantos pobres festejando por las rentas de los ricos, decía Macedonio... pido disculpas por la digresión del momento.

No existe mejor percepción del humor social con respecto a un Gobierno que las decisiones populares y temo que el periodismo autodenominado como independiente desea fervientemente ostentar un poder correctivo de esas decisiones populares cuando estas ponen en riesgo sus concretos intereses. Sospechan o directamente asumen que sin su aprobación, sin su bendición y la del consecuente establishment comunicacional independiente, liberal y privado nada valdrá la pena pensarse y menos aún disfrutarse, enviando al purgatorio a todo intento que estime alguna defensa del ejecutivo gobernante.

¿Quién dijo que el periodismo debe ser opositor? ¿Quién dijo que debe ser oficilista? ¿Quién dijo que debe ser neutral? En qué texto constan tamañas afirmaciones.
Asimilo al periodista como un sujeto cuyo pensamiento crítico resulta de incalculable valor para analizar e informar sobre la realidad.

¿Qué es entonces el pensamiento crítico?

Sospecho, desde cierta ignorancia, que resulta de apuntar a un análisis integral de los fenómenos partiendo de cada particularidad sin detenerse en la que más seduzca a la subjetividad del individuo o de la corporación (parte por el todo), sino entendiendo que esa realidad está conformada por decenas de variables que es necesario desentrañar y visualizar públicamente para tratar, en lo posible, de arribar a la síntesis, si es que esta existe...

Debido a las entrecruzadas interferencias e intereses, es probable que haya llegado la hora que nosotros, ciudadanos comunes, comencemos a realizar un ejercicio analítico tratando de escrutar a nuestros informantes para saber qué estaciones del recorrido nos ocultan y cuáles son las que describen con sumo esmero.

Durante los noventa mientras la crítica se centralizaba en el maquillaje la sustancia del programa político vigente en aquel entonces no era escrutado ni visualizado.  Esto ocurría paralelamente a los beneficios que las grandes corporaciones periodísticas obtenían del ejecutivo. En la actualidad el debate por la esencia (modelo) tiene mayor virulencia ya que aquellos beneficios obtenidos se encuentran en franco retroceso. El presente nos muestra que las armas disimuladas en aquel entonces son expuestas en la actualidad sin ningún tipo de eufemismo.

Hoy se habla de periodismo cooptado de modo llamativo, diría prejuiciosamente. Décadas atrás nadie le objetaba a Lanata haber financiado Página 12 con capitales de Montoneros, ni a Burzaco padre por haber financiado Tiempo Argentino con dinero de la Junta Coordinadora. Hoy todo lo que huele a Kichnerismo está viciado por el sólo efecto de su aroma y no por su correlato informativo.

Durante los ochenta la política informativa de los medios prostdictadura fueron fervientes soportes del período totalitario en retirada habida cuenta de que el maquillaje ocultó la esencia de una verdad irrefutable: La complicidad civil  y los beneficios económicos obtenidos por dichos grupos bajo el yugo de la picana y submarino. Desde el periodismo nunca se efectúo una autocrítica (autoanálisis) sobre aquellos comportamientos. Tuvieron que pasar casi treinta años para que tales disfraces cayeran.

El “todos mienten” del Doctor House tal vez sea el peor de los mensajes asumidos. No todos los hacen, ciertamente podemos modificar la máxima del simpático personaje por el de “todos ocultan algo” entendiendo que lo que no se dice, generalmente, tiene mayor relevancia que aquello que se dice. En la actualidad debatir sobre el monopolio comercial del insumo de papel de diario sostiene el mismo rango de importancia que la distribución de la pauta publicitaria. En ambos casos inciden directamente a la salud financiera de los medios de comunicación masiva y por ende del libre acceso de los ciudadanos a la información. Hoy los medios han decidido constituirse en brazos políticos comunicacionales y no se manifiestan como colaboradores indispensables para deconstruir y construir nuestra sociedad, aportando a favor de nuestra necesidad de conocimiento.

A la pregunta ¿Están todos pagos? Contestaré – por supuesto -  y así debe ser, es su trabajo. El problema radica cuando la acusación sobre un evento justo se transforma en una degradación ética y profesional. Y nuevamente se invierte la carga de la prueba porque no se acepta la subjetividad del otro. (Eso es el verdadero fascismo).

Imaginemos las frases: “Claro, aquel Médico te opera porque le pagan”, “ese Abogado te defiende porque cobra”... ¿Suena raro, no?

Sandra Russo trabaja por un sueldo al igual que Lanata. Quién paga esos salarios parece ser el gran dilema existencial de algunos. Temo defraudarlos, en ambos casos parte del mismo bolsillo, como parten todas las realizaciones de una sociedad. Del conjunto, ya sea segmentado o global. Fontevecchia le abona a Jorge Lanata en función de la renta que le deja el periódico Perfil; dicha renta se desprende de la publicidad oficial (nosotros), más la publicidad privada (costo de producción incluido en el precio de los insumos publicitados) más el precio del ejemplar (la sumatoria nominal en dinero constante y sonante del segmento social que consume dicho diario). Sucede igual con Sandra. Entonces ¿Cuál es el dilema ético de Lanata, de Magdalena, de Nelson Castro, entre otros? En el caso de la Radio y la Televisión ocurre exactamente lo mismo. Empecemos entonces a discutir ese ordenamiento y no solamente cuando dicho ordenamiento no me favorece porque coyunturalmente he decidido parcializar mi relato. Ahí la ley de medios audiovisuales resulta un evento trascendental que no se está aprovechando  debidamente.

En el presente, el lugar que decide ocupar cada uno es en función del nicho editorial que optaron defender. Los propietarios de los medios aceptan el convite más allá que en el pasado hayan existido duras confrontaciones.
Hoy Jorge Lanata es funcional por decisión propia a determinada línea editorial, no está interesado por visualizar y defender la lucha de Abuelas y de Madres como hacía veinte años atrás. Y es decisión suya, de nadie más, nadie lo empujó. Hoy su socio, Cavalo, pide los huesitos de Pérez y en conjunto buscan capitales en la Embajada Estadounidense para equilibrar el paquete accionario de su otro socio Mata. (Tristemente célebre por haber vaciado Iberia-Aerolíneas).  El fracaso de la mencionada operatoria exacerbó a nuestro Michael Moore vernáculo ya que según él “alguien” tuvo la culpa de su desdichada experiencia periodística.

Con el resto ocurre lo mismo. Magdalena Ruiz Guiñazú y Nelson Castro exigen el cumplimiento de la ley mientras su mismo empleador la desestima prohibiendo la libre agremiación o provocando la baja del crítico cinematográfico Claudio Minghetti luego de haber desarrollado funciones durante 16 años en el diario La Nación después de una crítica favorable al film Juan y Eva...

Después de todo esto hay quién afirma que vivimos en un país con un Gobierno fascista, Gobierno que al mismo tiempo y desde esas mismas tribunas se le exige mano dura y represión contra la protesta social.

Por eso y para contribuir más a la confusión generada por nuestra intelectualidad periodística neoliberal me permito citar al Sociólogo y Director de la Biblioteca Nacional Horacio González:


“¿Cómo leer a los autores que no nos gustan. Dicho de otro modo, autores que aborrecemos o desconfiamos desde el campo de la ideas? En estado de refutación tal vez.. Pero.. ¿Cómo leer rebatiendo?.. ¿Cómo leer en estado de aminus beligerandum?...Pero no somos lectores completos si no sabemos suspender nuestros regodeos, voluntades y aficiones. Es que finalmente leer, es leer también lo que no nos gusta...·”

Aunque nos pese, debemos hacerlo por nosotros y por nuestras convicciones, no por ellos...







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