Ir al contenido principal

NICOLAS CASULLO







NESTOR KIRCHNER


Néstor Kirchner representa la nueva versión de un espacio tan legendario y trágico como equívoco en la Argentina: la izquierda peronista. En su rostro anguloso, en su aire desorientado como si hubiese olvidado algo en la mesa del bar, Kirchner busca resucitar esa izquierda sobre la castigada piel de un peronismo casi concluido después del saqueo ideológico, cultural y ético menemista. Convocatoria kirchnerniana por lo tanto a los espíritus errantes de una vieja ala progresista que hace mucho tiempo atrás pensaba hazañas nacionales y populares de corte mayor. 
Revolotean escuálidos los fantasmas de antiguas Evitas, CGT Framinista, caños de la resistencia, Ongaro, la gloriosa JP, la tendencia, los comandos de la liberación, ahora sólo eso, voces en la casa vacía. Por eso un Néstor Kirchner patagónico, atildado en su impermeable, con algo de abogado bacán casado con la más linda del pueblo, debe lidiar con la peor (que no es ella, inteligente, dura, a veces simpática) sino recomponer, actualizar y modernizar el recuerdo de un protagonismo de la izquierda peronista que en los 70 se lleno de calles, revoluciones, fe en el general, pero también de violencia, sangre, pólvora, desatinos y muertes a raudales, y de la cual el propio justicialismo en todas sus instancias hegemónicas desde el 76 en adelante, renegó, olvidó y dijo no conocer en los careos historiográficos. De ahí que en las nuevas generaciones de jóvenes de los últimos 20 años, las crecidas entre Luder y Menem, aquel "peronismo de izquierda" no dejo datos ni rastros: las nuevas generaciones medias no alcanzan a descifrar ese rotulo como algo digno de ser pensado. Por eso, como espacio histórico dramático y fallido, lo de Kirchner tiene el signo de la nobleza, del respeto a una generación vilipendiada con el mote de puro guerrillerismo. Es fiel a una memoria fuerte del país que ningún peronista "referente" se animo a aludir en la nueva democracia, y también signo de aquellos fatalismos. Larga es la lista de enemigos internos y externos de esa izquierda nacional en el movimiento desde el 1953 hasta hoy: los "cobardes, entreguistas, traidores, claudicantes, negociadores, burócratas, mariscales de la derrota, antipueblo" y finalmente esa extraña y exitosa ecuación de modernización y renovación justicialista que desemboco en el menemismo-liberal que enamoro a todos los poderes reales en la Argentina. Lista de defecciones tan eterna y concreta que casi termino siendo, desde 1955, la historia real del peronismo. La de sus defecciones. 
En esa temeraria pelea esta inscripto hoy el de Santa Cruz. Según muchos Kirchner asume la responsabilidad de una pieza semiarqueológica: los militantes peronista "setenteros", ahora cincuentones, quienes viven la biografía del movimiento del 45 como sentados en una estación abandonada y ventosa muy al sur del país por donde volver a pasar, aunque todavía no se note, ni se crea, ni se oiga, aquel verdadero tren de la historia que algún día podrá llenar de humo purificador la patria. 
Sentados en el anden vacío y destartalado, como a una hora señalada, los del grupo toman mate, hacen muñequitos de madera con las navajas, parrillan corderitos en la estación sin nadie, miran de soslayo por si se acerca alguien, y achican los ojos cada tanto con las manos de visera en pos de un imaginario punto negro, lejano, que se vaya agrandando sobre las vías con su silbato anunciador. La cuestión es no dar demasiados datos de esa espera. Por eso Kirchner habla rápido, a veces medio desprolijo, o deambula confusamente entre cámaras de noticiero tratando de coincidir con la memoria de los mártires, con el subsuelo del tercer cordón ex -industrial, o con una histérica cacerolera de Belgrano R. Porque en realidad esta diciendo algo difícil, complejo, discutible, pero a lo mejor por eso profundamente cierto en cuanto a por cual sendero se sale realmente de este entuerto donde el país se desbarranca por la ladera perdida toda idea de si mismo, toda imagen nacional. 
Es posible que no sea candidato, o mejor dicho que no le alcance el envión entre los sueños solapados del presidente Duhalde, las encuestas optimistas de De la Sota, la coincidencia de los poderes con Reutemann, las infinitas "re-reelecciones" de Menem, el caradurismo simpático de Rodríguez Saa. Desgarbado, lungo, de palabra directa, esta ultimo en esa lista, cuando cada tanto viene del sur para exigir elecciones ya. Para decir que va por adentro o va por afuera pero no va a entrar en ninguna trenza. Lo converso con mis amigos y el 80 % no lo ubica, lo semitienen en algún rincón de las imágenes del conciente pero no del todo. Les digo que es el fantasma de la tendencia que vuelve volando sobre los techos y sonríen como si les hablase de una película que no se va a estrenar nunca porque falta pagar el master. 
Si rompe con el peronismo corre el eterno peligro de quedarse solo, ser simple izquierda, ser no "negocio". Si se queda adentro, ya nadie sabe en que paraje en realidad se queda: corre el peligro de no darse cuenta un día que él tampoco existe. 
En ese maltrecho peronismo que vendió todas las almas por depósitos bancarios, Kirchner es otra cosa: insiste en dar cuenta de que esta no fue toda la historia. Que hay una ultima narración escondida en los mares del sur.

Comentarios