Fragmento de Novela Autor: Gustavo Marcelo Sala






Maciel... Cuando el descuido nos omite

                                                                                                                              (Fragmento)

20.00 horas… Discurso de Juan Bautista Maciel en instalaciones linderas y pertenecientes al Club Atlético y Recreativo Progreso de la Localidad de El Perdido - Partido de Coronel Dorrego -.

“La prudencia es una vieja solterona, rica y fea, cortejada por la incapacidad”. “Aquel que desea pero no obra, engendra peste”. “El necio no ve el mismo árbol que el sabio”. “Jamás se convertirá en estrella aquel que no irradie luz”.

Estas frases sueltas compañeros son pensamientos que pertenecen a la obra titulada Proverbios del Infierno del escritor inglés William Blake. Tienen más de un siglo de haber sido expuestas a consideración por el autor y que yo sepa nadie ha osado hasta el momento refutar algo de lo dicho. Los invito a que analicemos con serenidad. En primer lugar deberemos admitir que nunca la prudencia ha protagonizado los eventos más destacados de la historia de la humanidad. Los cambios políticos y sociales fueron en su esencia violentos y tormentosos, protagonizados por seres desmesurados, extremadamente ácidos y hasta sanguinarios. Moreno, Castelli y Monteagudo son ejemplos domésticos del caso. “Sin contrarios no hay progreso” afirmaba Blake. La prudencia y la serenidad encajan perfectamente con los rasgos de un oficinista, de un bancario o de un jurista, nunca con los de un revolucionario. Veremos a la vez que en medio de ese contexto la poesía ha tenido una enorme estrella debido al compromiso social que tenían los encargados de irradiar luz estética. Por caso Ovidio durante el esplendor de la conquista romana, José Martí durante las luchas por la liberación cubana, al igual que Rousseau y Chénier en tiempos de la Revolución Francesa. De ese modo y en momentos trascendentes de la humanidad el sabio impuso su visión del árbol por sobre la del necio, dejando de lado y por un buen rato, a las pestes vanidosas; esto fue así debido a la exigencia de tener que tomar decisiones con urgencia. Estas breves observaciones guardan enorme relación con nuestra compleja actualidad sociopolítica. “Los tigres de la ira son más sabios que los caballos de la intención”. El pueblo iracundo, con sus necesidades, movilizaciones y protestas produce modificaciones inevitables más allá de las vocaciones ideológicas de los dirigentes políticos en ejercicio. También el pueblo con sus complicidades y silencios es responsable de sus magras realidades. Por eso es necesaria la observación sobre aquellos orientadores que toman el guante del impulso popular. Las organizaciones intermedias, culturales, sindicales, partidos políticos y demás, tienen la enorme responsabilidad de formar cuadros analíticos e intelectuales que prevengan todo tipo de intento hegemónico y que a la vez encausen ese enorme torrente de intemperancia creando una red de contención republicana y democrática.
Si bien la ley es el único elemento rector de la sociedad se hace imprescindible su permanente condición de estudio y debate por cuanto los cambios sociales suelen manifestarse con sutiles señales, a modo de previo aviso. De esta forma los ciudadanos podrán constatar que sus representantes trabajan a favor de una sociedad ecuánime y digna de ser disfrutada, como consecuencia de ello y paulatinamente esa iracundia se verá transformada en esperanza ya que la duda intrigante y la especulación no tendrán cabida como contrato social. Evitar la burocratización en función de intereses sectoriales es el mejor de los anticuerpos que una comunidad puede tener en contra de los privilegios; para ello una granítica y equitativa legislación impositiva duplicará ese concepto solidario que toda sociedad debe poseer a favor de su pacífica convivencia. Nada de esto es posible sin honestidad intelectual, patriotismo y amor por el pueblo. Por eso los insto compañeros a formarse e informarse. No sólo para potenciar sus talentos personales, sino también para evitar ser sometidos por aquel que pretenda tiranizarlos a través del arma más eficiente jamás creada por el poderoso: La ignorancia. La inocente ignorancia del jornalero necesitado que agradece el todo por nada. Cuando un patrón nos contrata es porque necesita de nuestras capacidades, obtiene renta con nuestro trabajo, estando dispuesto, en la mayoría de los casos, a abonarnos por ello lo menos posible. Entiendan esto con claridad compañeros, por eso deseo reiterar el concepto... “El capitalista no nos da trabajo, nada nos regala, la realidad es que le urge mano de obra para la obtención de sus ganancias”. Invertir esta premisa tiene la sola intención de colonizar la voluntad del trabajador. Habrá excepciones, no lo niego, pero esas excepciones, al ser tales, confirman que lo usual y corriente circula por la inhumana explotación del obrero. Ese es el estado que se pretende conservar a través del fraude y la represión. Usufructuar, de manera permanente y monopólica el poder institucional, evitando por medio de la fuerza, la resistencia colectiva. Nuestra historiografía, compañeros, ha sido detallada por miopes con intención. Carlos de Alvear es a José de San Martín lo que Bernardino Rivadavia a Manuel Dorrego. Sin embargo nada de ello cuenta para aquellos formadores de opinión que consideran de igual modo a los luchadores por la independencia que a los representantes de concretos intereses transnacionales. Tardará mucho tiempo o quizás nunca suceda que la imagen de Juan Galo Lavalle sea trasladada de los predios de la antigua residencia de la familia Dorrego; provocación de claro y grosero mensaje ideológico cargado de irrespeto y despotismo. Amigos, nada esperemos de la posteridad, sólo tratemos de hacer algo a favor de ella y de los que vienen, para que este paraje sea un lugar que merezca ser vivido y que nosotros, desde nuestras luchas y convicciones, seamos recordados con la gentileza que encierra una simple y sincera sonrisa respetuosa. Aborrezco la adulación y los discursos lisonjeros. Anhelo ser advertido sin la extorsión del halago, deseo ser frecuentado por los modales de las reserva. Al igual que los sermones y los cortejos compañeros, la exaltación llega fuera de tiempo y lugar, careciendo además de la necesaria poesía que toda actividad humana debería detentar para poder fantasear, con cierto atisbo de fundamento, con una sociedad inteligente y razonable.

Bien entrada la velada un resonante aplauso dio colofón a las palabras del líder Radical. Los casi cien concurrentes tuvieron la oportunidad de estrechar la mano de Maciel, intercambiar salutaciones y felicitarlo por su arenga antes de hincarle los primeros trazos a los costillares de vaca que mansamente se doraban en las afueras del salón principal del club. Alguno, invadido tempranamente por el vino, bramaba con entusiasmo que nunca más los radicales votarían los lunes, mientras que otros afirmaban que había llegado la hora de que el pueblo soberano se pusiera sus mejores pantalones para comenzar a luchar por sus derechos cívicos y no para continuar bobeando junto a los grandes campeones de los estancieros en las fiestas oligarcas. 

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